Colombia: Añoranzas Proteccionistas

El Colombiano

Una empresa metalúrgica rioplatense con gran afición al lobby está protagonizando una propuesta para que el país adopte una política industrial más acorde con su interés particular. 

La iniciativa se presenta como una fórmula para evitar la desindustrialización, fenómeno que según uno de sus funcionarios, estaría vinculado a la reforma arancelaria puesta en vigencia en el mes de noviembre.

Dicha reforma redujo el promedio del arancel externo colombiano de 12.5% a 8.2%, nivel de protección que todavía supera con creces los que rigen en Chile y en Perú.

A esta iniciativa se ha adherido un grupo reducido de empresas de diversos sectores, entre los cuales figura una firma textil que entró en decadencia, no obstante la prolongada y abundante protección arancelaria de la cual se benefició. El elemento que tienen en común estas empresas es la inconformidad con la reciente reducción de aranceles para los bienes que venden en el mercado interno. Para manifestar su inconformidad y recuperar sus privilegios han conformado la Coalición para la Promoción de la Industria Colombiana, como una disidencia de la Asociación Nacional de Empresarios, ANDI.

Lo que se presenta como una escaramuza inter-gremial es un sofisma de distracción. El verdadero propósito es regresar al modelo de política industrial años sesenta para fomentar la sustitución de importaciones. Ese objetivo es incompatible con la inserción activa en la economía internacional, la aspiración a ingresar a la OCDE, la suscripción de acuerdos de libre comercio y el acercamiento con la Región Asia-Pacífico, elementos de la política económica internacional que cuentan con el pleno respaldo de la ANDI.

Las siguientes cifras permiten formarse una idea acerca de la forma como ha evolucionado el sector industrial colombiano a partir del comienzo de los años noventa, época en la cual se inició la apertura comercial.

El PIB industrial pasó de US$8.806 millones en 1991 a US$36.688 millones en 2010. En ese mismo lapso de tiempo, las importaciones de bienes de capital para la industria pasaron de US$1.129 millones a US$8.329 millones. Y las exportaciones industriales pasaron de US$4.428 millones a US$18.448 millones.

La participación de los bienes de mediana y alta tecnología en las exportaciones industriales pasó de 19% a 34% entre 1991 y 2010. Estos indicadores no revelan síntomas de retroceso industrial.

Desde una perspectiva cualitativa, puede mencionarse la incursión exitosa que están haciendo las empresas colombianas en los mercados externos, en su calidad de exportadoras de bienes, inversionistas o proveedoras de servicios especializados. El país empieza a consolidar ventajas competitivas en temas relacionados con la generación, distribución y transmisión a larga distancia de energía eléctrica.

Paralelamente con el proceso de modernización industrial, y el fortalecimiento de actividades auxiliares a la producción de bienes, van adquiriendo importancia creciente las exportaciones de servicios de ingeniería, diseño, construcción, financieros y gerenciales.

Estos desarrollos coinciden con el reemplazo del modelo de sustitución de importaciones en una economía cerrada, enfocada hacia el mercado interno, por el modelo de promoción de exportaciones, enfocado hacia el mercado mundial, gracias a una economía abierta al comercio internacional.

El esquema de economía cerrada estimula el surgimiento de los denominados molinos de arancel, dependientes de la protección estatal, una forma ficticia de industrialización de escasa utilidad social.

A determinadas empresas se les permite obtener rentas explotando un mercado interno cautivo, obligado a absorber productos de baja calidad y altos precios.

Los voceros de la sustitución de importaciones tienen motivos para oponerse a la reducción de los aranceles. Su protesta debe entenderse como el canto del cisne de una política industrial que el país ha logrado superar.