El beso de la muerte
Hugo Chávez ha ganado todas las elecciones en que ha participado en Venezuela. Pero sigue perdiendo muchas en América Latina. El apoyo abierto o tácito de Chávez es el beso de la muerte para cualquier candidato en varios países.
Chávez no quiere que el candidato presidencial Juan Manuel Santos, del Partido de la U, gane en las elecciones en Colombia el próximo 30 de mayo. Colombia y Venezuela han suspendido sus relaciones por conflictos personales y políticos entre Chávez y el actual presidente, Alvaro Uribe. Y Santos fue ministro de defensa de Uribe.
"Señor Santos, con usted va a ser muy difícil restablecer las relaciones'', le advirtió públicamente Chávez a Santos. Y luego lo acusó de ser un manipulador.
Esto ha convertido a Antanas Mockus, del Partido Verde, en el candidato de Chávez. Le guste o no. Mockus aventaja a Santos en muchas encuestas. Sin embargo, sus declaraciones respecto a Chávez lo han puesto a la defensiva.
Primero dijo que admiraba a Chávez. "Tengo admiración en algunos aspectos'' por el presidente de Venezuela, dijo Mockus en una entrevista de radio. Pero poco después se desdijo.
"Usé la palabra `admirar' inadecuadamente''. Ya no admiraba sino sólo respetaba a Chávez.
La corrección salvó, por el momento, la candidatura de Mockus. Mientras más distancia ponga con Chávez, más posibilidades tendrá de ganar.
Mockus, quien ha sido dos veces alcalde de Bogotá, puede tener conductas extrañas –como bajarse los pantalones frente a un grupo de estudiantes cuando era rector de la universidad o casarse en un circo– pero es un político que sabe ganar elecciones. Y Mockus sabe también que si no se desliga de Chávez perderá la próxima votación.
Otros no lo hicieron a tiempo y pagaron las consecuencias.
El candidato presidencial mexicano, Manuel Andrés López Obrador, perdió las elecciones presidenciales del 2006 por menos del uno por ciento del voto tras una campaña negativa que lo comparó con Chávez. El ganador fue el actual presidente, Felipe Calderón. Un asesor de Calderón me confió en esa época que la intención de la campaña de medios fue presentar a López Obrador tan «intolerante'' como Chávez. Y funcionó.
Algo similar ocurrió en Perú ese mismo año. Chávez apoyó abiertamente al candidato izquierdista Ollanta Humala y calificó de "ladrón'' al ex presidente Alan García. Humala cayó en las encuestas y García ganó sin dificultad en la segunda vuelta.
En Honduras, el año pasado, la estrecha vinculación del presidente Manuel Zelaya con Chávez fue una de las razones que argumentaron sus opositores para derrocarlo. Temían que Zelaya buscara reelegirse en la presidencia, al igual que lo hace Chávez en Venezuela.
El nuevo presidente de Honduras, Porfirio Lobo, criticó duramente a Chávez durante la campaña electoral y una de las primeras decisiones que tomó al llegar al poder fue sacar a Honduras del ALBA (el grupo de países asociados comercial y políticamente con Venezuela).
A pesar de las derrotas electorales de Chávez en México, Perú y Honduras, el presidente venezolano todavía tiene fuertes aliados en los actuales presidentes de Argentina, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. Sin embargo, su idea de extender su revolución bolivariana se ha enfrentado con una creciente oposición continental.
El argumento de los antichavistas es sencillo. ¿Qué país quiere parecerse a Venezuela cuando ahí un solo hombre –Chávez– controla el ejército, la Constitución, la Asamblea, el poder electoral y los jueces? Si Venezuela de verdad fuera un ejemplo de desarrollo, ¿cómo se explican los constantes cortes de electricidad, los altísimos niveles de criminalidad, la inflación rampante y la devaluación del bolívar? ¿Cómo justificar los cierres de medios de comunicación independientes y las persecuciones a los opositores políticos? Eso no es democracia.
Chávez, efectivamente, ha ganado muchas elecciones en su país. Pero gobierna como un líder autoritario; ya ha amenazado con atornillarse en el poder hasta el 2021. Esto contrasta con lo ocurrido en Colombia.
La prohibición constitucional a que el popular Uribe se reeligiera para un tercer mandato es una señal inequívoca de salud democrática. Nadie es indispensable, ni en Colombia ni en Venezuela.
Por eso Antanas Mockus ha hecho bien en separarse de Chávez. Es una condición necesaria para ganar la presidencia de Colombia. Sí, Mockus tiene fama de excéntrico. Pero no de ingenuo.
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