¿Con qué se come el marxismo?
El comandante, como una vez lo hiciera Fidel Castro tras tomar el poder en Cuba, se confesó recientemente “marxista”. ¿Con qué se come eso?
Como siempre, para evitar opinar sin saber, como tantos otros en Venezuela, repasamos el “Manifiesto” de Marx y Engels para ilustrarnos. En sus prólogos leemos “cuando este Manifiesto vio la luz, no pudimos bautizarlo de Manifiesto Socialista… En 1847, el socialismo designaba un movimiento burgués, el comunismo un movimiento obrero. El socialismo era, a lo menos en el continente, una doctrina presentable en los salones; el comunismo, todo lo contrario…” Así que quedemos claros, primeramente, el comandante se confesó Comunista. Para los marxistas, el socialismo es dialéctica.
El Manifiesto planteó la abolición de la propiedad privada, al declararla “burguesa”, así como la sustitución de la educación familiar por la educación social, al calificar al modelo familiar igualmente “burgués”, sustentado en el capital. Marx y Engels declararon que “sólo la burguesía tiene una familia, en el pleno sentido de la palabra; y esta familia encuentra su complemento en la carencia forzosa de relaciones familiares de los proletarios y en la pública prostitución… A lo sumo, podría reprocharse a los comunistas el pretender sustituir este hipócrita y recatado régimen colectivo de hoy por una colectivización oficial, franca y abierta, de la mujer … ”
El Manifiesto Comunista planteó un clarísimo Plan de Gobierno: El Capítulo II precisa que “el proletariado se valdrá del poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado… con la mayor rapidez posible… Esto sólo podrá llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre la propiedad y el régimen burgués de producción, por medio de medidas que, aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulso… Estas medidas no podrán ser las mismas, naturalmente, en todos los países. Para los más progresivos mencionaremos unas cuantas… (1) Expropiación de la propiedad inmueble y aplicación de la renta del suelo a los gastos públicos. (2) Fuerte impuesto progresivo. (3) Abolición del derecho de herencia. (4) Confiscación de la fortuna de los emigrados y rebeldes. (5) Centralización del crédito en el Estado por medio de un banco nacional con capital del Estado y régimen de monopolio. (6) Nacionalización de los transportes. (7) Multiplicación de las fábricas nacionales y de los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo. (8) Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo. (9) Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad. (10) Educación pública y gratuita de todos los niños. Prohibición del trabajo infantil en las fábricas bajo su forma actual. Régimen combinado de la educación con la producción material, etc…” Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia. Aquí no hay creatividad, ni se trata de un modelo inédito como alega el comandante.
¡Está clarito! Sólo se siguen instrucciones escritas hace casi 200 años. La conclusión de Marx y Engels es lapidaria. Capítulo IV: “Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista…”
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