El tapiz cultural de Estados Unidos
Las políticas públicas de los estadounidenses, es fundamental conocer la cultura de Estados Unidos. En muchos idiomas, la palabra cultura se refiere al arte, la música, la historia y la literatura de un país. En Estados Unidos, todo ello se considera una consecuencia o manifestación de la cultura. Nuestra definición de cultura tiene un sentido más antropológico. En inglés estadounidense, la palabra "cultura" significa sencillamente el modo de vida de un grupo de personas que se transmite de una generación a otra a través del aprendizaje. Es la suma de las creencias, valores, modos de pensar y cosmovisión que comparten la mayoría de los estadounidenses. Del estudio de estos aspectos externos de la cultura se deduce que son reflejo de nuestros valores internos, creencias y manera de interpretar el mundo. Si no se entiende la cultura interna estadounidense, es casi imposible explicar los comportamientos externos, entre los que se cuentan nuestras políticas públicas.
Si tuviésemos que representar la cultura principal o dominante de Estados Unidos mediante una imagen visual, podríamos utilizar un iceberg. La mayor parte de la masa de hielo del iceberg está oculta y sumergida. Lo mismo se puede decir de la cultura. Gran parte de la cultura se encuentra dentro de nuestra mente, es interna y no tenemos plena conciencia de ella. Aunque la punta visible del iceberg cambie —porque el sol y la lluvia la derriten— la base no cambia demasiado con el tiempo. Igual sucede con las creencias, valores, modos de pensar y cosmovisión: sufren cambios con mucha lentitud.
Las personas aprenden este aspecto de la cultura de manera inconsciente, al criarse en una comunidad o familia determinada. Ningún padre se sienta a la mesa para darle a sus hijos lecciones sobre "valores culturales". Más bien, se aprenden de manera inconsciente al criarse en una familia particular. Por ese motivo, generalmente no tenemos conciencia de nuestros valores culturales hasta que salimos de nuestro país y nos relacionamos con gente de otras culturas.
El énfasis en la superación personal
Al llegar a Estados Unidos, los inmigrantes europeos trajeron consigo sus creencias y valores. Habían llegado a un lugar en el que, al parecer, existía un caudal ilimitado de recursos naturales y numerosas oportunidades de superación personal. En Europa el que era pobre, moría pobre. La mezcla de creencias y valores europeos junto con las abundantes reservas de recursos y oportunidades, crearon un nuevo conjunto de valores culturales que denominamos "estadounidenses".
Las nuevas creencias y valores de superación personal y movilidad social pronto se vieron recompensadas y reforzadas. Los estadounidenses comenzaron a identificarse en función de su actividad laboral. Por ese motivo, cuando uno conoce por primera vez a un estadounidense, en un entorno social, lo normal es que se presente diciendo: "Hola, me llamo Gary Weaver. Soy profesor en American University. ¿A qué te dedicas?"
Sin embargo, gente de otras culturas se identifica en función de quiénes son. Por ejemplo, una persona de África Occidental, diría: "Hola. Soy Pap Seka, hijo de Tamsier Seka del pueblo de Basse, río arriba". Su principal fuente de identidad es él mismo: el lugar donde ha nacido y su padre. Su familia y su herencia cultural definen su situación social, y no lo que hace o lo que hará en el futuro.
Desconfianza de un gobierno central con excesivos poderes
A diferencia de lo que era habitual en Europa, los primeros pobladores que arribaron a las costas de Estados Unidos no deseaban ni un rey ni una reina ni un papa. Desconfiaban mucho de un gobierno central con demasiados poderes. Esta convicción encuentra expresión en las palabras del gran filósofo estadounidense Henry David Thoreau (1817-1862), quien dijo que "el mejor gobierno es el que gobierna menos". Claro está, los colonos sabían que su "Nuevo Mundo" precisaba un gobierno nacional que se hiciera cargo de las relaciones exteriores y el comercio internacional, pero sostenían que todo aquello que afectaba su vida cotidiana era incumbencia del gobierno local.
