El espionaje electrónico (I)
Los fines de semana sirven para ponernos en contacto con muchos viejos y nuevos amigos. Estos contactos para mi son en especial con cubanos y venezolanos.
Los dos grupos tienen bastante en común y adolecen de los mismos problemas por la falta de libertad y escasez de los productos de primera necesidad.
Las conversaciones que tenemos se basan en la desesperanza ante los regímenes que aplastan voluntades y obran en forma caprichosa para contener la ira de la ciudadanía, harta de apagones, bodegas y estanterías vacías y la corrupción rampante de la clase social que emergió junto al poder.
Aprieta el alma escuchar los relatos y más aún sabiendo que existe la posibilidad que las quejas puedan estar siendo oídas por extraños, que pueden tener base más tarde para obrar en contra del denunciante.
Lo experimenté en conversaciones que tuve en el pasado con la disidencia en Radio Martí. Muchos cayeron presos en la famosa redada, conocida como Primavera Negra del 2003, con los reos usados siete años después por el gobierno de La Habana como moneda de cambio a sus pretensiones de sobrevivencia.
Temor que tengo ahora con nuevas personas de una nueva generación quienes también pueden caer presos por decir lo que sienten a través del teléfono.
Mi aprensión se basa especialmente en la Base de Telecomunicaciones de Lourdes que tiene las facilidades para captar esas y todas las conversaciones que se quiera, de Estados Unidos y de otros países.
Según algunas fuentes, cuyos nombres no puedo revelar, el Centro de Radioescuchas que Moscú tiene en territorio cubano desde 1967 para espiar a Estados Unidos, ubicado en Cienfuegos a algunos kilómetros al sur de La Habana, nunca fue desactivado por completo, pese a la decisión de Rusia de retirar sus últimas tropas de la isla en 1992. La base sigue siendo operada -en menor escala- por militares rusos.
En el mes de octubre del 2001, Oswaldo Martínez, ex Ministro de Finanzas y Presidente de la Comisión Económica del Parlamento Cubano, aseguró que el anuncio de un posible retiro de Rusia de la base sería "un duro golpe" para las cuentas estatales. El arrendamiento proporcionaba al régimen castrista 200 millones de dólares al año.
"Un impacto tiene, obviamente, pero pienso que es necesario esperar a que haya una información más detallada (…) a que haya un acuerdo definitivo entre las partes", dijo Martínez en aquella ocasión a los periodistas en la sede del parlamento.
Moscú había anunciado el cierre en Cuba de la base rusa de espionaje electrónico, que permitía monitorear comunicaciones estadounidenses.
Molesto ante el anuncio, el gobierno cubano declaró que no había dado su aprobación al cierre de ese Centro.
La Habana mantuvo que sería necesario seguir negociando el tema de la base con Rusia, puesto que no ha había dado su consentimiento para el cierre de la instalación, vista como uno de los últimos vestigios de la guerra fría.
Un grupo de congresistas rusos, que visitaron Cuba en el 2001, declinaron en esa oportunidad comentar el tema (del cierre del centro), alegando que carecían de detalles y que esperaban regresar a Moscú para enterarse.
Sin embargo, hay personas en Cuba que indican que un pago que los cubanos nunca perdieron fue cobrar puntualmente, en cualquier nivel de las relaciones bilaterales, el arriendo de la Base de Telecomunicaciones de Lourdes. Agregan que el Centro de Escuchas instalado por Moscú en territorio cubano desde 1967 es demasiado valioso para haber sido desmantelado y sigue sirviendo para monitorear el cumplimiento de los acuerdos de desarme con Estados Unidos.
Hay fuentes que aseguran que nunca fue siquiera desactivado, incluso después del retiro de las últimas tropas rusas de la isla en 1992.
Hoy dicen, la base sigue activa, aunque operada a menor escala.
Su eventual desmantelamiento ha sido puesto en el tapete más de una vez en las conversaciones entre Rusia y Estados Unidos, sin resultados concretos.
Según una fuente de Cienfuegos, se ha observado durante años a personal ruso entrando y saliendo de las instalaciones y pese al secreto sobre la materia, se estima que prosigue la cooperación entre Rusia y Cuba en esa materia, lo que le permite al régimen de la Habana tener a su disposición las instalaciones para monitorear las llamadas telefónicas y el servicio de Internet.
