El club de los presidentes autoritarios
Hoy, algo diferente. En lugar de comenzar con las noticias y terminar con mi opinión, como solemos hacerlo, voy a empezar despachándome de entrada. El motivo: Es difícil mantener la cabeza fría ante el desmantelamiento de la democracia que está teniendo lugar en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Honduras.
La semana pasada, cuando los presidentes de estos países se reunieron en Maracay, Venezuela, para celebrar una cumbre extraordinaria del ALBA –la alianza regional de países de izquierda encabezada por Venezuela– fue difícil no ver el grupo como una sociedad de ayuda mutua para la autoperpetuación en el poder.
Todos ellos fueron elegidos democráticamente por sus promesas de combatir la corrupción, pero casi todos, apenas asumieron sus cargos, concentraron toda su energía en cambiar la constitución para permanecer indefinidamente en el poder.
Veamos los titulares de los últimos días:
• En Honduras, el presidente Manuel Zelaya anunció el 25 de junio que ignorará un fallo de la Suprema Corte que le ordenaba rehabilitar en su cargo al jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Roméo Vázquez.
Zelaya había destituido al general por haberse negado a apoyar un referéndum que el presidente había convocado para cambiar la constitución y permitir su reelección. La Corte Suprema, el Congreso y el Fiscal General del país han dicho que el referéndum de Zelaya es ilegal.
Horas después de que Zelaya desconociera la decisión de la Corte Suprema, el presidente venezolano Hugo Chávez denunció que ''en Honduras se prepara un golpe de estado'' encabezado por ''la burguesía retrógrada'', y todos los presidentes del ALBA manifestaron su apoyo a Zelaya.
• En Ecuador, el presidente Rafael Correa, quien ya ha cambiado la constitución para reelegirse, está aumentando sus ataques contra los medios después de que el diario Expreso informó que empresas fantasma propiedad de su hermano Fabricio Correa han ganado licitaciones gubernamentales por más de $80 millones.
Días después de publicada la noticia sobre Fabricio Correa, el presidente firmó un decreto prohibiéndoles a las instituciones gubernamentales hacer publicidad en los principales periódicos. La semana pasada, la agencia de telecomunicaciones ecuatoriana impuso una segunda multa administrativa a la emisora de TV independiente Teleamazonas, en medio de advertencias gubernamentales de cerrarla.
• En Venezuela, Chávez, que ya cumplió diez años en el poder y fue quien inició la actual ola de cambios constitucionales destinados a permitir las reelecciones, dijo en su programa Alo Presidente! del 25 de junio que ''es probable'' que la emisora de televisión Globovisión sea clausurada.
Chávez inició una investigación de Gobovisión por supuestamente ''incitar al pánico'' cuando informó antes que las emisoras oficiales sobre el terremoto que sacudió a Caracas el 4 de mayo. Chávez ya cerró la cadena de televisión independiente RCTV en el 2007, después de anunciar repetidamente que lo haría.
En su mismo discurso del 25 de mayo, Chávez atacó al alcalde opositor de Caracas, Antonio Ledezma, por su viaje a Nueva York para denunciar su caso. Ledezma fue elegido alcalde en noviembre del 2008, pero al poco tiempo el Congreso dominado por Chávez creó un nuevo cargo, el de ''jefe de gobierno'' de Caracas, y lo colocó por encima de Ledezma. Luego, Ledezma fue despojado de sus oficinas y de casi todo su presupuesto, que fueron trasladados a la nueva funcionaria municipal que nunca fue electa para nada.
Todo esto es tan sólo una muestra. Por razones de espacio, no vamos a abundar en las medidas de los presidentes de Bolivia y de Nicaragua para perpetuarse en el poder.
Pareciera que todos ellos están siguiendo el mismo guión. Acto 1: Presentarse al país como un idealista antisistémico –ya sea encabezando un intento de golpe militar, como Chávez, o encabezando violentas protestas, como Evo Morales– y aprovechar los titulares para convertirse instanténeamente en el centro de atención nacional.
Acto 2: Tras ganar la elección presidencial, cambiar la Constitución introduciendo una claúsula que permita la reelección. Acto 3: Apenas aprobada la Constitución, adelantar las próximas elecciones presidenciales. Acto 4: Una vez reelecto, acusar a Estados Unidos, la Iglesia y la oligarquía de intentar un magnicidio, y usar ese pretexto para encarcelar a los líderes de oposición y cerrar medios de comunicación críticos, preparando el terreno para gobernar con una oposición simbólica y asumir poderes absolutos.
Es cierto que los presidentes del ALBA no son los únicos. Otros, incluido el presidente colombiano Alvaro Uribe, están coqueteando con una nueva reelección, aunque todavía no está claro si seguirán ese camino.
Pero Chávez y sus aliados serían mucho más convincentes en sus aseveraciones de que están luchando para los pobres si se dedicaran precisamente a eso, y lograran reducir las tasas de pobreza a la mitad, tal como lo hizo Chile sin tener presidentes obsesionados por el poder. En este momento, resulta muy difícil no ver el ALBA como una sociedad de ayuda mutua para presidentes que se cobijan en slogans ideológicos para esconder sus agendas narcisistas.
Postdata: Poco después de publicado este artículo en la edición impresa, llegan noticias de que Zelaya ha sido expulsado del país por los militares. Si hubo un golpe militar, debe ser condenado sin vacilaciones.
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