El Salvador y su presupuesto 2010: $3,700 millones + $121 millones + $367 millones + …
Si bien es cierto que escuchar lo que algunos de ellos dicen es razón suficiente como para dudar sobre su capacidad de hacer la cuenta…, el motivo por el cual el monto aparece fraccionado no es la carencia de habilidades aritméticas, sino el exceso de motivaciones políticas. Y en ese tema nadie puede arrojar la primera piedra.
Es una pena, porque el presupuesto pudiera utilizarse como una formidable herramienta de gestión estatal. Al menos con dicha supuesta intención se lo prepara en todos los países del planeta…, aun cuando los procesos de elaboración, aprobación y aplicación difieran mucho entre las distintas naciones.
Y sabiendo que los políticos de todos modos harán sus jugadas…, resulta más edificante analizar conceptualmente el presupuesto estatal que dedicarse a criticar tal juego.
Debe destacarse que la elaboración y aprobación de un presupuesto es un proceso que tiene por objetivo: a) determinar cuánto dinero se requiere para hacer funcionar el aparato estatal de un país, y b) establecer las fuentes de financiamiento para dichos gastos. En torno a esas dos cuestiones gira todo lo relacionado con la "política fiscal".
¿En qué gasta dinero un Estado? Aun cuando los presupuestos suelen tener una organización por rubros institucionales, como educación, salud o justicia, es interesante hacer una clasificación conceptual de los cuatro tipos de gastos en los cuales el Estado emplea su dinero ("su" de usted, claro…).
Son los siguientes: 1) pagar sueldos y jubilaciones a empleados estatales, 2) comprar bienes y servicios para mantener su funcionamiento, 3) pagar intereses y capital de la deuda pública, y 4) otorgar subsidios a distintos sectores. Las malversaciones (en las cuales usted está pensando, no se haga el inocente…) simplemente engrosan los montos de algunos de los citados rubros.
¿Y cuáles son las fuentes de financiamiento? En última instancia el financiamiento siempre es a través de impuestos, que son transferencias de recursos obligatorias (impuestas…) a los contribuyentes.
Formalmente existen maneras adicionales de financiar el gasto público: con endeudamiento o con la emisión de dinero. Ambas tienen sus limitaciones, como verá.
El endeudamiento es una forma aparentemente distinta que tiene un Estado de financiarse, pero la realidad es que los préstamos recibidos en la actualidad inevitablemente se pagarán cobrándole más impuestos a sus nietos. Ello no implica que su uso siempre deba descartarse.
Por cierto, si se pudieran emitir colones sería fácil para el Estado disponer de más dinero para poder financiar el gasto. Se trata de una solución indudablemente rápida…, pero inflacionaria: debe recordarse que la inflación es el más injusto de los impuestos, pues afecta con mayor severidad a las personas que tienen ingresos limitados y fijos: asalariados y jubilados.
Finalmente, también por estos días se está hablando en El Salvador de reformas fiscales, existiendo la idea maniquea de que a los impuestos sobre los ingresos necesariamente los "pagan" los productores (ricos…), y que a los impuestos al consumo necesariamente los "pagan" los consumidores (pobres…). No siempre es así.
El concepto de "traslación fiscal", mucho más frecuentemente de lo que creemos, hace que los impuestos sobre los ingresos terminen siendo pagados por el consumidor: ocurre con los productos de demanda inelástica (los que no tienen claros sustitutos).
Sería más fácil y justo eliminar privilegios y exenciones impositivas, de manera que todos paguen sus impuestos, en vez de aplicar nuevos y complejos gravámenes específicos que inexorablemente terminarán afectando a quienes ya están tributando.
Tal como decía el economista francés del Siglo XIX, Frederic Bastiat, los privilegios tributarios confirman que "el Estado suele convertirse en la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a expensas de los demás". Sería saludable desalentar tal comportamiento.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
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