Venezuela: El ascenso a general en jefe de un soldado bolivariano, un soldado patriota, un soldado revolucionario
Madrid. – El domingo 14 de noviembre el presidente Hugo Chávez salió al cruce de las críticas recibidas por su apoyo al general Henry Rangel Silva, a quien considera “un soldado bolivariano, un soldado patriota, un soldado revolucionario” y por su posterior ascenso a General en Jefe. Los hechos que dispararon su respuesta fueron unas polémicas declaraciones de Rangel Silva, que desde julio pasado es el jefe del Comando Estratégico Operacional (CEO) de la Fuerza Armada Nacional (FAN) Bolivariana.
Rangel Silva opinó que en el hipotético caso de una victoria electoral opositora en las elecciones presidenciales de 2012, el pueblo y los militares bolivarianos reaccionarían frente a lo que consideraba una usurpación. Para el general, el ejército venezolano “no tiene lealtades a medias sino completas hacia un pueblo, un proyecto de vida y un Comandante en Jefe. Nos casamos con este proyecto de país… Un hipotético gobierno de la oposición a partir de 2012 sería vender el país, eso no lo va a aceptar la Fuerza Armada y el pueblo menos… y un intento por desmantelar al sector castrense. Habría una reacción tanto de los uniformados como del pueblo, que sentiría que le quitan algo”.
Por su cargo, el segundo en importancia del escalafón castrense, dependiente directamente del presidente y no del ministro de Defensa, el jefe del CEO debe contemplar los distintos escenarios de conflicto que pueden convertirse en amenazas. Por eso, pese al contundente triunfalismo del gobierno bolivariano tras las pasadas elecciones parlamentarias, no deja de llamar la atención que las más altas instancias militares contemplen la posibilidad de una derrota electoral en 2012 y comiencen a actuar en consecuencia.
Dada la simbiosis existente en la cúpula del estado venezolano, y la FAN no es una excepción, lo más probable es que el fantasma de la derrota comience a planear en la máxima jerarquía. Lo grave de los análisis que se están realizando y de las consecuencias que se extraen es que una eventual victoria de la oposición no llegaría por procedimientos conspirativos o asonadas militares, como se afirma, sino por un triunfo electoral respaldado por la mayoría de los ciudadanos venezolanos habilitados para votar.
Cerrar la puerta a la posibilidad de la alternancia no sólo es colocar la venda delante de la herida, sino también, como han denunciado distintas instancias nacionales e internacionales, comenzando por el secretario general de la OEA José Miguel Insulza, atentar contra la democracia venezolana. Las llamadas a defender el futuro de la revolución bolivariana con la vida, si es preciso, y con una amplia movilización popular van en la misma línea. Como señala Hugo Chávez: “¡Más nunca tendrán ustedes —oligarcas, imperialistas— un ejército subordinado a sus oscuros intereses para masacrar a un pueblo! Hemos decidido ser libres con nuestro pueblo, ¡más nunca estaremos atados, pero más nunca!”.
Desde su punto de vista, la oposición debería convocar un referéndum revocatorio para echarlo. En su nueva huída hacia delante Chávez está convencido de poder ganar otra elección: “Hago un análisis: estos grupos de la oposición, de la contrarrevolución están incapacitados para gobernar a Venezuela; ni que me saquen con referendo revocatorio. No duran tres meses. El país no se los va a calar, ellos no van a respetar esta Constitución”. Desde las filas opositoras se ha decidido desoír esta llamada, a la vista de las consecuencias de la experiencia de 2004 y el impacto negativo de la conocida como “lista Tascón” sobre sus seguidores.
La biografía del general Rangel Silva muestra una carrera importante dentro de la revolución bolivariana, debido probablemente a su lealtad hacia Chávez. Cuando el golpe de estado del 4 de febrero de 1989, Rangel Silva sirvió como capitán a las órdenes del militar sublevado. Antes de dirigir el CEO fue jefe de la DISIP (Dirección General Sectorial de los Servicios de Inteligencia y Prevención), el servicio de inteligencia y contra-inteligencia interior y exterior de Venezuela, que en 2009 fue reemplazado por el SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia).
Después de la destitución de Mel Zelaya en Honduras y del motín policial en Ecuador, muchas voces se alzaron contra los golpes de estado y en defensa de la democracia. Nadie, ni siquiera Chávez, consideró estos actos una ingerencia en los asuntos internos y un “irrespeto contra nuestra soberanía”, la fórmula que utilizó para descalificar las críticas de Insulza. Es más, acudió puntualmente a la Cumbre Extraordinaria de la Unasur para defender a Correa y la democracia ecuatoriana. En esta hora de tanta confusión sería deseable oír más voces en defensa de la democracia venezolana, especialmente con el ánimo de impedir el estallido de una situación irreversible que ponga en peligro la convivencia entre los ciudadanos de Venezuela.
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