El espíritu creador

El País, Montevideo
La felicidad del hombre, cuando se dedica a crear, no importa a qué dimensión, es ilimitada. Hasta el que se aplica cuidadosamente a su jardín se siente feliz. Pues bien, a propósito de menudo tema, ha escrito un estudio y análisis sobre no pocos espíritus creativos de excepción, el prestigioso escritor e historiador inglés Paul Johnson, desvelando el misterio de un tema apasionante. El citado libro, "Creadores" (Ediciones B), trata de hombres y mujeres de originalidad excepcional. Habla sobre Shakespeare, Bach, Jane Austen, Victor Hugo, T.S. Eliot y, entre otros, Pablo Picasso.
Para entender la creación de grado sobresaliente importa saber qué necesitan los creadores para inspirar sus facultades. Algunos como Byron necesitaban de la noche; otros como Carlyle del silencio, y, en fin, Wagner tenía que admirar un bello paisaje en sus ventanas. Pero no hay, según Johnson, un creador típico. La creación, por lo demás, es siempre difícil.
Sobre Mozart, quien a los diecinueve años escribió sus cinco conciertos para violín en un solo verano, comenta Johnson: "La manera en que aprendía de uno y aplicaba las lecciones en el siguiente es casi tan impresionante como la vivacidad implacable con la cual escribió cada uno sucesivamente". Por otro lado, Charles Dickens podía ser prolífico y desarrollar grandes temas, pero su trabajo era muy duro y delicado. Otro aspecto importantes es la angustia, preocupación y miedo, que acosan a los creadores. En este sentido, afirma Paul Johnson: "Asusta entrar en el taller temprano en la mañana y hacer frente a un lienzo vacío, a una hoja en blanco o a una partitura vacía, sabiendo que hay que registrar las marcas de un trabajo totalmente original".
Finalmente, sostiene que quienes son creativos en los niveles más altos "llevan una vida privilegiada". No importa lo ardua y difícil que pueda ser. Pero esa originalidad creativa necesita enormes recursos de coraje, cuando el artista no se rinde ante la edad, la debilidad de la salud (como Stevenson, a quien le resultaba notablemente difícil empezar a escribir) y otras dificultades. Quizá un ejemplo notable sea Beethoven, quien debió luchar con su sordera, con las teclas del piano arruinadas, y la pobreza. Su obra es una exhibición notable de valentía en la historia musical. Y, por si fuera poco, baste pensar que la espléndida Emily Dickinson, quien trabajaba aislada y en soledad, enfrentando los miedos de la creación sin orientaciones ni estímulos, sólo vio seis breves poemas suyos publicados en vida.
El coraje creativo, como el físico, estima Paul Johnson, es "una forma de capital personal que disminuye con las sucesivas demandas y puede llegar a desaparecer". Impresiona, además, que todos ellos (salvo Picasso) murieran en la pobreza, habiendo trabajado toda su vida, como Bach, organista y compositor. Sin embargo no lograron conseguir seguridad para sus familias. Todo parece indicar que: "los que codician y obtienen honores mundanos no son personas que dejen una impresión perdurable
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