La fuga del paraíso, una película en rojo y negro
El Heraldo, Tegucigalpa
Mi vecino colocaba con cemento los últimos trozos de botellas rotas sobre el muro de su casa. Pasándole el último trozo le pregunté: ¿los afilados vidrios son para que los extraños no entren? ¿O para que los hijos no se escapen y dejen la piel en ellos? Me devolvió una mirada dura y con voz golpeada contestó: ¡Por supuesto que es para los extraños! Usted razonará igual, pero entonces la segunda pregunta le asombrará más.
¿Cuántos extraños murieron intentando entrar a gozar del paraíso del proletariado saltando el muro de Berlín? Por cierto bordeado por dentro de alambradas electrificadas, minas antipersonales, perros policías, y policías perros en casamatas con ametralladoras…? ¿Cuántos hijos de la Alemania Oriental comunista murieron intentando fugarse de ese paraíso?… ¡Miles!
¿Cuántos extraños han muerto intentando entrar clandestinamente a disfrutar del paraíso reservado solo a los cubanos…? ¿Cuántos de los hijos de Martí, nacidos dentro de la revolución, han muerto tratando de fugarse del paraíso caribeño, lanzándose con sus hijos al mar Caribe, a bordo de doce tablones amarrados a ocho neumáticos viejos, desafiando un mar infectado de tiburones, patrulleras artilladas, barrido por huracanes, tormentas y olas de seis metros?… ¡Miles!
¿Por qué si la guerra terminó en Nicaragua, hace ya treinta años, más de un millón de sus hijos se quedaron en Costa Rica y no volvieron a casa a disfrutar de la abundancia prometida del paraíso sandinista? ¿Por qué los nietos de Nicarao, nacieron, crecieron lejos en tierra extraña, donde se toma Root Beer y no pinolillo? ¿Por qué se quedaron en el exilio con sus padres y ahora hablan otro idioma como lengua madre, leen a Mark Twain y no a Darío? Y ocasionalmente solo regresan a Nicaragua como turistas a ver a sus abuelos.
Usted no necesita ser un experto politólogo, ni leer a Engels, ni manejar la teoría Hegeliana, ni razonar con el determinismo histórico, ni lidiar con el infecundo materialismo dialéctico, para activar el chip de su conciencia que Dios le instaló al nacer, y atender al sentido común de desconfiar con esos fraudes ideológicos de proyectos fracasados, llamados paraísos de izquierda, promovidos por falsos mesías populistas quienes quieren amarrar de pies y manos a la hermosa india virgen y prostituirla por unos petrodólares, entregándosela al vulgar y tosco gamonal del sur, que pretende extender los alambradas de su hacienda hasta el Merendón y el trifinio en Honduras y ondear en el palacio José Cecilio del Valle, la bandera rojo y negro del senil pirata del Caribe. Rojo y negro: ¡Sangre y luto! Azul y blanco:
¡Libertad y paz! ¡Todos a votar! No vea la historia pasar por televisión. ¡Haga historia con su voto consolidando la democracia! O mañana no se queje que unos pocos decidan por usted y que sus nietos solo le hablen por larga distancia en otro idioma y usted llore porque no les entiende.
- 23 de enero, 2009
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