Argentina y su gobierno que la empuja hacia abajo
La necesidad alimentaria mundial crece. Empezó por lo menos cinco años atrás y fue aprovechada por Brasil mejor que por otros.
Uruguay con una superficie más pequeña que la provincia Buenos Aires, está copando los mercados que va perdiendo Argentina, cuyo gobierno sigue estrangulando a los productores agropecuarios a quienes les prohibió exportar carne. ¡Brillante idea del presidente más hormonal y poco cerebral que tuvo Argentina entre numerosos viscerales que le precedieron!
El afán por empobrecer a los argentinos mientras personalmente se llena los bolsillos, parece ser el único objetivo planificado de Cristina.
Los países con mayor posibilidad de desarrollo debido a la demanda agropecuaria, son India, Brasil y Argentina.
India, con más de 1.200 millones de habitantes y 3,3 millones de kilómetros cuadrados, tiene un mercado interno que consume toda su producción. Es también la nación con mayor cantidad de ganado vacuno del mundo, que no faena ni exporta… Cosas de la religión.
Brasil con 200 millones de habitantes y 8,5 millones de kilómetros cuadrados, tiene para los suyos y los demás. Permite trabajar libremente a los hacendados; la empresa privada y el país prosperan.
Argentina con 41 millones de habitantes y 2,7 millones de kilómetros cuadrados, podría abastecer a su población y al mundo. Pero su gobierno prefiere fomentar la indigencia subsidiando todo lo que encuentra, para ganar el apoyo de los pobres en vez de ayudarlos a ser ricos.
Hace 64 años Juan Perón tomó el poder, emponzoñó al país y pulverizó su economía. Desde entonces, sus seguidores continuaron la onda destructiva e hicieron todos los peores experimentos financieros imaginables, en vez de simplemente copiar a los que triunfan.
Su supuesta contraparte política, los radicales, aunque más delicados en el trato, son tan izquierdistas e incongruentes como los primeros, por más que se califiquen de liberales.
Con una experiencia populista de fracasos seriales, los argentinos deberían haber aprendido la lección, pero el adoctrinamiento peronista ha superado al comunista. No ven la luz al final del túnel. Viven encerrados en su propio mundo donde Perón sigue siendo lo más grande, negando toda objetividad, sentido común y lucidez.
Hoy los argentinos tienen una oportunidad inigualable de salir del círculo de calamidades económicas y volver a jugar en las grandes ligas, si cambian su mentalidad estatista por una liberal. Pero están gobernados por sujetos de ultra izquierda, extraordinariamente obtusos, que se enemistaron con todos los gobiernos importantes del globo. Con los únicos que se entienden son con sus iguales de Venezuela, Bolivia y Cuba. Invictos fabricantes de miseria.
El argentino tiene alma competitiva y puede batirse con cualquiera en cualquier campo si se lo permiten. El argentino que sobresale es aquél al que no le ponen freno. Como en lo poco que no se mete el estado es en el deporte, sus héroes famosos son principalmente deportistas que se destacan mundialmente.
Si la misma política de dejar brotar la habilidad personal se permitiese en el ámbito comercial, industrial, académico, empresarial, científico, tecnológico y demás, surgiría la creatividad individual del argentino que catapultaría a su país hacia un progreso sin limitaciones ni fronteras. Sin embargo el gobierno sigue inmiscuyéndose en todo, cercenándole a su gente las chances de triunfar y generar riqueza.
Mientras más grande es el estado, más pequeño es el individuo, y hace 60 años que el estado lo es todo. El ciudadano promedio es un minúsculo ente gris que para desenvolverse con soltura debe emigrar.
Argentina debe hacer un cambio contundente e irreversible achicando el estado al mínimo, preocupándose de la seguridad e infraestructura y no de los negocios, dándoles a sus ciudadanos la libertad de trabajar sin trabas. Entonces todos podrán llegar a ser campeones en su propio rubro.
2011 podría ser el momento propicio para que aparezca el líder político con cabeza clara y fuerza de carácter, que acabe con el enfermizo populismo que aplasta a la mayoría en la estereotipada mediocridad colectiva y haga resurgir a la Argentina ganadora, pero hasta ahora no se vislumbra nadie.
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