Chávez no tolera la oposición
Era posible escuchar a los manifestantes en el fondo cuando la reportera informaba al mundo que Hugo Chávez le había quitado la señal de cable a Radio Caracas Televisión Internacional (RCTVI). Decían en coro: “Pueblo, madura, ¡esto es dictadura!”. El estribillo viene bien, no sólo al pueblo venezolano, sino a todos los observadores internacionales: debemos estar atentos para impedir que la frágil democracia en nuestros países se descamine de esa forma.
Es la segunda vez que Chávez censura a esta estación, la cual ahora transmitía por cable debido a que hace poco más de dos años el gobierno revolucionario le revocó su licencia. Esa vez, las protestas en contra del Gobierno fueron masivas. Esta nueva represión abarcó a otras cinco emisoras, dejando en claro la intolerancia a la crítica del gobernante; así lo confirman también las valientes declaraciones de los dueños de RCTVI.
Un campante Chávez, sin embargo, dice que la estación violó la ley porque dejó de retransmitir un segmento de nueve minutos que incluía un discurso presidencial.
Que la medida gubernamental sea legal, no la hace ética, democrática o respetuosa del derecho a la libre expresión. De hecho, en este caso afloran tres características ampliamente atribuidas al neopopulismo radical: tergiversar el significado de conceptos como democracia, constitución y legalidad; buscar el control directo de la comunicación mediática con “el pueblo”; y emplear la movilización ciudadana para afianzar su poder.
Una diferencia entre el populismo tradicional y el neopopulismo es la propensión a cambiar la Constitución y leyes específicas para “refundar la patria”. Extensas constituciones “aspiracionales” ensanchan los poderes discrecionales del gobernante y legalizan las violaciones a derechos básicos de los ciudadanos.
Además, los nuevos populistas manejan modernas tecnologías de comunicación y constantemente controlan los mensajes que llegan a los gobernados (informando, desinformando, transmitiendo propaganda y censurando). Por otra parte, el líder puede cultivar su imagen de bienhechor del “pueblo” mediante sucesivas y masivas demostraciones de apoyo popular, aunque se sepa que dichas aglomeraciones han sido montadas, orquestadas y financiadas por el mismo Gobierno. Una continua movilización logra tres objetivos. Primero, da preeminencia a cuestiones políticas por encima de otras preocupaciones entre los ciudadanos. Segundo, consolida la idea de que el Gobierno está llamado a resolver casi todos los problemas de la sociedad. Y tercero, debilita e intimida a la oposición política e inhibe posibles condenas internacionales a violaciones de los derechos humanos.
El resultado final es un gobierno autocrático y dictatorial mal disfrazado de democracia participativa. El proyecto neopopulista avanza gracias a estos métodos, pues neutralizan a las personas de buena voluntad, dentro y fuera, que legítimamente pudieran haber puesto límites al poder estatal. Empecemos por oponernos tajantemente a la más mínima violación a la libertad de expresión.
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