De metro caraqueño a centímetro bolivariano
Ya lo hemos dicho en anteriores ocasiones y lo repetimos: ¡Qué vaina tan buena es esta Revolución que todo lo reduce, lo elimina, lo pulveriza, lo tritura, lo demuele!, sobre todo si se trata de la oposición, de las instituciones, de la productividad empresarial, de la libertad de expresión, de la propiedad privada y, en especial, del Metro de Caracas.
Asistimos los caraqueños a una inusitada pero muy previsible situación, en lo que al otrora eficaz Metro de la IV República se refiere; debe ser que ideológica y socialistamente no es conveniente preservar y mantener esa obra puntofijista, es menester dejar pues que - como todo en el país - se muera de mengua, de ineficiencia gubernamental, de promesa incumplida y reiterada.
Razón tiene el mozo ministraído de ocasión en recomendar que sus atribulados usuarios entiendan que la vaina contra el Metro va en serio y que, por lo tanto, es recomendable que se aventuren a experimentar las vicisitudes de la superficie, disfrutando de los logros de los excelsos gobernantes capitalinos de la V República; es decir: transitar libremente por las calles y bulevares de la ciudad sin malandro que te atraque ni policías que te matraqueen; disfrutar de los olores de la basura podrida y de las ratas muertas; saberse permanente vigilados por los globos coreanos que aún monitorean la ciudad como si de un Batman rojito se tratara; no pararle a las picaduras de los patas blancas que para esos dengues hemorrágicos están los siempre disponibles y bien dotados dispensarios de Barrio Adentro; y lo que está a la moda, recorrer el Guaire en barcazas ecológicas que lo asimilan sin más al Sena o al Rin, mientras se disfruta de las bellas peroratas revolucionarias de la Pelirroja Mayor y del rapado Capitalino.
Verdadero turismo de aventura es nuestro Metro promocionado en el exterior para que aburridos europeos, cansados de la eficiencia de sus trenes metropolitanos, recorran a pie túneles y tendidos de alta tensión, se queden encerrados en vagones sin aire, se expongan a ser violados y asaltados por los colectivos oficialistas, y lleguen a sus ciudades contando lo imposible: que Venezuela además de montaña, selva, playa y mar, es también Metro para la aventura, especie de juego mortal que los caraqueños practican todos los días en su cotidiano intento por llegar a tiempo a las crecientes empresas socialistas y a las misiones por montón.
Metro de Caracas: ¡Desbarátenlo, Demuélanlo, Arrásenlo, Pulverícenlo!
¡Viva el Centímetro Socialista! Verdadera expresión de igualdad y de ineficiencia revolucionaria.
¿VENCEREMOS?
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