La ONU es patética
Recientemente el embajador de Honduras en Ginebra, Delmer Urbizo, fue expulsado del recinto del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. El diplomático hondureño – cuyas simpatías están del lado del actual presidente de su país, Roberto Micheletti – fue invitado a abandonar la sala por los guardias de seguridad. La orden fue impartida por el presidente de la referida repartición, el belga Alex Van Meeuwen.
Dicho Consejo está integrado por 47 Estados. Los miembros son elegidos por la Asamblea General de la ONU según un reparto regional rotativo y mediante voto secreto. Este año por América Latina y el Caribe lo integran Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Cuba, México, Nicaragua y Uruguay.
Los demás países pueden concurrir como observadores, con derecho al uso de la palabra. En esa condición era que Urbizo participaba de la reunión.
Un grupo de diplomáticos latinoamericanos se había opuesto a la presencia de Urbizo, lo que había caldeado el ambiente. Brasil, Argentina y Cuba exigieron que la delegación de Honduras fuese compuesta únicamente por personas autorizadas por el ex presidente Manuel Zelaya, quién ha sido destituido por las autoridades legítimas de su país, por violar la constitución. Los estados mencionados basaban su pretensión, en las condenas al “golpe de Estado” de Micheletti que habían realizado, tanto la Asamblea General de la ONU como la Organización de Estados Americanos (OEA). En esas circunstancias, el debate había sido suspendido.
Al reanudarse la sesión, el embajador de México le entregó al presidente del Consejo copia de unas cartas provenientes de Zelaya, donde se indicaba que el embajador Urbizo había sido cesado en sus funciones. A raíz de ello, Van Meeuwen señaló que iba a verificar el valor de las misivas por medio de la Consejería Jurídica de la ONU, suspendiendo mientras tanto la reunión.
Urbizo solicitó que se le permitiera fundamentar su posición. Esa petición fue denegada por Van Meeuwen, que encima decretó la expulsión del representante diplomático. La postura del belga molestó profundamente a Urbizo, quien luego declaró a los periodistas presentes en uno de los pasillos de la sala: “no me han dado derecho a réplica, contra toda ley, no me permiten hablar”. Consideró aberrante lo ocurrido, porque la actitud asumida por el Consejo “es una violación de los derechos humanos".
Al leer esa noticia nos vino a la mente, un concepto que encuadra perfectamente al accionar de la ONU: patético.
Según el diccionario, “patético” significa “grotesco, que produce vergüenza ajena y pena”. Y eso es precisamente lo que sentimos cuando vemos que en forma impúdica, Cuba, una dictadura que hace cincuenta interminables años que sojuzga a su pueblo, es miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Lo que demuestra que la calificación de “bananera”, no sólo le calza a algunas republiquetas, sino también, a ciertos organismos internacionales. Además, causa estupor, y da mucho qué pensar, que sea precisamente ese país -con la complicidad de naciones “hermanas”- el que levante su dedo acusador sobre Honduras.
Patético, es que estados extranjeros armen un escándalo y exijan que un aspirante a dictador siga gobernando en su país – en contra de las disposiciones constitucionales- cuando esa nación ha decidido lo contrario. Más aún, cuando entre sus propósitos y principios, la Carta de la ONU establece que el “Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otros medidas adecuadas para fortalecer la paz universal”.
Patético, es que los gobernantes de los países aludidos, que se rasgan las vestiduras en nombre de la “democracia”, sean precisamente aquellos a los cuales Alexandre Marinis de Bloomberg, sitúa entre los infectados con el virus de la “tiranogripe”. Este autor expresa que el síntoma principal de esa enfermedad contagiosa, es el estricto control de las palancas del poder. Y recuerda, que fue “La sed de poder de Manuel Zelaya (lo que) le costó la presidencia de Honduras”.
Añade, que “Las democracias de Latinoamérica están experimentando lo que los expertos llaman hiperpresidencialismo: el dominio del poder ejecutivo sobre el legislativo y el judicial. Es una concentración insana de poder lograda utilizando decretos para pasar por alto otras instituciones, debilitando a los partidos políticos y cambiando las leyes para ajustarlas a las necesidades de un gobernante”.
Para poder evaluar cuán avanzada está la “tiranogripe” en un mandatario, hay que determinar en qué medida los medios han sido intimidados o silenciados, y el tiempo en que el presidente pretende seguir aferrado al poder. Y señala, que “Llevar a alguna de estas medidas lo suficientemente lejos puede debilitar a una democracia. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, mostró recientemente su reverencia por la democracia intimidando a la prensa. Envió a 200 auditores fiscales a intimidar al mayor grupo mediático del país luego de que publicó artículos acusando al Gobierno de corrupción”.
Estos comediantes, son los que pretenden dar cátedra en cuestiones de derechos humanos y democracia. Para ello, recurren al sofisma denominado –precisamente- “patético”. Esta falacia comprende todos los medios de persuasión no argumentativos; son aquellos donde en vez de dar razones para sustentar determinada postura, se exaltan las emociones del auditorio. Son muy eficaces para suscitar respuestas irracionales, ya que la inmensa mayoría de las personas se deja llevar por el apasionamiento, en vez de pensar críticamente.
Como si todo lo narrado no fuera suficientemente trágico, la Asamblea General de las Naciones Unidas se prepara para recibir, con todos los honores, a Mahmud Ahmadineyad, el presidente de Irán. Este personaje reiteradamente prometió borrar del mapa a Israel, un miembro de la ONU. Además, bajo su gobierno se violan sistemáticamente los derechos humanos de las mujeres, minorías religiosas y personas con orientación sexual diferente. El mismo, al que se le acusa de haber realizado un fraude escandaloso en las últimas elecciones; a lo cual hay que agregar, la violenta represión de los que manifestaban denunciando tal hecho. El trágico saldo fue un tendal de muertos y torturados.
En el reciente Festival de Venecia, la cineasta iraní Hana Makhmalbaf, acaba de presentar “Green Days”, que trata sobre el combate contra la tiranía en su país. A raíz de ello, Hana declaró lo siguiente: "Yo soy sólo una más en esa lucha, y arriesgo lo mismo que los demás. El fraude electoral fue masivo: un sinfín de pruebas lo demuestran. En Irán se sabe que en las cárceles se tortura, se viola y se asesina".
En el preámbulo de la Carta de la ONU ampulosamente se expresa, que la razón de existir de ese organismo internacional “es reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas”.
Eugène Ionesco es una de las máximas figuras del llamado “Teatro del Absurdo”. En sus obras, abundan los juegos verbales sin sentido, las palabras huecas, patéticos personajes que hablan largo rato sin decir absolutamente nada y situaciones carentes de toda lógica. ¿Habrá tomado como fuente de inspiración a la ONU?
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