Smiley austriaco
Ahora resulta que Smiley ha descubierto el modelo austriaco. Exclamará usted, feliz: ¡Hayek, por fin! Pues no.
Esto no tiene nada que ver con el liberalismo tradicional de la Escuela Austriaca de Economía que fundó Carl Menger.
Esto tiene que ver con lo contrario de la libertad, que es el poder. Smiley y sus secuaces tendrán muchos defectos pero no son tontos, y saben que el paro muy elevado los deslegitima y pone en peligro sus poltronas. Entonces actúan de muchas maneras, algunas profundas y estratégicas, como la siniestra Memoria Histórica, y otras más superficiales y coyunturales, como este camelo austriaco que, típicamente, no sabemos bien en qué se concretará, porque los socialistas lo ajustarán hasta el último minuto en función de sus intereses electorales. Pero en esencia se trata de dar por un lado la impresión de que efectivamente el Gobierno hace algo para liberalizar nuestro mercado de trabajo (ese sí muy heredero del franquismo y del falangismo), y por otro lado de que sigue siendo genuinamente izquierdista y por tanto no liberaliza nada. ¿Cómo abaratar el despido sin abaratarlo? Tales nudos gordianos sólo los puede cortar la espada de la coacción política.
Si los empresarios que despiden pagan menos de los días estipulados, pero los trabajadores despedidos no cobran menos, es que el poder fuerza a unos terceros a pagar: a los contribuyentes, a otros empresarios o a los mismos empresarios pero de distinta manera.
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