No hagamos pronósticos
Libertad Digital, Madrid
Cuando la gente descubre que eres economista, a menudo quiere que hagas predicciones sobre el futuro de la economía. Últimamente me lo piden cada vez más. Pero un economista debería ser consciente de lo peligroso que puede ser realizarlas.
Hay que tener en cuenta que lo que pasa en la economía se ve intensamente afectado por lo que hacen los políticos de Washington. ¿Y quién es capaz de predecir lo que van a hacer los políticos?
Aún así, permítanme que me salga de la norma e intente predecir lo que no van a hacer nuestros gobernantes en el futuro.
Lo que probablemente lograría que la economía se recuperara de la forma más rápida y más completa sería que el presidente de los Estados Unidos y los líderes del Congreso se callaran y dejaran de intervenir en la economía. Pero eso es virtualmente imposible.
Imagínese decir a todos los millones de personas que han perdido sus puestos de trabajo, sus hogares o sus empresas: "La verdad es que os he destrozado la vida, pero oiga, nadie es perfecto. Así que voy a dejar las cosas como están ahora". En la práctica, eso le cuesta decirlo incluso a uno mismo.
Si el estímulo no funciona, los ideologizados creerán que eso sólo se debe a que no se ha intentado durante el tiempo y con el dinero suficiente.
Siempre hay llamamientos a que la administración "haga algo" cuando las cosas van mal. Aquellos que hacen esos llamamientos casi nunca se molestan en comprobar lo que sucede realmente cuando la administración hace algo, en contraste con lo que sucede cuando la administración no hace nada.
No son únicamente los economistas del libre mercado los que piensan que la administración puede causar un desastre mayor con sus intervenciones. Fue Karl Marx –nada menos– quien escribió a su colega Engels que "la absurda intromisión de las autoridades" puede "agravar una crisis previa".
La historia de los Estados Unidos está llena de pruebas de los efectos negativos de la intervención pública. Durante los 150 primeros años de existencia de este país, el Gobierno federal no pensó que fuera asunto suyo intervenir siempre que la economía empeoraba; y todas esas recesiones finalizaron más rápido que la primera recesión en la que el Gobierno federal intervino a lo grande: la Gran Depresión de la década de los años 30.
Sobre esto último se suelen dar dos narraciones. La más popular, entre los políticos especialmente, es que el mercado quebró y el gobierno tuvo que intervenir para salvar la economía. La otra narración también da por sentado que el mercado se derrumbó pero iba camino de la recuperación justo cuando la intervención federal condujo de nuevo a un paro masivo. Si usted es impermeable a los datos, puede elegir la narración que más le guste… y la primera gana ese concurso de popularidad sin problemas.
Pero si usted se fija en los datos, ellos dicen algo así: el paro nunca alcanzó los dos dígitos en ninguno de los 12 meses posteriores al gran desplome de la bolsa de 1929 al que a menudo se culpa del masivo paro de la década de los 30. El paro tocó máximos en el 9%, dos meses después del desplome de octubre de 1929, y a continuación empezó a descender.
El paro había bajado al 6,3% hacia junio de 1930, cuando tuvo lugar la primera gran intervención federal. En cuestión de seis meses, la tendencia del paro a la baja se invertía y alcanzaba dos dígitos por primera vez en diciembre de 1930.
¿Qué iban a hacer los políticos? ¿Decir "la fastidiamos"? ¿O seguir probando una gran intervención tras otra? La historia demuestra lo que hicieron: las intervenciones del presidente Hoover fueron seguidas por las intervenciones aún mayores del presidente Roosevelt… y el paro siguió en los dos dígitos durante todos los meses de esa década.
Hay otro grupo de datos: el récord del mayor descenso de la bolsa en un día alcanzado en 1929 quedó desfasado en 1987. Pero Ronald Reagan no hizo nada… y los medios le empapelaron por ello. Pero la economía remontó y hubo 20 años de crecimiento económico sostenido con baja inflación y bajo paro.
¿Se puede imaginar a Barack Obama haciendo de Ronald Reagan? Desde luego yo no haría predicciones en ese sentido.
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