Cien dias de santismo en Colombia
Oxford. – Desde hace ya varios años, los colombianos se han tomado en serio la práctica de hacer balances a los primeros cien días de sus nuevos gobernantes. Los mismos presidentes adelantan la tarea. Juan Manuel Santos, el nuevo mandatario desde el pasado 7 de agosto, se reunió con su gabinete en Hatogrande –sede campestre de la presidencia, en las afueras de Bogotá- a comienzos de noviembre, para emprender un autoexamen temprano de su gestón. Según El Tiempo, “los ministros debieron pasar al tablero a explicar los avances de sus respectivas carteras y la metas previstas”.
El gobierno de Santos no solo pasó los exámenes de sus primeros cien días, sino que lo hizo con méritos. “Cien días de luna de miel”, fue el titular principal de Semana: “La luna de miel actual es una de las más dulces que se pueden recordar”, observó el informe de la revista al publicar los resultados de la encuesta realizada por Ipsos-Napoleón Franco. Las tasas de aprobación de la gestión del nuevo presidente son altísimas, con una imagen de favorabilidad del 73 por ciento.
Otro sondeo, de la firma Datexco para El Tiempo, da resultados aún más positivos: 75 por ciento. Hasta muchos de sus críticos le ven ahora con buenos ojos: “Lo que me llama la atención”, escribió el columnista Daniel Samper Pizano este domingo, “ es que muchos que combatimos la candidatura de Santos hoy formamos parte de esa mayoría de colombianos cuya opinión le es favorable”.
¿Cómo se explican tan buenos resultados?
Ante todo, el nuevo Presidente ha sabido proyectar una imagen simultánea de continuidad y cambio. La continuidad es más evidente en el campo de la seguridad, donde el Gobierno logró reasegurarles confianza a los ciudadanos tras los éxitos, el pasado septiembre, de la Operación Sodoma contra las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), donde murió “Mono Jojoy” (Víctor Julio Suárez), el líder militar de esta organización guerrillera.
Santos, sin embargo, ha proyectado más cambio que continuidad. Incluso en materia de seguridad se observa lo que el editorialista de El Espectador llamó “el camino de continuidad con reenfoque”, por ejemplo, a través del anuncio de políticas específicamente orientadas hacia la seguridad en las ciudades.
Quizás el cambio más notable para la opinión pública haya sido el del estilo político del nuevo Presidente. Atrás quedó el clima de crispación propiciado en buena parte por la actitud de permanente confrontación que identificó al exmandatario Alvaro Uribe.
El nuevo Presidente ha promovido una política de consensos, a partir de la formación de su gobierno de “unidad nacional” con los partidos que le acompañan en la coalición mayoritaria –la U (Partido Social de Unidad Nacional), Conservador, Liberal y Cambio Radical-. En una entrevista con el periodista Yamid Amat sobre sus primeros cien días de gobierno, Santos definió el sentido de su propuesta de unidad: “trabajar unidos por causas comunes y no detenernos en ahondar diferencias. La solución a los problemas de empleo, seguridad y pobreza no pueden tener color político”. Ha recibido el apoyo del Partido Verde en algunos proyectos. El Polo Democrático Alternativo (PDA) se mantiene en la oposición, pero el Gobierno ha sostenido reuniones con sus líderes para acordar un “estatuto” que le de mayores garantías al ejercicio de la oposición.
Santos ha buscado también consensos entre las ramas del poder. Su reunión con los magistrados de la Corte Suprema de Justicia buscó ponerle fin a una época de sucesivos enfrentamientos públicos entre el Ejecutivo y la Corte. Esta preferencia por el consenso y la moderación se ha proyectado también en el campo internacional, tras sus iniciativas para reestablecer relaciones con Ecuador y Venezuela. Por encima de todo, el lenguaje presidencial es otro. “Se acabó la confrontación verbal pública como paradigma”, señaló un informe de El Tiempo.
Detrás de estos cambios de estilo hay materias sustantivas. Las buenas relaciones entre las distintas instituciones del Estado, la prudencia en el manejo de las relaciones exteriores, o los acuerdos con la oposición sobre las reglas del juego democrático no son simples formalidades para despreciar. Pero el nuevo Presidente ha dado también giros importantes, y ha introducido nuevos enfoques y énfasis en las políticas, frente a la administración anterior.
Algunas de sus actuaciones y medidas han sido recibidas con críticas por seguidores del expresidente Uribe –los proyectos de leyes de Tierra y de Víctimas del conflicto, la reunión con el presidente Chávez, y la modificación de la terna presidencial de candidatos a Fiscal que Uribe había presentado a la Corte Suprema de Justicia. Para Santos, sin embargo, las diferencias que han surgido en el Congreso son “normales” en toda discusión política, y la coalición de la “unidad nacional” está dando resultados.
Algunos analistas, como Semana, consideran que el mayor de los desafíos de Santos estará en el campo económico. En su entrevista con Amat, el presidente colombiano planteó “tres grandes metas” en este campo: “lograr el equilibrio fiscal en el 2014; tener un uso más eficiente y equitativo de los recursos del Estado, … y crecer por encima del 5 por ciento”. Por lo menos para el 2010, las proyeccciones del mercado, según Tendencia Económica -el informe mensual de Fedesarrollo-, son prometedoras –con rangos de crecimiento económico entre el 4 y el 6.3 por ciento. Y el país necesita crecer para afrontar los serios problemas del desempleo y la pobreza.
Santos ha sabido manejar con tino la alternancia. Y al cumplirse los primeros cien días de su administración, los colombianos tienen fundadas razones para sentirse optimistas.
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