¿Secando el pantano?
Antes de que la Representante Nancy Pelosi fuera Presidenta de la Cámara de Representantes, ella prometió durante la administración Bush que si los votantes les permitieran a los demócratas recuperar una mayoría en el Congreso, los demócratas establecerían “el Congreso con más ética de la historia”. Pelosi prometió “secar el pantano” de la corrupción en Washington.
No sólo no se ha secado el pantano, sino que los demócratas lo han comenzado a considerar como una bañadera de agua caliente (hot tub). El partido está muy lejos de lograr nada siquiera cercano a la pureza ética. Pero, lo mismo sucede con los republicanos. Para la mayoría de la gente no importa quién tenga la mayoría en el Congreso. Los resultados son los mismos.
Un caso sirve como uno de muchos ejemplos del problema. Carol Leonnig del periódico Washington Post reportó la semana pasada que altos ejecutivos de una firma de defensa en McLean, Virginia, estaban debatiendo cuál de ellos debería comprar un boleto para un acto de recaudación de fondos, una catación de vinos, para el Representante James Moran (Dem. de Virginia). Moran es miembro del subcomité de Apropiaciones de Defensa. En el 2007, la compañía estuvo buscando la ayuda de la oficina de Moran para conseguir los contratos de seguridad que quería. La firma tenía ciertos renglones especiales que quería que Moran incluyese en una ley para gastos de defensa.
En un intercambio de correo electrónico, Leonnig escribe, “un alto ejecutivo dijo que él no comprendía por qué él tenía que ir al acto recaudatorio cuando ni siquiera bebía vino.
“No tienes que tomar”, le contestó Andrew Feldstein, principal ejecutivo de tecnología de Innovative Concepts. “Sólo tienes que pagar”.
El acto fue organizado por el Grupo PMA, una poderosa firma de cabilderos con “éxito inusual” en obtener contratos específicos de parte de miembros del subcomité militar. PMA ha estado bajo investigación por el Comité de Ética de la Cámara de Representantes. El Post informó que Moran reunió $91,900 en cheques para su campaña personal y el PAC (Comité de acción política) de los líderes en ese evento. “El consiguió que se incluyeran $800,000 para Innovative Concepts en la ley de apropiaciones para defensa del 2008”. Pero, claro está, no hubo ningún quid pro quo. ¿Cómo pudiera pensarse tal cosa? Todo el mundo niega tales sugerencias y cuestiona la salud mental de los que crean lo contrario.
Hay 13,740 cabilderos registrados como activos en Washington, D.C. hoy en día, según el Center for Responsive Politics. Saquemos la cuenta y esto nos da un poco más de 25 cabilderos para cada uno de los 535 miembros del Congreso.
Los últimos en tener sus nombres en la lista de los corruptos incluyen a Charles Rangel (Dem. de New York), David Paterson, el gobernador demócrata de New York, y el Representante Eric Massa (Dem. de N.Y.) Los republicanos también tienen su salón de la vergüenza, siendo los más recientes aquellos que se asociaron con Jack Abramoff.
El problema en Washington tiene por lo menos dos dimensiones. Una es el virus de la corrupción que no discrimina entre partidos. El otro es el carácter de los individuos que los votantes envían a Washington, muchos de los cuales se corrompen porque se quedan demasiado tiempo y parecen ser muy débiles para soportar la presión de los cabilderos, el dinero y la idea de que el poder en Washington es verdadero poder.
Hay una forma de arreglar esto, o por lo menos de mejorar la situación. Pero requeriría un acto de desprendimiento que usualmente no se asocia con la política y los políticos.
En el Distrito 10 de Carolina del Norte, el comisionado del condado de Iredell está retando al congresista republicano Patrick McHenry, en su primer período, en una primaria en mayo 4. Dejando a un lado si un período es suficiente, el comisionado Scott Keadle tiene la actitud debida sobre cómo se sirve en el Congreso. El le dijo al diario Gaston Gazette, “El Congreso federal no es una carrera. No es posible ser conservador y decir que su único trabajo es ser un legislador”. Keadle ha firmado una promesa de no servir más de tres períodos. También ha prometido no votar por aumentos de sueldo en el congreso (que ahora son automáticos) y dice que no aceptaría una pensión del congreso.
En la década de 1990, cobró algún impulso el tema de los límites de período cuando los votantes los exigieron para los legisladores estatales, gobernadores y alcaldes. Pero en 1995 la Corte Suprema falló, 5 a 4, que los estados no podían imponer calificaciones a los posibles miembros del Congreso federal que fuesen más estrictas que las especificadas en la Constitución. La decisión anuló los límites congresionales que habían sido establecidos en 23 estados.
Hay que encontrar otra forma de lograr el mismo fin, aun si esto significa sacar al partido fuera del poder en cada elección hasta que uno de los dos partidos se dé cuenta del problema y empiece a actuar a favor de los intereses del pueblo.
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