Acoso a la libertad y la dictadura sutil
El Comercio, Lima
El 2001 la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) publicó un libro sobre los mecanismos de censura sutil, en el que señalaba que la censura que se ejerce sobre los medios de comunicación “son menos groseras que la censura previa, las clausuras y cierres definitivos, la prisión y la expulsión de periodistas aplicadas hace 20 años por las dictaduras militares”. De acuerdo a este texto las formas actuales para intentar silenciar son “la discriminación y asignación arbitraria de la publicidad oficial y otro tipo de beneficios económicos usando los recursos públicos; el hostigamiento y la persecución de medios y periodistas independientes, a través de cuerpos fiscales de inspección; las interferencias telefónicas, la investigación de supuestos delitos, creados en los servicios de inteligencia oficiales supuestamente controlados por el poder civil”.
Como se puede apreciar ha cambiado la metodología pero el objetivo es el mismo: silenciar la libertad de prensa, silenciar la libertad de expresión, no solo de los periodistas sino de aquellos ciudadanos que se expresan a través de los medios de comunicación criticando la política gubernamental.
Así se atenta contra uno de los grandes principios de la democracia la tolerancia que deben tener las autoridades respecto a las críticas de sus adversarios. A esta relación el texto incorpora otro hecho que ha cobrado vigencia (sobre todo en aquellos gobiernos de la región con signos cada vez más autoritarios que incluyen en sus constituciones recientemente aprobadas la reelección, una institución nefasta en la política latinoamericana para que el poderoso de turno permanezca en el poder o como se pretende hacer en Colombia, modificar una constitución anterior implantando la reelección), nos referimos a los mecanismos legales, una forma de legitimar el abuso del poder, pero que en el fondo “limita el derecho ciudadano a saber lo que pasa”.
Este mecanismo en donde se manipula la ley en contra del derecho ciudadano a estar debidamente informado vulnera otro principio de la democracia tan importante como la tolerancia, el de la transparencia. A estos datos que figuran en el informe de la SIP, hay que agregarle el de la corrupción de algunos propietarios y periodistas que reciben dinero de los gobiernos y de grupos de poder para informar a favor de sus intereses, desinformar, chantajear o silenciar. Esto sucedió en México y en el Perú. En México por ejemplo durante la dictadura del PRI unos funcionarios se paseaban cada fin de mes por las redacciones de los periódicos distribuyendo unos sobres entre sus “quinta columnistas”, un concepto que viene desde la Alemania nazi y que todavía se sigue aplicando en algunos predios de la prensa latinoamericana. Ni hablar del Perú en la época de Fujimori.
Con la presión y el acoso, se pretende institucionalizar la censura o generar la autocensura, que un medio decida mantenerse firme a este embate, depende mucho del carácter moral de quienes lo dirigen y de los periodistas que laboran en él, poniendo por encima de todo interés, el principio de la libertad bajo la creencia de que esta no es negociable. Toda censura atenta contra otro principio de la democracia, la pluralidad, básica para que la ciudadanía escoja el medio o los medios de su preferencia en el marco de una sana competencia y subrayo sana, porque existe competencia desleal, pero aún en este caso la pluralidad hay que defenderla siempre, además una prensa monocorde es en su propia naturaleza aburrida y embrutecedora.
Ahora se sabe muy bien qué hacen estas dictaduras sutiles, llegan al poder por el voto popular, empiezan acaparándolo y poco a poco, usurpan el poder a los otros poderes del Estado y a los ciudadanos. Claro las constituciones dicen que contra un gobierno usurpador se justifica la insurgencia para recuperar el Estado de derecho y nuestra libertad.
Pero nos preguntamos, ¿qué podemos hacer para enfrentarnos a esas dictaduras sutiles? Si de sutilezas se trata, los que creemos en la prensa libre tendremos que inventar alguna forma de rebelarnos contra el dictador sutil. El método existe. La prensa libre tendrá que seguir combatiendo la dictadura por cierto, pero paralelamente promover principios y valores democráticos y no apoyar discursos y propuestas políticas de matriz, tono y estrategia autoritarios, porque a la larga, si apoyamos candidatos con vocación caudillista y de trasfondo dictatorial, nos estamos clavando la espada de Damocles.
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