Insulza, bis
Madrid. – Sin contrincantes que le disputaran el puesto, José Miguel Insulza fue reelegido el 24 de marzo secretario general de la OEA, por un nuevo período de cinco años. ¿Es que acaso ese personaje, que el 27 de noviembre de 2006 se declaró en Madrid admirador de Fidel Castro, no demostró falta total de voluntad para promover y defender la democracia representativa y los derechos humanos durante su primer mandato? Evidentemente que sí.
La OEA es en teoría una organización regional para la promoción y defensa de la democracia representativa, de los derechos humanos y de la seguridad hemisférica. En la práctica, sin embargo, se ha convertido en un club social de presidentes en el que los socios tienen un derecho y un compromiso fundamentales
El derecho: que cada uno puede hacer en su país lo que le de la gana. El compromiso: cerrar filas y auxiliarse mutuamente cuando la permanencia en el poder de cualquiera de ellos se vea amenazada. Insulza, que no es tonto, tiene muy claro que esas son las reglas del club y se ha cuidado de respetarlas. Consecuencia: los socios están felices con él.
En un intento de justificar el incumplimiento de sus responsabilidades fundamentales como secretario general, Insulza apunta que la Carta Democrática Interamericana (CDI) establece que para que la OEA pueda intervenir en un determinado país se requiere que el gobierno de ese país pida previamente esa intervención. Cierto, pero al expresarlo de esa manera él identifica al gobierno sólo con el poder Ejecutivo, que es la posición que le conviene al club de presidentes, pero no a la OEA como organismo encargado de defender la democracia.
El mismo secretario general está claro de que la CDI en ninguna parte especifica que sólo el poder Ejecutivo sea el gobierno. El 4 de abril de 2007, Insulza presentó al Consejo Permanente de la OEA un informe en el que decía: “El ‘gobierno’ debe ser entendido como referido a todos los poderes del Estado”. Si creía eso, ¿por qué en el caso de Honduras, a sabiendas de que el entonces Presidente Zelaya estaba preparando un plebiscito que había sido declarado ilegal, no exhortó a los otros poderes del estado para que solicitaran la intervención del organismo? La respuesta es sencilla: Insulza no estaba por la labor de defender la democracia sino los intereses del club de presidentes.
El autor fue Embajador de Nicaragua en España
AIPE
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