Al ratificar a Bernanke, Obama da un primer parte de victoria
La decisión del presidente estadounidense, Barack Obama, de ratificar a Ben Bernanke en la presidencia de la Reserva Federal de Estados Unidos tiene sentido por muchas razones. Una de las más importantes a nivel político es que ahora es mucho más fácil para el mandatario proclamar que tiene un equipo que está ganando la batalla épica para reanimar la economía.
Sería mucho más difícil decir que su equipo está arriba en el marcador si, al mismo tiempo, despide a uno de sus capitanes. Eso, por supuesto, implicaría que quizás las cosas no andan tan bien.Al anunciar su decisión el martes, Obama dio otro cauteloso paso hacia una declaración de que lo peor ya pasó. "Como experto en las causas de la Gran Depresión, estoy seguro de que Ben nunca imaginó que sería parte de un equipo responsable de prevenir otra", dijo el presidente. "Pero debido a su experiencia, su temperamento, su valentía y su creatividad es exactamente lo que ha ayudado a conseguir". Las decisiones de su equipo, prosiguió Obama, han "sacado a nuestra economía del borde del abismo. Son medidas que están funcionando".
No es coincidencia que la decisión de mantener a Bernanke al frente de la Fed y enviar el mensaje de que se ha evitado el desastre se produzcan en estos momentos y en forma simultánea, ya que ambas tienen importantes repercusiones políticas. La sensación de que la economía salió de la sala de cuidados intensivos y se está recuperando podría mejorar las posibilidades de que el Congreso intente aprobar una ambiciosa reforma de salud en los próximos meses, a la vez que reduciría el daño político si tal iniciativa fracasa. Un Bernanke confirmado probablemente tendría menos problemas para persuadir al Congreso de que le dé luz verde a una reforma a la regulación financiera que le concedería a la Fed más poder del que conseguiría un Bernanke que estuviera haciendo sus maletas.
Más allá de ello, la sensación de que la economía levanta cabeza es el caballito de batalla esencial para que los demócratas sobrevivan a las elecciones legislativas del próximo año. La suerte de los demócratas los está abandonando en muchos frentes en estos momentos, pero la psicología de los votantes probablemente se verá afectada en mayor medida por la forma en la que interpreten la evolución de la economía en los primeros meses de 2010. Una vez que se impone la percepción de que la economía goza de buena salud es difícil cambiarla.
Como si estuvieran sincronizados, la organización independiente Conference Board informó el martes que la confianza de los consumidores estadounidenses subió en agosto y quedó muy por encima de las expectativas de los economistas. Si Obama, con la decisión de mantener a Bernanke en el cargo y con su retórica está diciendo que las cosas pintan mejor, no queda claro si está liderando o siguiendo el sentir popular.
Lo curioso es que una de las tareas más difíciles para el equipo de Obama ha sido ajustar correctamente la psicología y las expectativas del público. En sus primeras semanas en la Casa Blanca, Obama puede haber sido muy pesimista al tratar de frenar las altas expectativas que acompañaron su inauguración, pero probablemente inyectó demasiada desesperanza, enfriando el comportamiento de los consumidores.
En los meses siguientes, el gobierno se mostró demasiado optimista muy pronto, hablando sobre la aparición de "brotes verdes" justo antes de una nueva ola de noticias pesimistas sobre empleo y vivienda.
En lo único en lo que Obama parece haber acertado fueron sus consejos bursátiles. El presidente causó cierta conmoción el 3 de marzo, un día antes de que el Promedio Industrial Dow Jones se hundiera cerca de 300 puntos, al decir que era un buen momento para comprar acciones. Dos días después el mercado tocó fondo, cerrando a 6.626 unidades. Desde entonces, ha subido consistentemente y ayer se ubicó en 9.539, su cierre más alto del año.
En cualquier caso, aún abundan los riesgos para el presidente. Al confirmar a Bernanke, la Casa Blanca podría esperar que su tendencia a proveer mucha liquidez y dinero a tasas muy bajas continúe, pero no es algo garantizado. De hecho, existe la posibilidad de que el presidente de la Fed sienta la necesidad de mostrar su independencia política al subir las tasas de interés más rápido de lo que la Casa Blanca desea.
El propio Obama fue cuidadoso el martes: "Como he dicho antes, estamos lejos de tener un sistema financiero completamente saludable y de una recuperación económica completa", aseveró. Aún así, un sonriente Ben Bernanke y algunas palabras de aliento presentan una imagen igual de importante para el gobierno por su mensaje político como económico.
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