George Shultz habla de la guerra contra las drogas
Ottawa—En 1982, cuando George P. Shultz asumió el cargo de secretario de Estado del presidente Ronald Reagan, su primer viaje fuera del país fue a Canadá. Su segundo, a México.
"La política exterior empieza con su vecindario", me dijo la semana pasada en una entrevista acá, en la capital canadiense. "Siempre he creído eso y Ronald Reagan también lo creía firmemente. En muchas formas él tenía [el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Nafta] en mente. Le prestó mucha atención tanto a México como a Canadá, al igual que yo".
Shultz, quien ahora es uno de los presidentes del North American Forum (un foro que convoca a miembros de las comunidades empresariales y del gobierno para una asamblea anual) aún sigue prestando bastante atención al vecindario de Estados Unidos.
Por estos días, eso significa tomar en serio el problema de la violencia ligada al narcotráfico en la frontera de México con Estados Unidos. "Ha llegado al punto en que… uno tiene que preocuparse por lo que le está pasando a México, y tiene que darse cuenta que el dinero que está financiando todo eso sale de EE.UU. en términos de ganancias de las drogas ilegales. No es saludable para nosotros, mucho menos para México, que esta violencia tenga lugar".
La de Shultz es una vez autorizada para hablar de este tema, en parte debido a que lo ha estado estudiando durante décadas y ha estado escuchando los puntos de vista de nuestros vecinos. Por mucho tiempo, ha expresado escepticismo sobre la interdicción como una solución al abuso de las drogas en EE.UU. Esas dudas han resultado ser proféticas.
En 1988, Shultz recuerda haber viajado a México para la toma de posesión del presidente Carlos Salinas de Gortari, con quien sostuvo una conversación privada después de la ceremonia. "Me dijo que entendía que era importante que México hiciera lo que estuviera a su alcance para detener el flujo de drogas hacia EE.UU. Pero quería que supiera que los fondos que apoyan todo ese tráfico venían de EE.UU. a México". Shultz dice que por la misma época escuchó un argumento muy similar del entonces presidente de Colombia, Virgilio Barco.
Salinas también le advirtió al secretario de Estado que los estadounidenses deberían ser conscientes de que no son inmunes: "Este problema se extenderá por la frontera. Las bandas de narcotraficantes llegarán a territorio estadounidense".
En años recientes, dice Shultz, ha habido una mayor concientización de la naturaleza del problema. "Me pareció interesante que hace seis u ocho meses, tres ex presidente latinoamericanos: Ernesto Zedillo de México, Fernando Henrique Cardoso de Brasil y César Gaviria de Colombia publicaron un reporte diciendo básicamente que debemos mirar a este problema en toda su dimensión si queremos llegar a alguna parte. Tenemos que darnos cuenta de dónde están sus orígenes".
No obstante, también es cierto que estos presidentes decidieron hablar después de que dejaron sus cargos. Le pregunté si existe alguna esperanza de liderazgo en la política en aquellos que aún permanecen en la presidencia. "Existe cierta cantidad de evidencia de que las personas están dándose cuenta de la naturaleza del problema y tienen más voluntad para tratar de lidiar con esto", aseveró.
Pero, agrega que aún no hemos creado el "espacio político" necesario para plantear el asunto en público. "Si usted está en estos momentos en política no puede discutir el problema. Es simplemente tóxico. El resultado es que tenemos este gigantesco problema que está desintegrando a México… y también tenemos suficientes problemas propios acá y en realidad no estamos sosteniendo un debate al respecto".
Shultz es un férreo defensor de la educación para reducir la demanda. "Si queremos ponernos serios ante el asunto, deberíamos empezar con un campaña gigantesca para persuadir a la gente que las drogas tienen un efecto nocivo. Y tiene que estar basado en materiales reales sólidos. No se puede tratar de engañar a la gente".
Aún así, esto ha sido difícil debido al tabú. Shultz recuerda lo que pasó poco tiempo después de haber dejado el gobierno, cuando su opinión de que la interdicción no es la solución salió a la luz pública después de un discurso a un grupo de ex alumnos de la Universidad de Stanford.
En ese entonces, como ahora, creía que tenemos que examinar el problema desde una perspectiva económica y entender qué pasa cuando existe una gran demanda de una sustancia prohibida. Cuando sus comentarios llegaron a la prensa, cuenta que recibió un alud de cartas. "Casi el 98% estaba de acuerdo conmigo y más de la mitad de ellos dijeron estar complacidos de que yo lo hubiera dicho, pero confesaron que ellos no lo hubieran dicho. El comentario más conmovedor vino de un [ex miembro de la Cámara de Representantes] quien aseguró que hace algunos años había expresado lo mismo, y que esa era la razón por la que ya no era un legislador".
Le pregunté a Shultz si opina que un enfoque más razonable podría venir de los estados estadounidenses. Respondió que "las personas pueden expresarse un poco mejor a nivel estatal". Y, respecto a cierta liberalización de las leyes de posesión de droga a nivel estatal "considero estos acontecimientos como una clara declaración de parte de ciertas personas de que el sistema actual no está funcionando muy bien y quieren cambiarlo".
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