¿Fue Bolívar Estadista? (IV)
(Puede verse también las Partes I, II y III de este trabajo)
Bolívar fracasó entre otras causas por su idealismo, tratar de crear un gran país con obstáculos casi imposibles de poder superar, comenzando por la inhóspita geografía entre países y dentro de ellos. Viajar de Guayaquil a Quito o de Quito a Bogotá tomaba semanas y el viajero arriesgaba la vida. Cuando Rocafuerte dejó Quito al terminar la presidencia, le tomó un mes (incluyendo descansos) llegar a Guayaquil a posesionarse como Gobernador. Una tabla de distancias de tiempos a caballo entre ciudades revela que de Popayán a Quito tomaba más de 112 horas. La geografía atemorizó a los representantes de Ecuador para asistir a todos los Congresos, situación que ocasionó perjuicios al país por haberse dictado leyes contrarias a los intereses ecuatorianos.
A pesar de haberse pasado recorriendo entre países, Bolívar no se dio cuenta de que además de la geografía había otros obstáculos para hacer realidad su sueño, entre ellos la falta de homogeneidad en las sociedades de Gran Colombia. Al respecto, Rojas comenta en su obra Repúblicas de Aire: “Buena parte de los diseños constitucionales, codificaciones jurídicas, políticas fiscales, proyectos educativos, estrategias de escritura histórica, panteones heroicos, ceremoniales cívicos, manuales de instrucción moral y alianzas diplomáticas, impulsados por aquellas élites, contenían discursos y prácticas de homogeneización republicana de la diversidad. A la heterogeneidad social se sumó, desde los primeros años poscoloniales, una rápida diversificación del campo político y la esfera pública, provocada por las tensiones legislativas, la rivalidad entre caudillos, la formación de nuevas élites locales, la irradiación de logias masónicas y sociedades secretas, y los primeros brotes de guerra civil”.
Entre las características del buen estadista están: tener eficiente estructura de organización en su gobierno, optimizar y manejar las cuentas públicas correctamente. En el caso de la Gran Colombia cuya dimensión era enorme, para triunfar el proyecto, se requería casi la perfección en la organización del Gobierno: fluidez en las comunicaciones, efectividad en la implementación de decisiones, otorgamiento claro de autoridad a funcionarios, definición de responsabilidades, etc. Lamentablemente, en los departamentos de la Gran Colombia, la organización del gobierno fue muy pobre, prevalecía el caos y las cuentas se manejaban irresponsablemente. Bolívar no tuvo políticas económicas claras, actuó de acuerdo a lo dictado por su personalidad. En cuanto a la política fiscal fue más perjudicial que la española porque además de mantener los mismos impuestos, exigió “contribuciones” a los empresarios y profesionales. Estos impuestos disfrazados tuvieron severa oposición en Quito. Se desconoce cuánto se gastó durante la Independencia de Ecuador y el monto de lo aportado a la de Perú, además de si fueron bien invertidos los dineros. Lo único que se sabe es la asignación de la deuda externa inglesa, valor que posiblemente fuera inferior a lo gastado con recursos ecuatorianos, particularmente guayaquileños. Bolívar desde donde se encontraba enviaba comunicaciones para que del producto de las recaudaciones de la Aduana de Guayaquil se usaran los fondos para hacer pagos por compras de barcos u otros recursos bélicos. La contabilidad del gobierno fue introducida recién en la Presidencia de Vicente Rocafuerte.
En el tema de Guayaquil, Bolívar también mostró muy pocas dotes de estadista, le faltó habilidad diplomática para ganarse la confianza y respeto de todos los guayaquileños. Él veía en Guayaquil la fuente de riqueza para financiar sus guerras en el resto del país y Perú, y puerto de entrada para sus tropas. A esa fecha, Guayaquil era la ciudad más rica de Ecuador y la principal generadora de divisas por tener el dominio de las exportaciones. Bolívar ya había hecho contacto con Olmedo, quien era la máxima autoridad en la Provincia de Guayaquil, a raíz de que este último envió emisarios a Bolívar y San Martín para hacerles partícipes del gran triunfo del 9 de Octubre de 1820. Pero la intención de Olmedo no era entregarle la Provincia a ninguno de los dos. Las cartas de Bolívar a Olmedo fueron prepotentes y autoritarias, sin conocer Guayaquil se sentía dueño de la ciudad y con autoridad divina para decidir su futuro, como se aprecia en la carta del 18 de Enero de 1822. En ella se expresa en duros términos de Francisco Roca, uno de los patriotas guayaquileños, hermano de Vicente Ramón Roca, quien sería Presidente de Ecuador:
“La copia que tengo el honor de incluir á V. E. manifiesta claramente los sentimientos del Señor Francisco Roca miembro de ese gobierno. Ella no solo hace creer que el Sr. Roca es un declarado enemigo del Gobierno de Colombia sino que induce a conjeturar que lo es de la libertad de Guayaquil. Complacerse con la disolución de los cuerpos, con la divergencia de opiniones y en la· debilidad de las fuerzas que deben resistir al enemigo de América; llamar tunantes á los oficiales que propenden a la incorporación de Guayaquil a Colombia, es mostrar o que desconoce la verdadera debilidad de su país o los derechos incontestables de Colombia o mas bien es mostrar que cree que los esfuerzos de ese pueblo para recobrar su libertad, se han hecho para su engrandecimiento personal. y para proporcionar un teatro á su ambición. Yo creo que esta carta debe despertar y llamar toda la atención de ese gobierno sobre sus verdaderos intereses y sobre su verdadera felicidad; ese gobierno sabe que Guayaquil no puede ser un Estado independiente y soberano ese gobierno sabe que Colombia no puede ni debe ceder sus legítimos derechos y ese gobierno sabe en fin que en América no hay un poder humano que pueda hacer perder a Colombia un palmo de la integridad de su territorio. Yo creo Señor Excmo. que ya es tiempo de obrar de un modo justo racional y conveniente á los intereses de esa provincia demasiado tiempo expuesta a vaivenes de la fortuna y a azares de la guerra, pero oportunamente auxiliada y protegida por las armas de Colombia”.
Olmedo pretendió liberar al resto de las provincias de Ecuador, sin la ayuda de nadie, para lo cual organizó la División Protectora de Quito, ejército que lamentablemente sufrió una derrota en Noviembre de 1820. Fue en ese momento en que Olmedo se vio obligado a pedir ayuda a San Martín y Bolívar, mostrando más cercanía con el primero. Esto se observa por el número de cartas suyas a los dos. Con Bolívar hubo un intercambio de comunicaciones muy limitado. Mientras Olmedo estuvo en su cargo destinó importantes capitales para financiar la traída de los soldados colombianos que marcharían a Quito y luego el costo logístico para mantenerlos en el país hasta la batalla de Pichincha. También financió el envío de tropas a San Martín, uniformes y cacao para que con el producto de la venta, tuviera dinero para cubrir las necesidades militares. Todo este gran esfuerzo no fue reconocido por Bolívar, quien veía en Olmedo un serio obstáculo para apoderarse de Guayaquil.
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