Hasta aquí llegamos
SALAMANCA. – Que Barack Obama, siendo afroamericano haya llegado a la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, donde siguen existiendo fuertes prejuicios racistas, no es un milagro. El milagro es que su predecesor haya llegado a la Presidencia y ocupó la Casa Blanca por dos periodos. George W. Bush en su juventud fue motivo de preocupación constante para sus padres. El tema no era que sentara o no cabeza, sino cómo debía utilizarla. Evidentemente en ambos casos la preocupación terminó en fracaso.
El jueves último, el presidente Obama dio órdenes de que el grueso del ejército apostado en Irak regresara a casa. La larga caravana de camiones, tanques de guerra y todo el equipo de combate cruzó la frontera con Kuwait de madrugada, intentando evitar incidentes. Con la salida de la última brigada de combate, Estados Unidos daba por terminada, simbólicamente, la guerra del Golfo, la segunda declarada en un par de décadas. Digo que “simbólicamente” para no caer en el triunfalismo de Bush que, a los cuarenta días de haber comenzado la guerra, en marzo del 2003, y a bordo del portaaviones USS Abraham Lincoln, dijo con aire triunfal: “Misión cumplida”. No sabía, o no podía imaginarse entonces, que el conflicto se prolongaría hasta agosto del 2010; es decir, siete años después.
A pesar de la corta inteligencia que demostró en sus ocho años de mandato, tuvo la habilidad suficiente para manipular la información que le proporcionaban sus servicios secretos y terminó convenciendo a José María Aznar, entonces presidente de España, y a Tony Blair, primer ministro del Reino Unido, que le acompañaran en esta aventura. Para ello primero los invitó a su rancho de Texas y luego la alianza se selló teatralmente en una reunión en las islas Azores.
Las armas de destrucción masiva que aseguraba Bush que Saddam Hussein estaba almacenando en Irak no aparecieron nunca y por fin hubo que ocultar este motivo y desviarlo hacia la idea de llevar a Irak los principios y objetivos de los gobiernos democráticos, después de haber sufrido los irakíes la sangrienta dictadura de Hussein.
Pienso que mucho mejor hubiera sido mantener lo de las armas de destrucción masiva. Así por lo menos no nos hubiéramos sentido engañados, estafados tan ingenuamente por la propaganda del señor Bush.
Ahora, en plena crisis económica, le queda pagar al pueblo norteamericano la demencial suma de 784.000 millones de dólares. Además del otro costo: el de vidas humanas sobre el que no se paga intereses ni tampoco tiene reembolso. El balance da: 100.000 muertos irakíes y 4.419 soldados pertenecientes a los países involucrados en esta guerra, una guerra que se libró en varios frentes porque además de las tropas occidentales, también se enfrentaban (y siguen haciéndolo), chiíes, suníes y kurdos que son las principales etnias que ocupan ese amplio territorio llamado Irak, pero que no ha logrado constituirse como nación y por lo tanto tampoco pudo crear un Estado.
El delirio mesiánico de Bush como el de sus cómplices en esta guerra demencial ha tenido un costo muy alto no solo en dinero, sino también en vidas humanas. La exportación de ideología es un juego peligroso, por no decir imposible. La salida de las tropas norteamericanas no quiere decir que la guerra haya terminado. Atrás queda un enorme problema por resolver y un primer ministro, Nuri-al-Maliki, surgido de unas elecciones muy cuestionadas y que hasta ahora no ha podido lograr un acuerdo con las diferentes fuerzas políticas para formar un Gobierno. Por el momento hasta aquí hemos llegado. Lo que vendrá luego no lo puede predecir nadie.
- 4 de septiembre, 2015
- 5 de noviembre, 2015
- 10 de junio, 2015
- 15 de abril, 2019
Artículo de blog relacionados
- 28 de mayo, 2009
Infobae Entre tantos temas de interés se escurre uno que tiene mucho jugo...
27 de febrero, 2021El Diario Exterior Desde el 11 de febrero, los funcionarios de la Eurozona...
25 de mayo, 2010Analítica Para todo lo demás, siempre existirá una forma de pagarlo. La semana...
22 de julio, 2011