Carros bomba e inmigrantes
El arresto del ciudadano estadounidense nacido en Pakistán, Faisal Shahzad, tras el frustrado atentado del coche bomba en Nueva York ha producido una oleada de sugerencias de que el gobierno de Estados Unidos está permitiendo que demasiada gente se haga ciudadana del país, y que lo esté haciendo demasiado apresuradamente.
¿Pero esas acusaciones tienen sentido? ¿Sería Estados Unidos un país más seguro si redujera drásticamente el número de inmigrantes a quienes otorga la ciudadanía estadounidense todos los años?
Según el Departamento de Seguridad Interna, el número de personas que se naturalizan como ciudadanos estadounidenses ha aumentado desde 120,000 anuales en la década de 1960 a 210,000 anuales en la década de 1980, a 500,000 por año en la década de 1990, hasta llegar a 743,715 el año pasado. El aumento en las visas de residencia permanentes es parecido.
Después de la noticia del arresto de Shahzad, varios canales de televisión por cable exhibieron estas cifras en la pantalla y preguntaron si Washington no se ha vuelto demasiado generoso a la hora de otorgar papeles de ciudadanía.
En la blogosfera, la corresponsal de AOL News en Washington, Andrea Stone, preguntaba: "Fue demasiado fácil el camino a la ciudadanía para Shahzad?'' Michelle Malkin, la comentarista conservadora conocida por sus posturas antiinmigrantes, escribió en su propio blog que "los jidahistas han explotado deliberada y voluntariamente la laxitud de nuestro sistema inmigratorio''.
Pero en momentos en que el país está debatiendo la xenofóbica ley antiinmigratoria de Arizona, existen varias razones por las que no deberíamos apresurarnos a concluir que reduciendo la inmigración ayudaríamos a reducir el riesgo de terrorismo.
En primer lugar, hay muchos terroristas nacidos en Estados Unidos. Sólo basta recordar el atentado de 1995 contra un edificio federal de Oklahoma City por Timothy McVeigh, que dejó un saldo de 168 muertos y más de 500 heridos, o el caso del "Unabomber'' Ted John Kaczynski, quien llevó adelante una campaña de letales "cartas-bomba'' en las décadas de 1980 y 1990.
Incluso entre los terroristas islámicos y los simpatizantes de la Jihad hay muchos nacidos en Estados Unidos. Tal vez recuerden a José Padilla, un joven nativo de Nueva York que fue declarado culpable de intentar detonar una "bomba sucia'', o de los "Seis de Lackawanna'', de Buffalo, Nueva York, en su mayoría estadounidenses de familias yemenitas arrestados en el 2002 y luego declarados culpables de estar vinculados a Al Qaida. O la mayoría de los cinco hombres de Liberty City, Miami, acusados el año pasado por planear atentados terroristas con Al Qaida, o de "Jihad Jane'', la rubia de ojos azules de Pennsylvania que fue recientemente acusada de intentar reclutar militantes para la Jihad por internet.
"Hay un amplio espectro de individuos que se radicalizan por diferentes razones: estadounidenses nativos, estadounidenses naturalizados e inmigrantes'', me señaló Robert Cressey, un ex asesor antiterrorista de la Casa Blanca durante los gobiernos de Clinton y de Bush. "No tiene sentido focalizarse en sólo uno de estos grupos''.
Más aún, las afirmaciones de que la inmigración aumenta las tasas de criminalidad suelen ser erróneas. Contrariamente a lo que alegan los partidarios de la ley inmigratoria de Arizona, ese estado se ha vuelto más seguro desde que los inmigrantes indocumentados empezaron a inundar su territorio en la década de 1990, según informó el Los Angeles Times el 2 de mayo.
El caso de Shahzad debilita los argumentos de quienes citan razones de seguridad nacional como excusa para tratar de expulsar a los inmigrantes indocumentados que trabajan en Arizona.
"¿Y qué hubiera pasado si Faisal Shahzad, el supuesto terrorista del coche bomba de New York, hubiera resultado ser un inmigrante ilegal de México?'', pregunta el blogger Robert Sheer en Truthdig.com. "El hecho concreto es que los terroristas que nos han atacado, incluyendo a todos los del 11 de septiembre, tenían todos sus papeles en regla''.
Frank Sharry, director de America's Voice, me dijo que "los opositores a la inmigración siempre intentan conectar la inmigración con el terrorismo, las drogas o la actividad delictiva, en un intento de demonizar a todos los inmigrantes. Pero esto no funciona, porque el pueblo estadounidense sabe que no es cierto''.
Mi opinión: Estoy de acuerdo. Obviamente es imperativo que las autoridades hagan todo lo posible por asegurarse de que no entren terroristas en el país. Pero no debemos perder de vista que los 24 incidentes terroristas ocurridos entre el 2002 y el 2005 fueron perpetrados por extremistas locales, y que muchos de ellos nacieron en Estados Unidos, según los datos del FBI citados recientemente en un informe el Consejo de Relaciones Exteriores.
La solución no es restringir la inmigración, sino mejorar las labores de inteligencia, para que podamos identificar a todos los individuos que presentan una potencial amenaza a la seguridad nacional. Y esos individuos pueden ser tanto estadounidenses nativos, como estadounidenses naturalizados, como inmigrantes recientes.
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