No es lo mismo vender que robar
Libertad Digital, Madrid
El otro día me pasé por Youtube para ver algún video del nuevo iPad y topé con este comercial. Atención al comentario más votado:
"…cuando eh terminado de verlo queria ver cuanto costaba para comprarlo , esto refuerza la teoria la grandes empresas ( apple ) nos impactan con sus anuncios para que les compremos sus productos (sic.)". [Faltas de ortografía y expresión originales].
Desde Galbraith hasta la actual Naomi Klein, esta visión ha tomado mucha fuerza. Para los defensores de la posición, muy extendida entre la gente común, las empresas crean necesidades absurdas que los consumidores compramos. ¿Y por qué compramos estas necesidades inventadas? Porque somos idiotas. No hay otra explicación. Aquel que compra algo porque lo ve cientos de veces por la televisión, es tan idiota como el que vota a un partido político porque en época de elecciones pone más vallas publicitarias que el resto.
El problema de esta teoría es que no contempla algo evidente: el valor es subjetivo. Desde el momento en que cada uno de nosotros tenemos diferentes preferencias, gustos y dinero para gastar, nuestros actos son diferentes. Por eso hay gente que se compra gadgets absurdos, gente que vota a los partidos de izquierdas (a propósito, todos en España), o que se casa con personas malhumoradas. Si en el mundo civil hay de todo, en el económico, que intervienen las mismas personas, también.
Curiosamente esta teoría no se aplica al poder del Estado. Pensemos en el ecologismo. No es una necesidad básica como la libertad, la conservación de la vida, la defensa o la propiedad privada. El ecologismo es una moda reciente que determina un estilo de vida. El principal impulsor del ecologismo son los Gobiernos. Los programas electorales de todos los partidos lo contemplan como un valor positivo y a defender. Zapatero llegó a decir incluso que tenía que ser la primera prioridad de Occidente. ¿Más que el hambre en el mundo o el paro en España? Para nuestro presidente del Gobierno, sí.
Desde un punto de vista económico, si nosotros consideramos que el iPad es un "sacacuartos", no lo compramos. Da igual la opinión del presidente de Apple. No nos puede imponer comprar nada. En cambio, si el Gobierno considera que algo vale la pena, lo impone mediante una combinación de persuasión y fuerza sin preguntar a nadie.
Ahora mismo, subvencionar las energías renovables cuesta 250 euros al año en luz a cada consumidor. Da igual que usted esté a favor o en contra de las renovables, lo va a pagar. ¿Este atraco es mejor que el anuncio de Apple? Steve Jobs no nos obliga a financiar sus cacharros. Gracias al estilo de vida ecologista impulsado por el Gobierno, el fraude ha encontrado en el sector ecológico un nicho de mercado perfecto. Ahora se han dado cuenta de que en algunas comunidades hay plantas solares que ¡producen de noche! El poder de las subvenciones es tan fuerte que los empresarios que viven del Estado han conseguido, por arte de magia, que sus paneles produzcan sin su materia prima, la luz de Sol. Todos enriquecemos a estos rentistas estatales y con el beneplácito del Poder y sus arribistas políticamente correctos. Eso sí, para estos mismos, Apple es peor que Hitler por intentar vender un producto suyo.
En fin, que hay tantos gustos como personas, pero no deberíamos de confundir "persuadir", que es lo que hace el libre mercado debido a la libertad de expresión que tiene todo particular e institución, con "robar". Las empresas y particulares persuaden. Los gobiernos y los políticos con sus acciones y subvenciones, roban. No es lo mismo.
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