Argentina: Recesión con inflación
Esta deuda no es menor. En primer lugar, porque en enero del 2004 sumaba 10.000 millones de pesos y en mayo de este año había llegado, luego de alcanzar valores más altos, a 53.000 millones de pesos. Para que el lector tenga una idea de la magnitud de esta deuda, basta con decirle que esos 53.000 millones son equivalentes al 68,6% de todos los pesos en circulación, dado que el circulante al 29 de mayo era de $ 77.259 millones de pesos. Si la gente fuera a los bancos a retirar sus pesos, estos tendrían que darse vuelta y pedirle al BCRA que les devolviera $ 53.000 millones que les colocó porque tienen en la ventanilla a los depositantes pidiendo sus pesos. En ese caso el BCRA tendría que emitir pesos o bien confiscar depósitos. Si bien la deuda en bonos del BCRA todavía no ha llegado a los niveles del gasto cuasifiscal que había en la época de Raúl Alfonsín cuando estalló la hiperinflación, debemos reconocer que el BCRA ha hecho grandes esfuerzos por igualar su récord.
Otro dato a tener en cuenta: entre enero del 2004 y mayo de este año la cantidad de pesos emitidos llegó al 171% y si tomamos como referencia el inicio de la gestión Kirchner, los pesos emitidos aumentaron el 273%, además del incremento de la deuda del BCRA citada de $ 53.000 millones. Si incluyéramos esa deuda el BCRA, bajo la gestión Kirchner, habría aumentado el stock de pesos en un 528%. Con estos datos es suficiente para advertir porqué Moreno fracasó con sus controles de precios.
Pero, como siempre lo he dicho, para frenar el proceso inflacionario, este modelo no necesitaba de las políticas primitivas de Moreno, sino de una fuerte fuga de capitales. Es decir, si se fugaban capitales el BCRA tendría que vender dólares a cambio de pesos que quitaba de circulación frenando el proceso inflacionario. De manera que, contrariando todos los manuales de economía, para el modelo en vigencia, los países tienen estabilidad de precios cuando se les fugan los capitales. ¡Todo un hallazgo en materia de teoría económica! Y, solo a título informativo, no incluyo en este análisis la deuda que tiene el BCRA con los bancos por los encajes que las entidades financieras constituyen en dicha entidad por los depósitos en pesos y en dólares, para no aburrir al lector con tanto dato. Basta con que advierta la fenomenal expansión monetaria que tuvimos en todos estos años que hizo que el país volviera a los períodos de alta inflación.
Ahora bien, la fuga de capitales que comienza en el tercer trimestre del 2007 (mucho antes de la crisis internacional) le permitió al BCRA disminuir la tasa de emisión monetaria. De emitir a tasas anuales del 30% en el 2007, bajó a tasa del 15% desde mediados del 2008, para llegar al 5% anual en los últimos 3 meses. Claro que esta mayor “disciplina” monetaria no se debe a una política monetaria preconcebida, sino a la fuga de capitales.
Pero, aquí surge la pregunta: ¿por qué si el BCRA está emitiendo menos moneda la tasa de inflación igual se mantiene en niveles de entre el 15 y el 20% anual?
La respuesta tiene que ver con las enseñanzas de la teoría monetaria que se han sido ignoradas en todos estos años. ¿Qué nos dicen autores de la escuela austríaca, como Ludwig von Mises, Hayek o Rothbard? Que el poder adquisitivo de la moneda depende de: a) la demanda de moneda y b) de la productividad de la economía.
¿Qué quiere decir demanda por moneda? Es la cantidad de moneda que la gente quiere tener inmovilizada en su bolsillo por las dudas. Es dinero que ha sido emitido pero la gente lo mantiene fuera de circulación como saldos monetarios por si acaso. Si la gente aumenta su demanda por moneda (quiere tener inmovilizado más moneda en el bolsillo) lo que hace, al mismo tiempo, es demanda menos bienes. Por el contrario, si la gente desea demandar menos moneda, quiere decir que ofrece más moneda al mercado a cambio de más bienes. Aumenta su demanda por bienes y servicios y disminuye su demanda por moneda.
Como puede verse hay una estructura de precios relativos entre la moneda y el resto de los bienes y servicios de la economía, como si dijéramos en caso de trueque, hay que entregar tantos tomates por determinada cantidad de carne. Si la oferta de tomates aumenta y la de carne se mantiene estable, cae el precio relativo entre tomates y carne. Se deprecia el poder adquisitivo de los tomates. Reemplacemos los tomates por moneda y carne por el resto de los bienes y servicios de la economía y el resultado es el mismo.
Supongamos que la gente mantiene constante su demanda por moneda y disminuye la oferta de bienes y servicios porque la economía entra en recesión. Se producen menos autos, acero, trigo, carne, etc. Lo que ocurre es que ante la misma cantidad de pesos que circulan hay menos bienes y, por lo tanto, aumenta el nivel general de precios.
Ejemplo, supongamos que hay 1100 pesos emitidos, pero que la gente usa para transacciones solo 1000 pesos (los 100 restantes son demanda por moneda) y, al mismo tiempo, que se producen 100 unidades de bienes y servicios. El nivel general de precios es 1000/ 100 = 10. Ahora supongamos que la gente sigue usando 1000 pesos para transacciones pero, por la recesión, la oferta de bienes es de 80, el nivel general de precios será 1000/80 = 12,5. Los precios aumentaron un 25% no porque se emitió más moneda, sino porque frente a la misma cantidad de moneda hay menos bienes en oferta.
Compliquemos más el problema. Supongamos que al mismo tiempo que baja la oferta de bienes y servicios por efecto de la recesión, la gente, porque tiene expectativas inflacionarias, disminuye su demanda de moneda porque sabe que en el futuro podrá comprar menos con los mismos pesos. En nuestro ejemplo, supongamos que la gente pone en circulación los 100 pesos que antes tenía en el bolsillo por las dudas. Ahora la relación será 1100 pesos que ofrece la gente a cambio de las 80 unidades de bienes y servicios que ofrece la economía en recesión. El resultado es el siguiente: 1100/80 = 13,75. Como vemos, el nivel general de precios pasó, de 10 a 13,75 sin que el BCRA hubiese emitido un solo peso. Si encima el BCRA sigue emitiendo más moneda, mientras la gente demanda menos pesos y la economía produce menos bienes y servicios, la inflación aumenta. Le guste o no al gobierno de turno.
Lo que estamos viendo hoy en Argentina es una combinación de los tres factores: a) la gente se quita de encima los pesos que tenía, b) la economía produce cada vez menos bienes y servicios gracias a la incertidumbre y las barbaridades jurídicas y políticas que hizo Kirchner y c) el BCRA sigue emitiendo pesos a una tasa menor pero importante.
La razón por la cual los precios siguen subiendo a pesar de la recesión hay que buscarla, justamente, en el proceso monetario anterior. La gente descree del peso, baja su demanda (peso que le sobra compra dólares o anticipa compra de bienes antes de que suban de precios) y la producción cae como piano de piso 11.
Si estimamos una caída del producto del orden del 10%, más una tasa de emisión monetaria del 5% anual, nos explica, por lo menos, el 15% de inflación, y el resto es caída en la demanda de moneda. Con lo cual podemos llegar, fácilmente, al 20% anual de inflación anual.
En síntesis, tan groseras fueron las violac
iones a los derechos de propiedad y la caída en la confianza del Gobierno, que, ni aún con fuga de capitales, el modelo pudo solucionar el problema de la inflación. Por el contrario, las imprevisibles y confiscatorias políticas de los Kirchner nos han llevado al peor de los escenarios: inflación con recesión.
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