El mito de 2008, por tierra
Por supuesto que los resultados de las elecciones extraordinarias de 2009 van a asustar a los Demócratas moderados y dificultar más la aprobación del Obamacare. Por supuesto que van a facilitar la recaudación de fondos y el reclutamiento de candidatos de cara a las legislativas de 2010 a los revitalizados Republicanos. Pero el efecto más importante de los comicios del martes es el histórico. Echa por tierra el mito del gran realineamiento de 2008.
A raíz de la victoria sobrada de Obama el año pasado, escuchamos hablar sin cesar de su naturaleza fundamental, revolucionaria, transformadora. Cómo estaba desatando un realineamiento para el siglo XXI de estilo Roosevelt en el que la nueva realidad demográfica — sobre todo la creciente presencia de las minorías y los jóvenes — iba a enterrar al Partido Republicano en un futuro lejano. Un libro anunciaba "La muerte del conservadurismo" al tiempo que el más modesto predecía nada menos que la decadencia terminal del Partido Republicano en una formación local del Sur de siempre o un grupo marginal compuesto de varones blancos enfadados condenados a la irrelevancia.
Todo esto era ridículo desde el principio. 2008 fue una anomalía histórica. Un candidato excepcionalmente carismático se postulaba en un momento de acusado hartazgo con la guerra, con un presidente Republicano intensamente impopular, frente a un contrincante políticamente incompetente, en medio del mayor colapso financiero desde la Gran Depresión. Y aún así ganó por sólo siete puntos.
Exactamente un año más tarde se produce la validación empírica del escepticismo. Virginia – supuesto bastión del nuevo realineamiento al haber votado a los Demócratas en 2008 por primera vez en 44 años — vuelve a ser Republicano. Con ganas. Barack Obama había ganado allí por una ventaja de seis puntos. El candidato Republicano a la gobernación logró una victoria por 17 — un cambio de 23 puntos. Nueva Jersey pasa de ser Demócrata en 2008 con más de 15 puntos a menos 4 en 2009. Un giro en redondo de 19 puntos.
¿Qué pasó? El cacareado reajuste Obama se ha esfumado. En 2009, en Virginia, el voto negro se redujo un 20 por ciento; el voto del grupo de menores de 30 años alrededor del 50%. Y en cuanto a los independientes, el premio final de cualquier realineamiento electoral, salieron en desbandada. Tanto en Virginia como en Nueva Jersey se habían decantado por Obama en 2008 por un margen estrecho. Este año se decantan por los Republicanos por la friolera de 33 puntos en Virginia y por 30 puntos igualmente sorprendentes en Nueva Jersey.
Los apologistas de la Casa Blanca dirán que la Virginia Demócrata era débil. Si la diferencia entre Bob McDonnell y Creigh Deeds era tan grande, ¿cómo es que cuando los mismos caballeros compitieron entre sí al puesto de fiscal general en todo el estado hace cuatro años, el resultado fue un empate técnico? Lo cual hace de la revancha McDonnell-Deeds 2009 lo más cerca que se puede llegar en política a un experimento de laboratorio para medir el cambio en las condiciones externas. Que se enfrenten de nuevo cuando el Obamismo esté implantado y ya verá lo que pasa. Lo que sucedió fue una clara victoria Republicana.
Los adornos de Obama en 2008 se han esfumado. La expansión del electorado, el entusiasmo de los jóvenes, se produjo bajo circunstancias excepcionalmente propicias para los Demócratas y de un entusiasmo sin precedentes por la elección del primer presidente afroamericano.
Lo de Noviembre de 2008 fue un suceso puntual, algo que sólo ocurre una vez y que no se repetirá nunca. Lo de noviembre de 2009 tampoco es un reajuste. Es un retorno a la norma — y la confirmación definitiva de que 2008 fue uno de los grandes eventos fortuitos de la historia política norteamericana.
La ironía de 2009 reside en que el vuelco anti-Demócrata superó a la norma – el Nueva Jersey profundamente Demócrata, por ejemplo, eligió a un gobernador Republicano por primera vez en 12 años — porque los Demócratas se equivocaron totalmente con la interpretación de los resultados de 2008 y la autoridad que presumieron les otorgaba. Obama se vio ungido para reformar el estilo de vida estadounidense por una victoria decisiva. Sin dejar de beber del cáliz, anunciaba al Congreso apenas cinco semanas después de su investidura su "Nueva Fundación” para América — desde la remodelación de la sexta parte de la economía estadounidense que constituye la sanidad hasta la regulación pública masiva del sustento económico que constituye su energía.
Por otra parte, la misma opinión generalizada que proclamaba a los cuatro vientos el amanecer de una nueva era el pasado noviembre, rechazaba la inevitable reacción popular a la ampliación desmedida del gobierno, la fiscalidad, el gasto público y la deuda por parte de Obama — las manifestaciones contra la política fiscal, los manifestantes en las asambleas — como una chusma furibunda de reaccionarios resentidos, zotes y desquiciados de Fox News.
Cuatro gatos. Apenas el mes pasado Gallup concluía que los conservadores superan a los izquierdistas por un margen de 2 a 1 (40% frente a 20%) y hasta superan a los moderados (en el 36%). Así que el martes, los "cuatro gatos" se revelaron. Es la reacción natural de un país de centro-derecha a un partido en el poder que pretende imponer a marchas forzadas una agenda de extrema izquierda valiéndose de mayorías puntuales generadas por los resultados excepcionales de las elecciones de 2008. La interpretación errónea de los resultados de esas elecciones — y de la autoridad que supuestamente otorgaban — es la causa fundamental de la debacle Demócrata de 2009.
© 2009, The Washington Post Writers Group
- 28 de diciembre, 2009
- 23 de julio, 2015
- 10 de junio, 2015
- 16 de junio, 2013
Artículo de blog relacionados
- 8 de septiembre, 2006
Por José Raúl González Merlo Prensa Libre La seguridad alimenta-ria es tema de...
24 de junio, 2008El Nuevo Herald Oliver Sacks publicó un artículo extraordinario en The New York...
23 de febrero, 2015Infobae - Economía Para Todos En algunos medios se lee que el Gobierno decidió aplicar...
2 de diciembre, 2020