ZP es un caballero Jedi
Libertad Digital, Madrid
Recordará la película Star Wars. En ella el jovencísimo Anakin Skywalker (que después se convierte en Darth Vader) es quien ha de traer el equilibrio a la fuerza. Y vaya si lo trae, como que se carga a todos sus colegas de trabajo. A nivel político y económico, tal vez acabamos de asistir a lo mismo.
Me explicaré. La semana pasada el presidente del Gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero, anunció una serie de medidas sorprendentes que significan recortes de derechos sociales importantes (rebaja del sueldo de los funcionarios, congelación de las pensiones, reducción de los gastos farmacéuticos, etc.). Evidentemente, todos nos preguntamos: ¿y por qué este hombre no ha empezado con los gastos pueriles? Por ejemplo, el Gobierno acaba de tirar 74 millones de euros en la Expo de Shanghai. Eliminar el dineral regalado a sindicatos y políticos reduciría el gasto en 20.400 millones de euros. El mismo día del anunciado recorte, la administración tiró otro dineral a la danza, la lírica y la música. Al día siguiente regaló 270 millones de euros a payasos (los de verdad, no los del parlamento), a domadores y a mineros.
Así como en una empresa la forma más rápida de reducir coste es eliminar personal, ZP ha aplicado lo mismo; medidas que de entrada son inmediatas y fáciles de tomar unilateralmente. El Gobierno necesita dinero ya, ahora. No tiene tiempo para hacer un plan racional ni ordenado. La situación es muy grave. Si esto no da los resultados deseados –que no los dará–, el segundo paso es subir impuestos. Cosa que ya han insinuado y harán sin duda. Si tampoco resulta, entraremos en la fase tres: recortes en la sanidad. Ya se pueden ir concienciando, el copago en la Seguridad Social vendrá tarde o temprano. Por ahí se va una cantidad inimaginable de dinero y es una medida rápida de aplicar. De hecho, el Gobierno ha afirmado de forma tajante que no tocará educación ni sanidad. Lo ha dicho con la misma contundencia con la que afirmó que no estábamos en crisis hace un par de años, que lograríamos el pleno empleo, o que no tocaría ningún derecho social hace un par de semanas. Una de las diez leyes del liberalismo es que si el Gobierno dice algo, hará lo contrario.
Zapatero, al igual que Obama, son como el joven Anakin Skywalker. Son tipos a los que el ciudadano votó porque tenían que traer el equilibrio a la fuerza, al estado del bienestar. Por el contrario, serán quienes lo dinamiten. Están haciendo el trabajo sucio al liberalismo con el consentimiento de sus mayores detractores: conservadores y socialistas.
Estos meses vamos a ser sufridos espectadores (pero que muy sufridos) de cómo evolucionará el experimento de ZP. Los sindicatos ya han dicho que aplazan la huelga general y que posponen la de funcionarios. No saben qué hacer. Los actores, lobby del movimiento zapateril donde los haya, no han dicho ni "mu". Si estas medidas las hubiera tomado Aznar… en fin, ya se pueden imaginar lo que habría pasado.
Ahora que el Gobierno y los políticos se han quitado la careta, podemos contemplar su auténtico rostro. Nos hemos de preguntar: ¿por qué pagar tantísimos impuestos si prácticamente no recibimos nada? Sólo unos oligarcas políticos, lobbies sociales y económicos se enriquecen con lo que pagamos. ¿Por qué pagar forzosamente una jubilación si el Gobierno la recorta cuando le viene en gana y las expectativas de cobrarla se reducen día a día? ¿Por qué pagar elevadísimos impuestos a la sanidad, si al final la vamos a tener que sufragar por partida doble con el copago, o triple mediante mutuas para ahorrarnos las colas? ¿Por qué pagar impuestos sobre la educación, si lo primero que están haciendo algunos ayuntamientos es reducir esta partida? ¿Por qué confiar en los políticos cuando se aprovechan de sus privilegios, roban como nadie, despilfarran y sus mentiras podrían entrar en el Guinness?
Cuando los socialistas de todos los partidos hayan minado la confianza del clásico pijo-progre adicto a series yanquis, telediarios manipulados y programas basura (la clase media de este país), y por fin vea que el idílico sueño del socialismo no es más que una pesadilla de represión, robo y tiranía, a los liberales nos quedará el camino fácil. Proclamar que la mayor minoría es el individuo y no grupos sociales que sólo saben cobrar subvenciones. Que esta minoría no necesita la autoritaria vara del Estado; y que el mejor Gobierno es el que menos gobierna. Y mientras este radical cambio de mentalidad llegue, vaya preparando el bolsillo. La transición va a ser muy dura para todos.
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