Debate de elefantes
La Vanguardia, Barcelona
Las citas históricas acostumbran a ser huérfanas cuando se instalan de forma definitiva en el subconsciente colectivo. Huérfanas o hijas de muchos padres, lo cual es parecido. En el caso que nos ocupa, se sabe que la cita iba dirigida a un joven Felipe González, de visita por Roma. Pero la autoría ha sido tantas veces adjudicada a Giulio Andreotti que quien parece ser su autor real ha desaparecido de la memoria.
Según parece, fue el gran condotiero Amintore Fanfani el que, preguntado por su impresión sobre el aspirante a la presidencia española, dijo a bocajarro: "Manca finezza". Después la expresión sería usada por otros políticos italianos cuando querían definir la política española. Lo cual, en boca de un político italiano, no deja de ser bastante chocante. Será por exceso de finezza por lo que se conoce a un tal Berlusconi…
En el caso del debate sobre la política francesa respecto a los gitanos de Rumanía, la manca finezza ha sido tan abrumadora, que el resultado podría ser una caricatura de la más estridente de las partituras de Igor Stravinski. Chirriar de lenguas a muy bajo nivel, lo cual nos recuerda que, puestos a ser simples, los europeos podemos ganar la pole position cuando nos ponemos. Por un lado, Francia ha sacado la brocha gorda y ha iniciado una política contra los campamentos ilegales de gitanos rumanos que, de facto, es una política de expulsión contra todo el colectivo. Es decir, teniendo un problema real, cuya compleja solución requiere una cierta valentía política, ha optado por confundir el individuo con el grupo, emulando simbólicamente aquel prior del Císter llamado Arnaud Amaury que en 1209 masacró a los cátaros de Beziers al grito de "Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos".
Por supuesto, Sarkozy no participa de ninguna tentación violenta, pero violenta a todo un colectivo humano convirtiéndolo en culpable de las acciones individuales. Con lo cual confunde los planos, mata la mosca a cañonazos y envía un mensaje que estigmatiza a todos los gitanos. Y sobra decir que lo hace, además, contra una de las anillas más débiles de la cadena, no en vano los gitanos rumanos están en el nivel más bajo de las simpatías de la gente. Tiene, pues, razón en querer resolver el problema. No la tiene en cómo lo intenta. Pero si Sarkozy ha demostrado ser un bruto, no lo es menos Viviane Reding, cuya comparación con las deportaciones nazis de judíos resulta vergonzosa. Que una comisaria europea banalice el nazismo y reduzca el asesinato masivo de judíos a un simple debate sobre inmigración denota una talla moral deplorable. Parece que el gaseo de seis millones de judíos sirve para cualquier descosido, como si no hubiera sido el peor roto de la historia. Tal para cual, pues, estos dos son el mejor ejemplo de la finezza política, aquella que gusta de pasear el elefante por la cristalería.
- 23 de enero, 2009
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