Colombia como actor regional relevante
Durante muchos años, especialmente a partir de la implementación del Plan Colombia, el gobierno de Bogotá vio como simultáneamente se reforzaban sus lazos con Estados Unidos pero perdía relevancia en el conjunto de las naciones latinoamericanas. Esta situación de aislamiento colombiano se incrementó tras la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 y del posteriormente conocido como “giro a la izquierda” en América Latina. Desde su estreno presidencial Chávez intentó convertir a las FARC en parte beligerante en el conflicto del país vecino, lo que hubiera supuesto modificar su status y transformar a la organización terrorista en un actor político reconocido internacionalmente.
La posterior llegada de Álvaro Uribe a la presidencia colombiana tendió a reforzar esta situación. En diversas ocasiones se produjo la ruptura de relaciones entre Colombia y Venezuela y al final de los ocho años de gobierno de Uribe la relación bilateral era sumamente tensa. El triunfo de Juan Manuel Santos en las elecciones presidenciales de 2010 cambió radicalmente el entorno político y diplomático y el diálogo entre los presidentes reemplazó a la tensión anterior.
A diferencia de lo ocurrido con otros mandatarios regionales que se acercaron a Chávez a partir de compartir sus puntos de vista o de no criticar su excesivo protagonismo y su constante injerencia en los asuntos de sus países, Santos se acercó a Chávez a partir de insistir en lo que los separaba, para desde allí poder dialogar respetando las diferencias. Quizá el ejemplo de Lula sea uno de los más ilustrativos en lo referente a guiños innecesarios, ya que en mayo de 2008 señaló que “sin duda, Chávez es el mejor presidente que ha tenido Venezuela en los últimos cien años”.
El nuevo clima bilateral ha permitido que Colombia pueda tener una presencia renovada en la región, comenzando por el hecho impensable durante el mandato de Uribe de que una colombiana ocupara la secretaría general de Unasur en reemplazo de Néstor Kirchner. En este punto hay que tener en cuenta tanto los reparos de Uribe a la integración regional como el rechazo de Venezuela, Ecuador y Bolivia a las reivindicaciones colombianas en su lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Gracias a este cambio, María Emma Mejía, ex ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, fue elegida para ocupar la secretaría general de Unasur en lo que se podría denominar como una candidatura conjunta con el venezolano Alí Rodríguez, que ocupará el puesto a partir de 2012.
Desde la perspectiva de la defensa de los intereses colombianos en el continente la labor del presidente Santos y de su ministra de Exteriores María Ángela Holguín ha sido impecable, como muestra el acercamiento con Ecuador y Venezuela después de años de alta tensión. No hay que olvidar que ambos países vecinos constituyen importantes mercados para las exportaciones colombianas. Es verdad que la extradición del narcotraficante venezolano Walid Makled a Venezuela y no a Estados Unidos puede generar alguna fricción con Washington, pero la reducción de la tensión con Chávez promete, de momento, aunque con el líder venezolano nunca se sabe, más beneficios que pérdidas.
El 9 de abril pasado, en un encuentro bilateral entre los presidentes Santos y Chávez celebrado en Cartagena de Indias hemos asistido a un nuevo paso en la misma dirección. De muy positiva se puede considerar la mediación ante Hugo Chávez para conseguir el retorno de Honduras a la OEA (Organización de Estados Americanos). En esa ocasión Porfirio Lobo, el actual presidente constitucional de Honduras, se reunió con ambos mandatarios y se sentaron las bases para la normalización del conflicto interno y el retorno del ex presidente Mel Zelaya a su país.
Como explicó el propio Lobo después del encuentro: “El presidente Chávez habló con él [con Zelaya] y me lo puso al teléfono, entonces, le digo yo: ‘Bueno y cuando vas a regresar, cuál es el problema, regresá hombre, yo me voy a encargar de darte toda la protección necesaria…El ex presidente Zelaya es un hondureño, tiene el libre y legítimo derecho de estar aquí en Honduras, de participar en lo que él quiera políticamente, así que no veo ningún problema”.
La intervención de Santos y Chávez puede acabar solucionando la crisis hondureña. Recuérdese que ni Venezuela (y con ella la mayor parte de los países del ALBA), ni Argentina ni Brasil, han reconocido al gobierno legítimo de Porfirio Lobo. Y no sólo eso, sino que también se oponían a la presencia de Honduras en algunos foros internacionales. Como se vio tanto en las últimas cumbres ALCUE (América Latina, Caribe, Unión Europea) e Iberoamericana, celebradas en mayo de 2010 en Madrid y en diciembre de 2010 en Mar del Plata, Argentina, Honduras no pudo estar presente por la fuerte oposición brasileña.
Si Hugo Chávez da el paso de reconocer al gobierno de Lobo y de admitir su retorno a las instituciones hemisféricas y latinoamericanas deja sin discurso a las diplomacias de Brasil y Argentina, hasta ahora de las más beligerantes en el tema. El ejemplo puede funcionar en otras situaciones y permitiría dejar de lado actuaciones más grandilocuentes pero vacías de contenido, como la cumbre de Unasur para protestar contra el “golpe” en Ecuador contra el presidente Rafael Correa. La sintonía de Santos con los gobiernos de Chile y México también puede servir para impulsar un diálogo regional mucho más constructivo y, eventualmente, hasta reactivar el hasta ahora languideciente proceso de construcción de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CALC).
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