Reelección de Insulza. ¿Un favor de Chávez?
José Miguel Insulza llegó a la Secretaria General de la Organización de Estados Americanos de casualidad, el titular, el ex presidente de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez, renunció en el 2004 por acusaciones de corrupción, y el organismo estaba urgido de elegir un nuevo director.
Insulza cuenta con un amplio currículum político y de conocimientos profesionales. Fue ministro de Relaciones Exteriores, del Interior y vicepresidente de Chile. En su juventud fue cristiano demócrata, aunque apoyó la presidencia de Salvador Allende. Posteriormente se integró a la denominada corriente renovacionista de Partido Socialista.
El canciller mexicano Luís Ernesto Derbez, fue otra opción para ocupar la secretaria general de la OEA.
A lo largo de cinco votaciones que resultaban en empate de 17 votos, los cancilleres de los 34 países acordaron clausurar la sesión y convocó a una nueva consulta.
Otro candidato, el ex presidente salvadoreño Francisco Flores, que contaba con el apoyo de Estados Unidos, renunció al darse cuenta de las limitadas posibilidades que tenía de resultar electo. Washington respaldó la pretensión de Derbez, después que Flores renunció a sus aspiraciones.
El cerrado empate entre los aspirantes motivó a los gobiernos de Chile y México, a la búsqueda de votos que algunos llegaron a denominar como una cacería.
Insulza, ante la situación dijo que existían grandes presiones para que no votasen a su favor, agregando que agradecía el apoyo recibido por suramericanos y caribeños, porque estos habían soportado las supuestas presiones. No mencionó quien o quienes forzaban en su contra, pero si fue cierto que recibió al menos diez votos de los países del Caribe, con los que el presidente Chávez ha forjado una sólida alianza.
Por su parte México denunció que algunos estados estaban ofreciendo respaldo económico a los gobiernos que apoyaran a Insulza, y aunque no hubo una acusación directa, en los círculos diplomáticos y políticos de la época se comentó que Hugo Chávez era uno de los principales promotores de la candidatura del socialista chileno y que compraba voluntades sin el menor rubor.
El canciller mexicano desistió de su postulación en la confianza de que Insulza iba a hacer otro tanto, pero no fue así. El chileno mantuvo su opción y ganó solo con tres votos en contra: Perú, Bolivia y México. Contó con el apoyo de Estados Unidos que en principio rechazó su candidatura. No hubo elección de consenso como afirman sus partidarios.
Según un articulo del Clarín, firmado por Ana Barón, corresponsal de ese medio en Washington, el artífice principal de este giro fue el embajador chileno ante la ONU, Heraldo Muñoz, amigo personal durante años de la ex-secretaria de Estado Condoleezza Rice.
El canciller chileno, Ignacio Walter y Muñoz, explicaron a Rice que no veían una eventual victoria de Insulza como un triunfo de Venezuela. Le explicaron que el apoyo de Chávez a Insulza era un soporte más y que Chile no iba a cambiar su política exterior por ese respaldo.
José Miguel Insulsa desde que funge como secretario General de la OEA, ha tratado de ser complaciente con las corrientes más extremistas del hemisferio, según dicen algunos por sus convicciones ideológicas pero también para asegurar que las fuerzas de la Concertación, la coalición gobernante en su país, le respaldaran en su pretensión de alcanzar la presidencia de Chile.
La Tercera, diario chileno, informó que el candidato que apoyaba Insulza, si hubiera sido postulado, era el ex presidente panameño, Arístides Royo. También reseñaba que Chávez procuró el respaldo de Insulza para un postulante alternativo que era de especial interés para el gobierno venezolano.
Pero no es un problema para la OEA, institución muy desacreditada desde hace años por su ineficiencia, que su funcionario principal tenga otras aspiraciones, lo que si es negativo y objeto de críticas justificadas es la parcialización de ese funcionario en los diferendos que se han presentado en el hemisferio en los últimos cuatro años.
La Organización de Estados Americanos ha coincidido estratégicamente, ideológica y políticamente, con el Grupo de la Alianza Boliviarana de las Américas, artífice de todo el operativo político contrario al derrocamiento de Zelaya, que tuvo lugar en Managua a las pocas horas de la destitución del mandatario. A ese encuentro se sumaron otros gobernantes entre ellos, el monarca cubano Raúl Castro, quien pidió abiertamente una intervención de Estados Unidos, que en este caso no violaba el sacrosanto principio de la No Intervención y Respeto de la Soberanía de los Pueblos, por los que tanto clama la izquierda decimonónica.
No obstante, lo ocurrido en la OEA en relación a Zelaya, para bien o mal, no tiene precedentes y por lo tanto es obligado regresar al pasado reciente del continente para valorar la integridad de Insulsa.
Las agresiones de Chávez a Colombia, y su apoyo a los terroristas de las FARC nunca han sido condenados por Insulza. El ex presidente Lucio Gutiérrez, que también tuvo veleidades chavistas, fue derrocado en abril del 2005 por congresistas de la oposición que adujeron que el mandatario había abandonado su cargo, lo que no fue cierto. La acusación contra Gutiérrez era trivial, sin sentido. Aun así fue derrocado y la OEA, que ya dirigía Insulza, hizo mutis por el foro. Gutiérrez, recientemente citó informes de inteligencia militar y policial de que en el golpe de estado en su contra habían actuado agentes venezolanos.
Bajo el gobierno de Rafael Correa, Ecuador, la OEA ha tenido más de una oportunidad para pronunciarse sobre los abusos de poder de ese mandatario, otro tanto ha podido hacer por los actos de despotismo electoral de Daniel Ortega y de Hugo Chávez, que han perseguido a los políticos de oposición que han triunfado en comicios regionales y locales y modificado las legislaciones de las instancias publicas que han pasado al control por elecciones de sus rivales políticos.
Bolivia, otro miembro del Alba, ha merecido una mayor atención del Secretario General, pero no ha sido así. La OEA ha sido muy discreta, parca y parcializada como dicen muchos analistas con las diversas crisis bolivianas, tal y como actuó con Honduras, que aparentemente espero el desenlace de una crisis anunciada, que el organismo hemisférico pudo haber evitado.
José Miguel Insulza es ciego y sordo a la política expansionista y desestabilizadora de Hugo Chávez, al igual que a sus pretensiones de reelegirse indefinidamente, porque según afirman algunos analistas está consciente que si París bien valía una misa para Enrique IV, la reelección en la OEA merecer ser ciego, sordo y mudo a las tropelías del déspota venezolano.
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