El casino socialista
¿Cómo será ver a Gadafi en persona? Si Chávez se persignó en la ONU porque había estado el diablo Bush, los trabajadores del Hilton buscarían agua bendita. Y tenían razón: ahora el hotel será del Gran Empresario Turístico y su trabajo en peligro, porque seguro habrá gente más endógena que ellos, que los sustituya en el nuevo "casino socialista". (Sólo analizar esa expresión requeriría un nuevo tomo de El Capital).
Como ya es costumbre, la expropiación chavista es una institución distinta a la de la Constitución. Ciertas expropiaciones de hoy son una mezcla de antojo y castigo, mientras que en la Constitución es un mecanismo para satisfacer la utilidad pública. Que el Presidente expropie el Hilton porque a Gadafi no le sirvieron su cuajada de leche de camella, recuerda esas películas donde el potentado rodeado de espalderos le dice a su valet "Joe, ¡compra este maldito bar!".
El comienzo de esta nueva figura correspondió al inefable vicepresidente José Vicente Rangel cuando amenazó con expropiar a los propietarios de los fundos que se defendieran de las invasiones, hace ya varios años. Si alguien defiende su propiedad se trata de un caso de legítima defensa, y si no es así, podría ser un delito y habrá que procederse a la correspondiente averiguación por el Ministerio Público, pero nunca a expropiar. La expropiación no es un castigo, sino un medio para satisfacer una necesidad social, como la reforma agraria. Pues si fuese un castigo, no habría razón para premiar al que cometió la falta pagándole el precio de su bien.
Más allá de estos elementales y evidentes criterios jurídicos, la expropiación-capricho es una de las causas fundamentales de la africanización venezolana. Ya es común que se vaya la luz, claro está, porque pagando hoteles, telefónicas y bancos no queda nada para centrales eléctricas. Mucho menos para médicos, especialmente los más caros del mundo, los cubanos, que valen su precio en petróleo.
La africanización es muy lógica tratándose del fantasma de Gadafi, "rey de reyes africanos" de acuerdo con su título, ahora reproducido en la Gaceta Oficial venezolana ("cosas veredes, Sancho amigo"). Si los reyes son caprichosos y antojadizos, no se diga de un "rey de reyes". Se ve que esa característica es contagiosa del presidente Chávez hay que esperar cada vez más caprichos expropiatorios.
- 23 de enero, 2009
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