Tipos de gobierno
Toda sociedad necesita de reglas fundamentales para gobernarse. Esas normas surgen de las costumbres y convenios, y más tarde se plasman en sus constituciones. Los ciudadanos hacen esas reglas en su calidad de mandantes, para que el gobierno, en su calidad de mandatario —quien recibe mandatos—, ejerza el poder. Son los pueblos los que organizan gobiernos para proteger sus derechos, y así buscar satisfacer sus propios intereses en paz.
La disyuntiva es si la función prioritaria de esos gobiernos ha de ser la preservación de reglas del juego, basadas en principios éticos, dejando a cada quien cuidar sus intereses, con la consiguiente obligación de respetar los resultados de la buena conducta —y castigar la mala—, aunque no siempre agraden esos resultados. O bien, si su función es la de prioritariamente intentar satisfacer los múltiples y variados intereses de todos.
Los conflictos entre derechos o intereses es un asunto de prioridades. Por ejemplo, puede ser de interés de la comunidad expropiar un terreno para hacer un supermercado, pero si el propietario del terreno quiere usar su derecho de propiedad con otro propósito, ¿qué ha de privar, el derecho del ciudadano o el interés de esa comunidad?
En ambos casos la decisión implica un costo social, ya sea el de prescindir del beneficio del supermercado o el de prescindir del beneficio que representa para la comunidad en todos sus quehaceres el respetar el derecho de propiedad. Y, considerando la extensa utilidad que para la sociedad tiene el respeto al derecho de propiedad, prescindir del mismo tiene un costo inconmensurable. Históricamente se crearon gobiernos precisamente para proteger derechos que la gente aceptaba como natos, como es el de tener derecho a disponer de lo legítimamente adquirido.
La respuesta al dilema de la función del gobierno dependerá de si se reconoce la importancia de respetar las reglas del juego o si sólo se deben respetar cuando los resultados se consideran buenos. La decisión estará sesgada por falta de realismo, si suponemos que la élite política que llamamos Gobierno está integrado por abnegadas personas que anteponen los intereses de la sociedad a sus propios intereses, y que tienen la capacidad y los conocimientos necesarios.
En la búsqueda de organización económica, tenemos que escoger entre los dos sistemas, porque son mutuamente excluyentes, pues uno implica subordinar intereses a los derechos y, lo segundo, subordinar derechos a intereses. Ciertamente, habrá casos grises e imperfectamente delineados, pero hablamos en términos generales. El hecho es que hay que escoger uno de los dos sistemas, tomando en cuenta los costos y beneficios de la “solución” que se adopte, y vivir con las consecuencias del sistema adoptado.
Varias falacias dificultan la escogencia. Una es la deificación del Gobierno, atribuyéndole facultades que realísticamente no posee para satisfacer los intereses de la sociedad. Y la otra se que no es fácil comprender cómo surge un orden económico espontáneo —como los órdenes del lenguaje o del dinero— cuando el Gobierno no se encarga de satisfacer intereses, sino de hacer respetar los iguales derechos de todas las personas. Necesariamente hay que escoger y vivir con las consecuencias. No hay nada perfecto.
- 28 de diciembre, 2009
- 16 de junio, 2012
- 1 de octubre, 2012
- 8 de junio, 2012
Artículo de blog relacionados
Perfil A estas alturas, todos nosotros, cuando trabajamos y tenemos necesidad de controlar...
17 de octubre, 2009Por Marcelo Elizondo Clarín Plantea Robet Adkinson (Information Technology & Innovation Foundation) que...
24 de enero, 2024Editorial – Diario Exterior Los primeros pasos de Felipe Calderón como presidente de...
20 de diciembre, 2006Por Jorge Castro Perfil En las últimas dos semanas, Estados Unidos experimentó la...
22 de septiembre, 2008