Biotecnología agrícola, el Chapulín… y el 40%
Es como si algo nos impidiera aprender de las lecciones de la historia. Como si la falla de los oscuros vaticinios de Thomas Malthus no nos invitara a reflexionar seriamente. Y como si envolverse en la bandera de una ¿ideología?, cualquiera fuese, sirviera de argumento para dejar de pensar. Un lujo demasiado torpe.
Es verdad que cuando de políticas públicas se trata, la carencia de aprendizaje, de reflexión y de pensamiento son falencias tristemente generalizadas en estos sufridos arrabales latinoamericanos. Dato preocupante.
Pero como "mal de muchos" es consuelo de tontos…, ya va siendo hora de decidirse a aprender, a reflexionar y a pensar. Porque además de preocuparse, hay que ocuparse.
Cabe recordar que Malthus (1766-1834), estudioso de la por entonces incipiente ciencia económica y padre de la demografía, escribió en 1798 un libro titulado "Ensayo sobre el principio de la población", pronosticando que la población humana crecería según la veloz progresión geométrica (ej.: 2, 4, 8, 16), mientras que la disponibilidad de alimentos lo haría siguiendo la lenta progresión aritmética (ej.: 2, 4, 6, 8). El mundo se preguntaba, "¿y ahora, quién podrá defendernos?"
No fue Chapulín alguno, ciertamente no era colorado…, pero tampoco de otro color. Su nombre es tecnología, sin la cual usted no estaría leyendo este artículo ni yo lo hubiera escrito.
Claro que por tecnología no me refiero a la computadora utilizada para redactarlo, ni al e-mail para enviarlo, ni tampoco a la Internet para que alguien lo lea quién sabe dónde.
Hablo de algo mucho más vital: de no ser por la tecnología aplicada a la agricultura desde inicios del Siglo XX, seguramente ni usted ni yo hubiésemos nacido…, pues nuestros antepasados probablemente hubieran muerto de hambre hace varias décadas.
En efecto, Vaclav Smil, profesor emérito de la Universidad de Manitoba (Canadá), estima que el 40% de los más de 6,000 millones de habitantes del planeta está vivo gracias al proceso de la síntesis del amoníaco, desarrollado hace exactamente 100 años por Fritz Haber, y poco después llevado a escala comercial por Carl Bosch, de una conocida empresa alemana, para producir fertilizantes. Leyó bien: 40% de 6,000 millones (2,400 millones de personas).
Las negras predicciones de Malthus fueron determinantes para que la economía fuese bautizada como la "ciencia lúgubre". No obró de mala fe: simplemente subestimó el potencial de la tecnología, aun cuando durante gran parte del Siglo XIX la realidad parecía todavía seguir dándole la razón: las horrorosas hambrunas de 1845-1851 en gran parte de Europa dieron fe de ello.
Claro que luego de Fritz Haber y Carl Bosch siguieron otros. Entre ellos se destacó Norman Borlaug, un investigador estadounidense recientemente fallecido a los 95 años de edad, quien ganase el premio Nobel de la Paz en 1970, justamente por sus contribuciones científicas en el Centro Internacional del Mejoramiento del Maíz y el Trigo, en la sede de México.
Sus incontables herederos trabajan aceleradamente en biotecnología y en organismos producidos a partir de semillas genéticamente modificadas (SGM): los Estados Unidos tienen más de 62 millones de hectáreas (30 veces el tamaño total de El Salvador) con tal tipo de cultivos, especialmente de soja, maíz y algodón.
En la lista de países con grandes superficies dedicadas a cultivos de SGM también figuran Argentina, Brasil, India, Canadá, China, Paraguay, Sudáfrica, Uruguay y Bolivia.
En El Salvador, lamentablemente, el uso y la comercialización de SGM está aún pendiente de discusión, aun cuando ya fue definida su adhesión a los principios del Protocolo de Cartagena, por el cual debería crearse una comisión de seguridad que observe de forma vinculante la distribución y el uso de esas semillas.
Esperemos que el análisis de estos temas tan vitales (recuerde lo del 40%…) tenga un tratamiento más racional que el recientemente observado en ocasión de la distribución de semillas convencionales, con cortes de calles incluido. El Salvador merece que ya nadie se permita el lujo de no pensar.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
- 25 de noviembre, 2013
- 16 de junio, 2012
- 8 de junio, 2012
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