La verdadera tragedia de Haití
La desgracia ocurrida en Haití forma parte de una tragedia más profunda, la horrible pobreza de ese país. La razón por la que los desastres naturales no matan a tanta gente en Estados Unidos se debe a que nuestra prosperidad nos permite construir mejores viviendas y edificios mucho más sólidos. Y cuando un desastre natural nos golpea, contamos con el personal de emergencia, la maquinaria pesada y los servicios médicos para reducir el sufrimiento de la gente y el número de víctimas.
Los haitianos no cuentan con nada de eso. El Presidente Obama se refirió al terremoto en Haití como algo "especialmente cruel e incomprensible". Pero más cercano a la realidad hubiera sido decir que el clima político y económico de ese país caribeño deja a su gente desamparada cuando ocurren desastres naturales, algo que es "especialmente cruel e incomprensible".
Haití es uno de los países más pobres del mundo por las restricciones que impone a la libertad económica. Según el Índice 2009 de Libertad Económica, en Haití se requieren permisos previos a las inversiones extranjeras en electricidad, agua, salud pública y telecomunicaciones. Esos permisos se obtienen sobornando a funcionarios, por lo que terminan siendo monopolios primitivos. Esto explica la dificultad confrontada por los haitianos que viven en Estados Unidos en averiguar sobre sus familiares y amigos.
Haití sufre de una rampante corrupción y ocupa el lugar 177, de un total de 179 países, en el índice de corrupción de Transparencia Internacional. Su reputación de ser uno de los países más corruptos del mundo es un fuerte impedimento al intercambio comercial. Los funcionarios aduanales exigen sobornos para permitir el ingreso de mercancías importadas. Y el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage informa que onerosas y difíciles de cumplir regulaciones hacen que fundar una empresa en Haití toma un promedio de 195 días, cuando el promedio mundial es de 38 días. Y obtener una licencia para operar un negocio toma más de tres años.
Haití también sufre de delincuencia y anarquía desenfrenada. El Departamento de Estado, desde mucho antes de ocurrir el terremoto, alertaba que "no hay áreas seguras" en Haití. El crimen y la delincuencia resultan ser un impuesto prohibitivo contra el desarrollo económico y los más perjudicados son los pobres.
El respeto por la propiedad es vital para el desarrollo y crecimiento económico. El Índice de Libertad Económica reporta que la protección a la propiedad y a los inversionistas está severamente comprometida en Haití, debido al mal funcionamiento del sistema judicial y a sus escasos recursos.
Las naciones donde funciona el libre mercado tienen un ingreso per cápita más alto y en ellas se respetan los derechos humanos. Lamentablemente, al presidente haitiano René Preval no le entusiasma la libertad económica y sus héroes son los brutales tiranos comunistas del hemisferio: Hugo Chávez y Fidel Castro.
La reciente tragedia requiere de inmediata ayuda externa, pero son los haitianos mismos quienes tendrán que luchar contra la pobreza infligida por sus infames gobernantes.
El autor es Profesor de economía, Universidad George Mason.
- 23 de julio, 2015
- 28 de enero, 2025
- 27 de enero, 2025
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