¿Cómo sería la situación social en Argentina sin el viento de cola?
El kirchnerismo desaprovechó las excepcionales condiciones internacionales para eliminar la pobreza y se conformó con incentivar la cultura de la dádiva. Hoy, a pesar de una coyuntura favorable y de los dibujos del INDEC, la pobreza es una cruda realidad.
Vale la pena preguntarse qué hubiese ocurrido con la economía argentina y la pobreza desde el 2003 hasta ahora si la soja no hubiera subido tanto y si Brasil no hubiera tenido un dólar cada vez más barato. Con las condiciones internacionales mencionadas, el tan declamado crecimiento a tasas chinas claramente ha sido a pesar de los Kirchner más que por las virtudes de una política económica inconsistente junto con la gran imprevisibilidad en las reglas de juego que han espantado las inversiones, la explicación fundamental del estallido de pobreza que hoy vemos con la ocupación de tierras. Algunos podrán argumentar que estas tomas de tierras no son espontáneas, sin embargo, solo pueden ocurrir si hay un caldo de cultivo que las permita. Un país que recibe inversiones, crea puestos de trabajo y no licua los salarios con el impuesto inflacionario va eliminando ese caldo de cultivo que hoy se expande por todo el país. Podríamos decir que en todos estos años el INDEC se encargó de esconder estadísticamente la pobreza, pero los artilugios estadísticos no la eliminan, solo la disimulan durante un tiempo.
¿Cómo es posible que veamos legiones de pobres manejadas o espontaneas, tomando tierras si, según el Gobierno, hoy la participación del salario en la renta nacional es una de las más altas de la historia argentina? ¿Cómo es posible que haya tanto desborde social si el Gobierno gasta miles de millones de pesos en la Asignación Universal Por hijo, en planes trabajar y, según ellos, construyen viviendas como nunca se construyeron en 200 años en la Argentina?
Claramente, el Gobierno ha fracasado en aprovechar las excelentes condiciones internacionales para capitalizar el país, crear puestos de trabajo y disminuir la pobreza. Por el contario se ha conformado con aprovechar el precio del yuyito y el dólar barato en Brasil para incentivar la cultura de la dádiva en vez de estimular la cultura del trabajo y el esfuerzo personal. Imaginemos la crisis social que podría llegar a producirse si a Brasil decidiera devaluar el real paralizando las exportaciones de autos y productos siderúrgicos a dicho país. Basta con ver los sectores industriales que han crecido en todo este tiempo y fácil es advertir que casi todo el aumento de la producción industrial se explica por automotores, siderurgia y metalmecánica gracias al dólar barato en Brasil.
A diferencia de países como Brasil o Chile, que aprovecharon la coyuntura internacional para recibir inversiones que se hundieron en el país en el sector real de la economía, los Kirchner se limitaron a, entre otros mecanismos, apropiarse de la renta del campo y otros sectores para redistribuir. No trataron de solucionar el problema de la pobreza aplicando políticas de fondo que permitieran que el sector privado creara trabajo, sino que intentaron esconderla estadísticamente y tranquilizar por un tiempo a la gente repartiendo dádivas.
Claro, para poder terminar con la pobreza y la desocupación hacen falta inversiones y éstas son hijas de la calidad institucional, es decir, del respeto por los derechos de propiedad y de la previsibilidad en las reglas de juego.
Las confiscaciones de ahorros, las arbitrariedades de Moreno para disimular la inflación, la distorsión de precios relativos y una fenomenal política monetaria expansiva, con su consiguiente impacto inflacionario, terminaron superando el viento de cola externo y, pesar de no estar en recesión, el país sigue sumergido en la pobreza con el agravante que el impuesto inflacionario está haciendo cada vez más estragos en los sectores más humildes dado que los alimentos están subiendo a un ritmo cercano al 40% anual.
Me animaría a agregar otro punto más. Todos sabemos que el Gran Buenos Aires y Capital Federal tiene infinidad de villas miserias que siguen creciendo. El dato es curioso teniendo en cuenta la revolución tecnológica que estamos viviendo. Es decir, todo lo que tiene que ver con las comunicaciones e internet permite trabajar desde cualquier lugar, esto significa que no hay un motivo tecnológico que obligue a la gente a vivir en los grandes centros urbanos porque no hay otra manera de producir. No estoy diciendo con esto que quienes viven en una villa miseria tengan que tener la última tecnología (aunque viendo las imágenes de la toma del parque de Soldati podía observarse que muchos okupas tenían su teléfono celular). Lo que quiero transmitir es que si el Estado nacional no se hubiese apropiado de la renta del sector agropecuario y no hubiese destruido sectores como el ganadero, lácteo, etc., muchos pueblos del interior hubiesen tenido más actividad, particularmente en trabajos de construcción, reparaciones, servicios de todo tipo, etc. que hubieran permitido que gente que hoy vive hacinada en el Gran Buenos Aires y en la Capital, podría estar trabajando y viviendo en el interior del país en condiciones mucho más dignas. Son los recursos que la nación le quita al interior los que explican, en buena medida, esa concentración de villas en las cercanías de la Capital Federal.
Originalmente, el modelo de sustitución de importaciones llevó a que la mayoría de las fábricas se instalaran en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, vaciando el interior del país. Hoy, con los famosos términos del intercambio a favor de Argentina, el país tendría que estar muchísimo más desconcentrado poblacionalmente.
Todo esto ha desaprovechado el kirchnerismo. La revolución tecnológica, el dólar barato en Brasil y los buenísimos precios internacionales para los productos de exportación. Si los Kirchner no lograron terminar o reducir sustancialmente la pobreza con todas estas condiciones a favor, y hoy vemos el país en plena ebullición social, es porque han fracasado su política económica y social. E insisto, por más que apelen a supuestas conspiraciones en las tomas de terrenos, esas conspiraciones no podrían tener eco en la gente si vivieran dignamente. Un país que ha hecho de la pobreza la base de la construcción de poder político inevitablemente, por una causa o por otra, termina con desbordes sociales como los que estamos viviendo.
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