Steve Jobs miente
Libertad Digital, Madrid
Está siendo una mala temporada para Apple en cuestión de relaciones públicas. La filtración del nuevo iPhone era probable que sentara mal a la cúpula de la empresa, léase Steve Jobs, pero no tenía más importancia que esa. Sin embargo, la policía se dedicó a registrar la casa del bloguero responsable de la exclusiva y a incautarse sus ordenadores en busca de pruebas por petición de un extraño organismo parapolicial dedicado a luchar contra la mal llamada piratería en el que se sientan representantes de varias empresas, entre ellas Apple. Incluso Jon Stewart, cómico progre –y francamente bueno– que consume con avidez los productos de la manzana, ha criticado a la empresa. "¿Recuerdan su maravilloso anuncio de 1984 en el que derrocaban al Gran Hermano? Mírense en el espejo", indicó en su programa con inusual aspereza.
Pero hay otro asunto que está pasando más desapercibido en términos generales y que resulta bastante más significativo, y es la escalada bélica en la guerra contra Adobe y su Flash. Al principio no era más que un pequeño inconveniente: el iPhone era el primer móvil con el que se podía, más o menos, navegar por la web normal y no por la especialmente adaptada para las pequeñas pantallas de los teléfonos. La carencia de Flash era una molestia, pero el salto adelante era tan grande que nadie le dio demasiada importancia. Además se dio por sentado que Adobe terminaría creando una versión especial de Flash para el aparato en algún momento.
Pero con el tiempo, y el anuncio de Adobe de una versión de Flash para prácticamente todos los sistemas operativos móviles menos el iPhone OS, y la no inclusión de la tecnología en el más potente iPad, supimos que Apple había decidido impedir a Adobe cualquier posibilidad de incorporar Flash en los dispositivos móviles de su marca. Pese a ello, el iPad se está vendiendo como rosquillas, así que no cabía esperanza de rectificación. Bueno, podremos vivir sin ello. Yo mismo he criticado el Flash y augurado que irá siendo sustituido en buena medida por otras tecnologías, y ese mismo es el argumento de Jobs para negarse a utilizarlo. Creo que es un error: el futuro es HTML 5, sí, pero el presente no lo es. Aunque en esto podría equivocarme, y Jobs estar en lo cierto.
Pero quedaba que Apple diera el último paso, el más injustificable: prohibir las aplicaciones para iPhone que hayan sido creadas empleando herramientas de terceros. Dado que algunas de las más vendidas emplean cosas llamadas Unity3D y otros nombres igualmente interesantes y que nunca antes había supuesto un problema, sólo cabe concluir que a la empresa de Jobs lo que le preocupa es que Flash CS5, que se lanzará en pocas semanas, permitiera crear aplicaciones para iPhone… y para muchos otros móviles en el futuro cercano.
Jobs asegura que la razón por la que van a impedirlo es porque son muy buenos y saben de primera mano que emplear este tipo de herramientas sólo producen aplicaciones de baja calidad y que además impiden a los programadores emplear las novedades en la plataforma según aparecen, teniendo que esperar a que sean incorporadas. Es más, si la herramienta puede crear aplicaciones para múltiples plataformas, la cosa empeora porque se ajusta al mínimo común denominador entre todas ellas.
Mentira. Todo eso son buenas razones para no usar CS5 en el desarrollo para iPhone y los desarrolladores, que no somos imbéciles, las tendremos en cuenta. Pero existen multitud de aplicaciones que no necesitan apurar hasta el máximo las capacidades del iPhone y que podrían ser desarrolladas perfectamente con Flash CS5, y Jobs lo sabe perfectamente. El problema es que dichas aplicaciones podrían funcionar también en Android, Windows Mobile 7, Symbian^3 y todos los demás sistemas operativos móviles; bastaría con que Adobe proporcionara un sistema de exportación como el que ya ha hecho para el iPhone. Y nadie tiene ninguna duda de que lo hará: Jobs tampoco.
De ahí que haya prohibido el uso de herramientas de terceros. Quiere obligar a los programadores a que las aplicaciones que hagan para el iPhone sólo funcionen para el iPhone. Aprovecharse del éxito de la App Store para reducir la capacidad de los desarrolladores para producir aplicaciones para los demás móviles. Desde su punto de vista, es una estrategia razonable a corto plazo; no obstante, en cuanto Android o alguna otra plataforma móvil despegue, se puede volver en su contra, pues sería el iPhone el móvil excluido. Cosa que espero que suceda lo antes posible, aunque sólo sea por esa ridícula carta abierta con la que nos ha querido tomar a todos por tontos.
Daniel Rodríguez Herrera es subdirector de Libertad Digital, editor de Liberalismo.org y Red Liberal y vicepresidente del Instituto Juan de Mariana.
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