Ecuador y las FARC
Documentos que no habían sido divulgados, frutos del ataque militar colombiano a un campo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Ecuador en 2008, llegaron a mis manos la semana pasada.
El segundo al mando de las FARC, Raúl Reyes, fue asesinado en la incursión, pero dejó computadoras portátiles con correspondencia que detallaba una estrecha relación no sólo con el presidente venezolano, Hugo Chávez, sino también, según revelan los documentos, con el gobierno del presidente ecuatoriano, Rafael Correa.
Alguien debería avisarle a la Casa Blanca. Hace diez días, el presidente Barack Obama llamó a Correa, según un vocero, para "felicitarlo por su reciente reelección". Obama también deseaba "expresar su deseo de profundizar nuestra relación bilateral y mantener un diálogo constante que pueda asegurar una relación productiva basada en el respeto mutuo".
Correa es cualquier cosa menos respetuoso de los intereses de Estados Unidos en la región. Es más parecido a Fidel Castro, aunque tenga un doctorado en economía de la Universidad de Illinois. Bajo su mandato, la libertad se ha estado evaporando más rápido de lo que uno se demora en pronunciar la palabra bolivariano. Ahora, la correspondencia de Reyes aporta sólida evidencia de que Ecuador ha estado apoyando a las guerrillas marxistas de las FARC, que consideran a EE.UU. como un gran enemigo.
Correa ha afirmado públicamente que no es un cómplice de las FARC. Reyes, sin embargo, informó lo contrario. En una carta del 5 de enero de 2007 dirigida al líder de las FARC, Manuel Marulanda, escribió sobre una visita inminente de "un emisario de Rafael Correa". El propósito de la reunión era, entre otras cosas, forjar "acuerdos bilaterales de colaboración" por los que "al capturar guerrilleros nuestros en su territorio nos los entregan a nosotros mismos y ninguno vaya a manos de autoridades colombianas".
Reyes afirmó que el emisario venía a fortalecer "el comité binacional, integrado por camaradas del PCCC [una alusión al partido comunista clandestino de Colombia] y amigos ecuatorianos para denunciar las violaciones de la soberanía de Ecuador por las tropas de Uribe y demostrar los nocivos efectos de las fumigaciones". En otras palabras, Ecuador quería ayudar a las FARC en dos de sus objetivos más importantes: establecer un refugio en la frontera y terminar con las fumigaciones de cultivos de coca, una fuente clave del ingreso de las FARC por narcotráfico.
En otro mensaje a Marulanda fechado el 28 de enero de 2007, Reyes lamenta la muerte de "la ministra amiga", aludiendo sin duda a la ministra de Defensa de Ecuador, Guadalupe Larriva, que había muerto en un accidente de helicóptero cuatro días antes. Pero por el lado positivo, afirmó, otro ministro, "'de finanzas' también quiere visitarnos el próximo 9".
Luego, el 18 de enero de 2008, Reyes le escribió al secretariado de las FARC resumiendo "una visita del ministro de seguridad de Ecuador Gustavo Larrea… quien a nombre del presidente Correa trajo saludos para el camarada Manuel [Marulanda]". Según Reyes, Larrea expresó "interés del presidente de oficializar las relaciones con la dirección de las FARC".
Reyes escribió que Larrea afirmó que estaba listo para desplazar a comandantes de las fuerzas de seguridad que eran "hostiles con las comunidades" en la zona de la frontera y que Ecuador no haría nada para ayudar al presidente colombiano Álvaro Uribe en el conflicto interno de Colombia. "Para ellos [Ecuador]", explicó Reyes, "las FARC son [una] organización insurgente del pueblo con propuestas sociales y políticas que entienden".
Según Reyes, Larrea preguntó si las FARC estaban interesadas en ganar un estatus beligerante (es decir, legitimidad internacional). También informó que Ecuador "demandará al Estado y gobierno de Colombia ante la Corte Internacional por los dañinos efectos de las fumigaciones" y que revocaría la licencia para la base militar de EE.UU. en Manta (Ecuador hizo ambas cosas). Ecuador "tiene claro que Uribe representa los intereses de la Casa Blanca, las multinacionales y las oligarquías, lo consideran peligroso en la región".
Larrea ha reconocido públicamente que estableció contacto con Reyes, pero asegura que fue para lograr la liberación de rehenes de las FARC. Sin dudas ese fue un objetivo. Reyes informó que Larrea quería concretar un "canje" de rehenes por prisioneros porque iba a "dinamizar" la carrera política de Correa. Pero las cartas de Reyes revelan mucho más que un deseo por parte de Correa de ser un héroe humanitario. Pintan un cuadro de un gobierno decidido a debilitar a su vecino, Colombia.
Es posible que Reyes hay confundido la realpolitik de Correa con una genuina buena voluntad hacia las FARC. Pero el líder rebelde parecía estar seguro de que seis países latinoamericanos eran receptivos con la causa marxista. Propuso que Marulanda les escribiera a los presidentes de Ecuador, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Uruguay en busca de "apoyo de varios países amigos" que podría hacer avanzar el proceso de obligar a un acuerdo con Colombia.
Uribe visitará la Casa Blanca la semana próxima. Será interesante ver si Obama está tan preocupado de la relación bilateral con Colombia como de la del vecino no muy amigable de Uribe.
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