Buen muerto, pero no lo entierren
El Colombiano, Medellín
"Confieso que enterrar a algunas gentes constituye un gran placer " - Antón Pavlovich Chejov.
La desaparición la semana pasada del líder militar de las Farc provoca varias reflexiones, pero en mi caso también una petición con la que quiero iniciar.
Sé que enterrar bajo varios metros a este sujeto con nombre de gusano, o al revés mejor, sería una forma de asegurarnos que estará por debajo y no encima de la tierra. Pero la tierra de este país no se merece que la envenenen así. Suficiente es que esté casi saturada con las lágrimas y la sangre de los campesinos y soldados que parásitos como éste se empeñaron en derramar. El uso de botas de caucho de esta bestia, que al parecer fueron su perdición, no era para evitar el pantano y los hongos que provoca la humedad, sino para no ver sangre de colombianos tiñendo sus pezuñas. No lo entierren por favor. Si es necesario incinérenlo y lleven las cenizas a la frontera con Venezuela y que sea el viento el que las empuje hasta el otro lado.
Ahora sí las reflexiones. El resultado de la operación Sodoma es "otra" muestra para quienes todavía dudaban que las Fuerzas Militares de Colombia, a pesar de sus limitaciones y problemas por resolver, están en la lista de las mejores del mundo, y que quienes decían que "inteligencia militar" era una contradicción deben cambiar el casete. También queda claro que quienes pusieron en duda y criticaron la política de Seguridad Democrática fue por ignorancia o porque sabiendo el peligro que les representaba, políticamente a algunos y físicamente a otros, intentaron desprestigiarla. Es el caso de León Valencia, que los hechos están demostrando que es tan mal analista como lo fue de guerrillero. No se puede olvidar que hace unos meses él y quienes todavía le creen, decían que la estrategia estaba agotada y que debía cambiarse.
No debe extrañarnos que se desate una avalancha de presiones por parte de los otros colaboradores de las Farc, camuflados con corbatas, turbantes y hasta sotanas, que fungen como profesores universitarios, académicos, analistas, periodistas, congresistas y hasta jueces, para que el gobierno emprenda un proceso de paz. Sería una vergüenza caer de nuevo en la trampa de aceptar un proceso de paz cuando el enemigo se siente débil y busca tiempo para huir y coger aliento. Es ahora cuando debe continuar la presión.
Sin duda llegará el momento de una "negociación", pero no ahora, sino cuando las circunstancias indiquen que ella tenga más características de sometimiento que de negociación.
No estoy de acuerdo con quienes dicen que este es el momento para negociar, pues con Jojoy nunca se hubiera podido llegar a un arreglo, por ser radical y extremista, y que en cambio Cano , que es "solo" el ideólogo, sea el que desee entablar un acuerdo.
Puede ser al contrario. Los hombres de la guerra son más guiados por el pragmatismo que por la ideología y por lo general saben que cuando ésta no se va a ganar, es mejor firmar el armisticio.
Por el contrario, los verdaderos radicales y extremistas son los ideólogos y los que no sufren el rigor directo de las batallas. Cano sabe que él es el que sigue y que sería mejor entregarse, pero si de verdad es el ideólogo, estará atrapado en sus delirios, y sus demás camaradas, que engordan tranquilamente en Venezuela y ven la guerra de lejos, insistirán en seguir buscando la "victoria", pero por medio de la sangre de sus subordinados.
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