Cuba depredadora
Caracas. – Desde su inicio en 1959, el régimen castrista ha procurado expandir su influencia interviniendo de manera sistemática en la política de otras naciones. Ese activismo internacional ha atravesado tres etapas que conviene distinguir: La primera fue la etapa guerrillera de los años sesenta y setenta del pasado siglo. Su símbolo fue el Che Guevara y su máximo fracaso estratégico aconteció precisamente en Venezuela. La consolidación de la democracia venezolana en ese tiempo permitió la derrota de la insurrección armada.
La segunda etapa fue la soviética, durante la cual el ejército cubano fue utilizado como una fuerza de intervención global al servicio del expansionismo ruso, en particular en África, pero también en América Latina.
Esta segunda etapa también produjo una sucesión de reveses para Castro y generó un profundo resentimiento contra los cubanos castristas en aquellos países donde su presencia sólo condujo a acentuar los odios y las guerras. De paso, la tenue línea divisoria entre la retórica antiimperialista y la realidad del neocolonialismo cubano no tardó en corromper a numerosos miembros de las avanzadas militares de Castro, siendo el ejemplo más conspicuo el del general Arnaldo Ochoa y varios de sus colegas, sacrificados sin contemplaciones por Castro.
La actual etapa del expansionismo cubano bien puede ser calificada como la etapa depredadora, pues se ajusta al significado del término: La injerencia castrista en la Venezuela de Chávez se asimila al pillaje, a lo que el diccionario define como “Malversación o exacción injusta por abuso de autoridad o de confianza”.
Semejante curso de acción por parte de la Cuba de Castro, en este período postrero de su existencia personal, acarrea enormes costos y riesgos a un régimen al que las circunstancias empujan inexorablemente hacia un momento histórico distinto, después de cincuenta años de estériles fracasos. Por un lado, Castro y los “duros” dentro de su gobierno parecen dispuestos a postergar cualquier posibilidad de negociación con Washington, aferrándose en su lugar a la quimera de la insurrección latinoamericana contra el imperialismo, presuntamente encabezada por el incansable caudillo venezolano. Por otro lado, los cubanos en Venezuela, como Ochoa en África, se corrompen con las mieles del capitalismo y no pocos escapan a Miami. Finalmente, la rabia y el dolor venezolanos se agudizan frente al creciente saqueo y grosera rapiña de la Cuba castrista en un país que se concebía a sí mismo como digno y orgulloso, pero que hoy contempla su soberanía pisoteada por las obsesiones ideológicas y enigmáticos resentimientos que acosan a Hugo Chávez.
El autor es Profesor de teoría política, Universidad Metropolitana, Caracas
AIPE
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
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