Malas señales
Según un reciente informe de la oficina del censo de Estados Unidos, por primera vez en varias décadas se está reduciendo el número de extranjeros que viven en este país. Eso puede parecerle una buena noticia a la derecha neoconservadora, perenne enemiga de los inmigrantes, pero tan novedosa situación no se debe a la eficiencia de la guardia fronteriza en impedir el ingreso de inmigrantes ilegales, sino a que lamentablemente Estados Unidos ofrece hoy –tanto a ciudadanos como a extranjeros– menos oportunidades de prosperar que antes. Es por esa razón que menos extranjeros vienen a radicarse acá, mientras que un número creciente de residentes toman la decisión de regresar a su patria o marcharse a otro país.
Desde hace ya dos o tres años, los inmigrantes mexicanos se quejan con familiares y amigos que viven en México de que por aquí hay menos trabajo y menos oportunidades de avanzar. Tanto han desmejorado las oportunidades que, desde el año 2006, unos 400 mil mexicanos regresan anualmente a su patria. Y con ellos se van sus hijos nacidos aquí y que, por consiguiente, son ciudadanos de Estados Unidos. Todo ello significa que el tradicional y preponderante flujo de inmigrantes de ayer se ha transformado más bien en una sorprendente estampida de muchos que planeaban vivir en este país el resto de sus vidas.
Una señal más preocupante es que el gobierno, a través de la Reserva Federal, imprime dólares para tapar los huecos del presupuesto nacional y para seguir regalando miles de millones de dólares, no exactamente a los pobres de este país, sino en beneficio de aquellos grupos que apoyaron la campaña electoral del presidente Obama. Pero esa excesiva emisión de billetes ha causado una caída de 12 por ciento en el valor del dólar. En consecuencia, el precio del oro ha aumentado 19 por ciento este año, alcanzando un precio récord de 1,056 dólares la onza.
Bajo el reciente programa Cash for Clunkers (pago en efectivo por cacharros), el gobierno federal gastó más de 3 mil millones de dólares en comprar automóviles viejos que eran destruidos y servían de pago inicial en la adquisición de un vehículo más nuevo, que consumiera menos gasolina y contaminara menos. Bonita idea y fracaso total porque en septiembre, una vez terminado el programa, las ventas de vehículos cayeron 25 por ciento por debajo de septiembre del año pasado. La gente simplemente adelantó la compra que pensaba hacer para aprovechar el incentivo. Y los políticos no parecen comprender que es imposible crear riqueza en el país induciendo a la gente a destruir bienes.
La actual recesión se ha extendido por el mundo entero, pero han sido las naciones con déficit presupuestarios relativamente pequeños las que primero se han recuperado: Brasil, China y Alemania. Actualmente, el gobierno alemán tiene planes de reducir impuestos, lo cual ayudará considerablemente la recuperación de ese país, estimulará la creación de empleos y mayor actividad económica.
El autor es Director de la agencia AIPE.
(C) AIPE
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