Correa: Parece que ganó
Recién después de doce días se conocieron los resultados definitivos del plebiscito –las 10 preguntas claves– que organizó el presidente ecuatoriano Rafael Correa para meterle mano –según sus propias palabras– a la justicia y a la prensa.
Parece que hubo algunas desprolijidades; de una de las mayores fueron protagonistas el propio Correa y sus adláteres, que al cierre de las urnas salieron a festejar como si hubieran arrasado, lo que no fue tan así. Como tampoco fue tan así ni cosa parecida aquello del golpe de estado ni mucho menos lo del intento de “magnicidio” cuando el Presidente se abría la camisa rodeado de custodios y sin ningún francotirador a la vista.
Pero parece que al final ganó. En fin, es una forma de decir; que cada uno saque sus conclusiones.
Según los números finales, un poco más de dos millones y medio de ecuatorianos no concurrieron a votar, pese a que era obligatorio hacerlo. El ausentismo fue del 22.62 %, lo que significa que votó el 77.38% del electorado (menos de 8 de cada 10 ecuatorianos).
De los que votaron, el Sí de Correa obtuvo en promedio el 47%, solo en un punto de los diez llego al 50% y en otro perdió, mientras el No alcanzó el 41%, y hubo un 6.4 % de voto en blanco y un 5.4% anulados.
Correa, emulando a su maestro Chávez, que perdió una elección legislativa pero obtuvo la mayoría de los legisladores en un caso único de “democracia representativa bolivariana” patentada por el neoprogresismo populista y aceptada por la OEA, impuso un mecanismo en que los votos en blanco de hecho jugaron a su favor.
Pero ese 47 % que apoyó el Sí de Correa está referido a los votantes, por lo que en realidad equivale al 36.3% (menos de 4 de cada 10) de los ecuatorianos que estaban convocados a decidir sobre su propuesta. Más del 63% de los ciudadanos habilitados para votar ( 6 de cada 10) no apoyo el Sí.
Los números son indiscutibles. Ni hablemos de lo que pasó antes del plebiscito. De las desprolijidades previas. De la dudosa constitucionalidad de las preguntas. De la utilización de todo el aparato del Estado, de los dineros públicos, de las cadenas de radio y TV, la locomoción oficial, aviones, ministerios, organismos, todo puesto al servicio de la campaña presidencial a favor del Sí. Hasta se llegó a la violación de la “veda” publicitaria. Correa, sin contar el uso del Estado y todos sus bienes, gasto en publicidad, según se hizo publico, treinta veces mas que la oposición.
Nada se respetó. Fue un abuso total. Muy “democrático”, a la bolivariana, eso sí. Y con todo eso Correa no logró ni que cuatro de cada diez ecuatorianos lo apoyaran. De cualquier forma ahora con esa “legitimidad” le echará mano a la justicia y a la prensa para asegurarse de la democracia ecuatoriana.
Hombre de olfato el presidente Correa, tan poderoso que se siente, pero no se animó a poner una preguntita más, la número once, consultando a los ecuatorianos si querían continuar un tiempo más con el mismo presidente o si ya era hora de sacarlo. Quizás el porcentaje de ausentismo y de voto en blanco hubiera sido menor. O no, eso nunca se sabe.
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