Socialismo y xenofobia

 

Suecia, por primera vez en su historia, ha dado un segundo mandato consecutivo a una mayoría de centroderecha. Pero la mayor parte de los medios de comunicación aciertan al diagnosticar como el hecho más relevante de los comicios del pasado domingo el notorio auge del xenófobo partido Demócratas Suecos.

 

Es evidente que ésta es una tendencia que asola Europa —Suiza, Austria, Hungría, Noruega, Holanda, Dinamarca…— y que —con notorio simplismo— suele atribuirse a partidos bautizados como de «ultraderecha». Y no tengo yo muy claro de dónde viene eso de que la xenofobia es alineable con nada del entorno de la derecha. Si del nacionalsocialismo alemán, del fascismo italiano que fundó un miembro del Partido Socialista llamado Benito Mussolini o del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen que le ha dejado el patio de butacas vacío al Partido Comunista Francés.

 

Una cosa está clara. Los llamados problemas de xenofobia encuentran terreno abonado allá donde hay problemas de integración de la inmigración y los grandes partidos de centro derecha y centro izquierda no son capaces de atender a las voces locales que piden que se aborden los problemas que crean políticas equivocadas como la de la multiculturalidad, fórmula bien conocida en la Suecia de la socialdemocracia y que ha creado dificultades que no parecen haber estado entre las prioridades políticas del gobierno de la Alianza encabezada por Frederik Reinfeldt.

 

En España hemos logrado que no surja una formación xenófoba —y no será por falta de inmigrantes. Socialistas y populares han de ser conscientes de que si no afrontan los problemas que ya hacen mella en algunas ciudades españolas serán los populistas xenófobos los que se encuentren el terreno fértil para su demagogia barata. Y si eso ocurre, será mucho más difícil afrontar desde la serenidad los problemas que, sí o sí, se dan en el día a día de España y Europa.