Otra señal -que da base a pensar que el Centro prosigue siendo usado por Moscú y la Habana- la ofreció en el mes de septiembre del 2009, el primer sustituto del jefe del ejército ruso, Coronel General Nicolai Makarov.
Este importante oficial anunció en Moscú el regreso del apoyo militar a Cuba, que incluía la modernización del ejército nacional y el retorno a las academias rusas de oficiales cubanos.
Además Rusia prometió en esa ocasión que proveería a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba de armamento moderno y mantendría debidamente los equipos bélicos de la era soviética.
No obstante, si bien aclaran que la reanudación de estas relaciones militares no se enfilan contra terceros, es evidente que la isla se convirtió por segunda vez en base amiga para Rusia con el reacondicionamiento del Centro de escucha radioelectrónica.
Por otra parte, según informes de agencias norteamericanas de inteligencia, China está operando en Cuba un centro similar al de la Base de Lourdes. Los chinos, además, han instalado en la isla varios campos de antenas, que interfieren las transmisiones de Radios de Florida y están usando a Cuba como base para sus transmisiones en español de Radio Pekín Internacional.
Dentro de esa alianza estratégica con Asia en el campo de las comunicaciones y la electrónica, las empresas Gran Dragón, de China, y Copextel, de Cuba, suscribieron en La Habana un convenio para la constituir la empresa mixta Gran Caimán Telecomunicaciones (GKT).
El acuerdo es una de varias señales de acercamiento entre China y Cuba que han ocurrido discretamente -y poco o nada se ha dicho en forma oficial- luego del intercambio de visitas de alto nivel entre funcionarios gubernamentales de ambas naciones.
En Venezuela existe el mismo temor sobre esta clase de espionaje del gobierno para monitorear las llamadas dentro y fuera del país y el servicio de Internet.
Según la experta, Marianella Durán, los correos electrónicos de los venezolanos están a la vista de por lo menos 4 o 5 servidores por donde pasa la información antes de llegar a su destinatario. Explica que los "sniffers" se pueden encargar de "pincharlos".
Señala que los usuarios no están a salvo de ser intervenidos ni de ser objetos de “sniffing “desde su computador personal, del BlackBerry o desde cualquier equipo de un cibercafé.
El “sniffing” es uno de los métodos de espionaje informático, que puede ser realizado por aquellos que tienen acceso a puntos estratégicos de una red. El término proviene del verbo en inglés” sniff”, que significa olfatear.
Las bandas de fraudes electrónicos pueden usar programas con este diseño para "captar" ilícitamente los datos que son transmitidos en una red y detectar las claves personales de uso del e-mail y también las de los amigos y conocidos asociados a la cuenta.
Incluso los gobiernos pueden hallarse tentados a husmear en las cuentas de los usuarios si por alguna razón se sienten amenazados, a menos que se tomen ciertas precauciones que aminoran los riesgos.
Raymond Orta Poleo, otro especialista en el área, explica que para entender la vulnerabilidad de la red sólo hay que imaginarse que la computadora es como un teléfono y que los servidores de páginas web o de correos electrónicos son los que emiten la "señal" que se recibe.
"Esta señal que llega a nuestros computadores pasa obligatoriamente, antes de ser vista en nuestra pantalla, por proveedores de servicios de internet (ISP) que nos sirven, y lo que es peor, por otros proveedores de servicios antes de llegar a nuestro país. En el caso de las empresas, además, toda la información se reparte a través de distribuidores y equipos locales".
En ese camino que atraviesa el mensaje en cuestión de milésimas de segundos hasta su destino final, se describe una frágil longitud donde los correos pueden ser "pinchados" y registrados por cuartos o quintos, antes de llegar a su destinatario, si los administradores de redes y proveedores de servicios instalan los programas espías conocidos como “sniffers”.
No sé si es real o no, pero aseguran algunos analistas que el comandante cubano Ramiro Valdés, quien es experto en la materia de comunicaciones, instruyó a una élite de cubanos para captar conversaciones y llamadas telefónicas dentro de Venezuela, tal como se hace en la Isla.
Están además los apagones que cortan la electricidad y por ende privan al ciudadano de las comunicaciones, quedando aislado del mundo exterior.
Por eso es tan delicado esto de los contactos.
Sin embargo, a sabiendas de la posibilidad real del espionaje electrónico, los opositores cubanos y venezolanos prosiguen denunciando la falta de libertad y de todo lo más elemental en servicios, medicina y alimentos en la hoy extraña simbiosis llamada Cubazuela.
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