Berlusconi, el político a prueba de escándalos
ROMA.- Italia comenzó ayer a votar para elegir 72 europarlamentarios con toda la atención pública centrada en el primer ministro, Silvio Berlusconi, que se perfila como el vencedor de los comicios, que finalizarán hoy.
Actualmente, el premier está en el ojo del huracán por la publicación de una serie de fotos de sus controvertidas fiestas privadas en su mansión de Cerdeña. Pero su partido obtendría, según los sondeos, el 40% de los votos, dos puntos más que en las elecciones de 2008. ¿Cómo es posible?
Ocurre que "la desviación de Berlusconi es una desviación aceptada", dijo a La Nacion el sociólogo Giuseppe De Rita, uno de los máximos intérpretes de la sociedad italiana, presidente del Centro Studi Investimenti Sociali (Censis), instituto que radiografía desde 1964 la realidad de la península.
Para este prestigioso sociólogo, de 76 años, el fenómeno Berlusconi es el fruto del "cambio antropológico" que ha habido en la sociedad italiana, hoy golpeada por una lógica de relativismo, de individualismo extremo y una pérdida de valores.
"El italiano medio decayó del punto de vista de moral pública y del punto de vista de moral privada, por lo que todo está bien: si lo hace Berlusconi lo hago yo también, o viceversa, si lo hago yo, ¿por qué tengo que retar a Berlusconi?", sentenció De Rita, en una entrevista con LA NACION.
"La clave es la atracción antropológica que ejerce Berlusconi, que tiene una relación directa con la gente, a quien le gustaría parecerse a él porque es rico, porque tiene mujeres, porque tiene mansiones, autos, todo… Berlusconi es el efecto de una opinión de masa, no el efecto de una opinión guiada", agregó.
-Fuera de Italia no se entiende el fenómeno Berlusconi: ¿cómo es posible que domine desde hace 15 años la política italiana?
-El fue muy hábil para cabalgar dos ciclos, históricos y culturales, en los que la opinión pública se forma y se expresa. Berlusconi cabalgó el ciclo que comenzó Bettino Craxi (ex premier, socialista) en el 80-81. Craxi decía que había que tener capacidad de decisión; para decidir había que concentrar el poder; para concentrar el poder había que verticalizar el poder; para verticalizar el poder había que personalizar el poder; para personalizar el poder había que tener capacidad mediática, y para tener capacidad mediática había que tener mucho dinero. Craxi cayó por esto último, pero Berlusconi cabalgó este ciclo: cuando él dice que su gobierno hace, decide, y le dice basta al Parlamento por qué demora las cosas, que debe haber pocas personas en el vértice de poder que decidan, él personaliza y diviniza su persona, también en los escándalos.
-¿El segundo ciclo?
-El segundo ciclo es el ciclo de «la libertad de ser uno mismo». Si usted toma los discursos electorales del año pasado de Berlusconi verá que él siempre dice que le garantiza al pueblo italiano la libertad de ser uno mismo: "Quieren ser ricos, quieren ser internacionales, quieren ser putañeros, yo les garantizo la libertad para serlo. Yo en algún modo personifico eso, yo también soy alguien que quiere ser uno mismo, que no soporta al presidente de la República, porque el presidente no me deja ser yo mismo, que no soporta el Parlamento porque el Parlamento no me deja ser yo mismo, que no soporta a la magistratura porque tampoco me deja ser yo mismo". El personifica esta idea de que el verdadero valor de una sociedad moderna es ser uno mismo. Y él no dice, hagan lo mismo que yo, pero implícitamente indica, si encuentran una mujer, aunque sea una menor, qué importa, sean ustedes mismos…
-En Gran Bretaña un escándalo como el de Noemi (la joven de 18 años que llama "papi" a Berlusconi) habría provocado la renuncia del premier…
-El verdadero problema es que la mayor parte de los italianos sostiene esta idea de ser uno mismo, y se lo concede también a Berlusconi. Si yo soy un evasor fiscal, si yo me hago el patotero, si yo soy un joven que me drogo, si yo soy el empresario que no pago los impuestos, pero pienso que en ese momento estoy siendo yo mismo, está todo bien. La desviación de Berlusconi es una desviación aceptada. El verdadero problema social italiano es que hay aceptación.
-¿El italiano medio no se escandaliza por el caso Noemi?
-El italiano medio considera, y lo digo en términos brutales, que la mayor parte de las chicas de 15 y 16 años son p… porque se hacen el book , porque van a bailar semidesnudas a las discotecas. La idea de que el doctor De Rita o el doctor Berlusconi hayan ido a una fiesta con una chica de 18 años no le hace daño a nadie. ¿Por qué me tengo que escandalizar? Son ellas, son las lolitas, las que cambian las costumbres, no es Berlusconi el que cambió los hábitos italianos.
-¿Lo mismo pasa con los escándalos judiciales?
-Exactamente: el italiano común considera que la magistratura no es más equidistante. Porque sobre 100 personas que entran a la mañana en el Palacio de Justicia, 80 salen enojadas. Entre la gente existe la idea de que la Justicia ya no es limpia. Berlusconi es muy hábil en cabalgar la situación, al manifestarse como alguien perseguido por la Justicia, pero la verdad es que los espectadores opinan que "quizá Berlusconi tiene razón porque también en mi caso el juez no tuvo una posición equilibrada entre mi postura y la de mi enemigo".
-¿Entonces el "fenómeno Berlusconi" es fruto de una decadencia generalizada?
-Dejemos de lado la decadencia, yo como sociólogo no doy juicios de valor. Es fruto de un cambio antropológico.
-¿Pero por qué en países como Inglaterra o España, mucho más laicos que Italia, es inimaginable un jefe de gobierno como Berlusconi?
-Un país católico tiene el confesionario, tiene el perdón, la absolución.
-Se puede pecar…
-Sí, se puede pecar, por suerte, porque en un país luterano sería imposible. Un país protestante no perdona. En Italia, el pecado se perdona. Pero somos un país con una concepción del perdón extraña, rayana en la indiferencia.
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