Estados Unidos nunca ha tenido un cuerpo de policía nacional. Los asuntos relativos a la asistencia social, la ejecución y adjudicación de la ley, el cuidado de enfermos y demás, son cuestiones de competencia local. Las libertades civiles de Estados Unidos, tales como la libertad de expresión, prensa, religión, y demás, figuran en la Constitución y la Declaración de Derechos. Estos documentos protegen la libertad individual y nos defienden contra un gobierno nacional con excesivos poderes.
No somos exactamente un "crisol"
Muchas personas creen que Estados Unidos es una amalgama de diferentes culturas en la que ninguna domina o impera. La metáfora que se utiliza a menudo para manifestar este supuesto es la del "crisol". La gente que llega a este país procedente de todas partes del mundo trae consigo una cultura que aporta a la mezcla. La mezcla se revuelve y se cuece al fuego hasta que se funden las diferentes culturas.
Hay algo de cierto en esta idea. Estados Unidos es, sin duda, una sociedad multicultural; sin embargo, existe también una cultura dominante. Los inmigrantes se integraron en esa cultura al abandonar muchas de las características que los hacían diferentes, para asimilarse a la corriente principal de la sociedad. Algunas personas sostienen que Estados Unidos a menudo tiene como modelo cultural el hombre de raza blanca, anglosajón y protestante. Los inmigrantes blancos pueden fácilmente conformarse a este modelo al adoptar un nombre anglosajón, convertirse al protestantismo y hablar el idioma inglés sin acento. Sin embargo, no todos encajan en el molde. La gente no puede cambiar su género, el color de la piel o la textura del cabello. Algunos se han mezclado con más facilidad que otros.
La asimilación al "mosaico" o "tapiz" cultural
"Los estadounidenses que asocian con un guión sus dos culturas", es decir, aquellos cuya identidad es doble, personifican la convicción de que se puede conservar la identidad étnica, nacional, religiosa o racial, y no por ello dejar de ser estadounidense. Los mexicanos-estadounidenses, irlandeses-estadounidenses, afro-estadounidenses, árabe-estadounidenses, musulmanes-estadounidenses e indígenas-estadounidenses son todos reflejo de que se puede ser un estadounidense hasta la médula en el que coexisten dos identidades culturales. Ahora bien, lo que mantiene unido al país no es sólo un conjunto de valores y creencias compartidas, sino también el inglés como lengua de comunicación y las experiencias comunes.
En cuatro estados —Nuevo México, Texas, California y Hawai— y en el Distrito de Columbia, la población de raza blanca y no hispana constituye una minoría demográfica. La mayoría de los demógrafos coincide en que la población blanca será una minoría en el país para el año 2050. Sin embargo, esta tendencia no parece alterar al estadounidense medio. De hecho, la mayoría opina que la diversidad contribuye a crear soluciones innovadoras y a una mayor productividad.
Este hecho refleja el modelo multicultural y la suposición de que no sólo son bien acogidas las diferencias, sino que se valoran y se consideran un punto fuerte. Pocas personas desean volver al pasado, a la época en que las minorías tenían que dejar a un lado sus características diferentes para conformarse al molde de la principal corriente cultural. La diversidad es una oportunidad que se debe acoger favorablemente, no un obstáculo a salvar.
La cuestión que afronta hoy Estados Unidos no es cómo deshacerse de las diferencias, sino cómo encauzar una sociedad donde existen tantas diferencias. Estados Unidos siempre ha sido un país muy diverso, pero ya no se trata simplemente de unir diferentes nacionalidades y grupos étnicos europeos. Hoy la diversidad equivale a muchas razas, grupos étnicos, nacionalidades, hombres y mujeres, discapacitados, empleados de todas las edades y personas de diferente orientación sexual. Debido a la realidad de los cambios demográficos, a la creciente interdependencia del mundo y a los beneficios patentes de la diversidad, los estadounidenses se adaptarán y desarrollarán las destrezas necesarias para comunicarse y trabajar con personas de todos los orígenes culturales.
Gary Weaver es catedrático de Comunicación Internacional de la Escuela de Servicio Internacional de la universidad American University, en Washington DC.
Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente los puntos de vista ni las políticas del gobierno de Estados Unidos.
(Este artículo pertenece al periódico electrónico de junio de 2006 “Instantáneas de Estados Unidos”.
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