La palabra globo deriva de la palabra latina globus, que significaba cuerpo esférico. Luego, en el siglo dieciséis, el planeta Tierra fue denominado globo y, más precisamente, globo terráqueo. La palabra globalización deriva precisamente de la palabra globo, en el sentido de globo terráqueo.
Actualmente globalización tiene este significado particular: proceso por el cual los ciudadanos de una nación tienen la opción de disfrutar del progreso que han logrado los ciudadanos de otras naciones del mundo.
La globalización ha posibilitado que el arte no sea un tesoro único de la nación en cuyo territorio nace el artista, sino también un tesoro que pertenece al resto del mundo. ¿No se globalizó el arte de Juan Sebastián Bach? La globalización ha posibilitado que la filosofía no sea una intrépida conjetura que queda prisionera de la nación en cuyo territorio nace el filósofo, sino una conjetura que pertenece también al resto del mundo, y así incrementa las opciones de pensamiento de cualquier ser humano en torno a la esencia última de la cosas. ¿No se globalizó la filosofía de Manuel Kant?
La globalización ha posibilitado que la matemática no quede atrapada en la nación en cuyo territorio nace un fabuloso matemático, sino que se propague hacia el resto del mundo, y contribuya al progreso de otras ciencias en cualquier nación del mundo. ¿No se globalizó la prodigiosa creación de Carl Friedrich Gauss?
La globalización ha posibilitado que el conocimiento que ha generado la física, la química o la biología no quede retenido en la nación en cuyo territorio ese conocimiento se genera, sino que se propague hacia el resto del mundo. ¿No se globalizó la física de Newton, la química de Lavoisier, o la biología de Darwin? La globalización también ha posibilitado que la técnica no sea un patrimonio exclusivo de la nación en cuyo territorio el tecnólogo engendra su obra ingeniosa, sino sea un patrimonio del cual dispone el resto del mundo. ¿No se globalizó el teléfono que inventó Alexander Graham Bell?
La globalización ha posibilitado que el progreso económico no sea un privilegio de la nación en cuyo territorio ha ocurrido ese progreso, sino que sea un progreso del resto del mundo. Por causas políticas, la globalización económica no ha logrado la plenitud que ha logrado la globalización artística, filosófica, científica o técnica. Empero, es preferible algún grado de globalización económica, que ninguno. El vehículo esencial de la globalización económica es el comercio. Un comercio más libre equivale a una mayor globalización.
La globalización económica no es pérdida de soberanía nacional. ¿Acaso una nación pierde soberanía porque, mediante el libre comercio, reduce costos y aumenta beneficios? La globalización económica no aniquila la identidad cultural. ¿Acaso la identidad cultural de un campesino queda aniquilada porque cultiva su tierra, no con un miserable azadón, sino con un productivo tractor? La globalización económica no es servidumbre de naciones pobres, y señorío de naciones ricas. ¿Acaso es servidumbre comprar excelentes medicinas alemanas para curar graves enfermos guatemaltecos? La globalización económica es el mejor destino material de todos los seres humanos.
Quizá un motivo de la absurda oposición a la globalización económica es un obsoleto aldeanismo sentimental, aterrado por el caudal impetuoso del progreso mundial; o quizá el motivo es una ridícula mescolanza de nostalgia socialista, nacionalismo paleolítico, primitivismo mental, histeria ecologista y resentimiento anticapitalista. No se excluye que ese antiglobalismo económico sea un leal y ferviente servidor del proteccionismo industrial y agrícola de los países ricos, y un activo y mercenario procurador del retraso de los países pobres.
Post scriptum. La antiglobalización económica equivale a oponerse a que los seres humanos de todo el mundo mejoren su estado de vida mediante el libre comercio.