¿Se acaba la recesión en EE.UU.? La falta de indicios claros dificulta el diagnóstico
Cuesta precisar el momento en que una recesión llega a su fin.
La economía arroja a diario un flujo constante de cifras, pero hacia el final de una recesión, normalmente los datos positivos se mezclan con los negativos, como ha pasado últimamente. El optimismo generado por una buena noticia se desvanece rápidamente cuando una mala noticia apunta a una recaída.
Después de un agitado período en el que la economía fue de mal en peor, una serie de buenas noticias ha alimentado las esperanzas de que Estados Unidos se encuentre al borde de la recuperación. Los costos de financiamiento han bajado para las empresas. Algunos sondeos muestran una mayor confianza tanto de las compañías como de los hogares. El mercado laboral exhibe señales tentativas de mejoría. Los inversionistas se han apoderado de estos "brotes verdes", como los tildó el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y el Promedio Industrial Dow Jones anota un alza de 26% desde su mínimo de 12 años alcanzado en marzo.
Sin embargo, las ventas minoristas cayeron en abril, lo que desinfló las esperanzas de que el consumo esté en alza, y el mercado inmobiliario, donde se originó la recesión, sigue en problemas. En resumen, las señales de recuperación hasta ahora distan de ser contundentes. "Los brotes todavía están bastante verdes y bastante delgados", advierte James Hamilton, economista de la Universidad de California en San Diego.
Los economistas proyectan que el Producto Interno Bruto, el valor de todos los bienes y servicios, reanudará su expansión en EE.UU. a mediados de este año. Pero muchos trabajadores, con o sin empleo, no sentirán mucho la recuperación puesto que las empresas tienden a esperar hasta que estén seguras de que su negocio está repuntando antes de volver a contratar.
"La mayoría de las personas no va a pensar que ya se tocó fondo hasta que baje el desempleo, aunque crezca el PIB. ¿Por qué deberían hacerlo?" dice Alan Blinder, economista de la Universidad de Princeton y ex vicepresidente de la Fed.
La Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) es la entidad encargada de determinar los ciclos económicos en EE.UU. El organismo define una recesión como "un declive significativo en la actividad a lo largo de la economía, que dura más de unos meses". Desde que empezó la actual recesión, en diciembre de 2007, EE.UU. ha perdido 5,7 millones de empleos, el PIB se ha contraído a una tasa anualizada de más de 6% durante dos trimestres y es probablemente que el actual trimestre también registre un crecimiento negativo. "Hasta que el PIB y la tasa de empleo se reviertan, es prematuro declarar cualquier tipo de victoria", dice Jeffrey Frankel, economista de la Universidad de Harvard y miembro del NBER.
Frankel, de todos modos, recalca que las condiciones en los mercados de crédito han mejorado notoriamente desde el colapso de Lehman Brothers en septiembre del año pasado. Un indicador es que las tasas de interés interbancarias a corto plazo han bajado, aunque todavía son altas en comparación a las de la deuda del Tesoro de EE.UU. "Si vuelven a la normalidad y logramos esquivar nuevas balas, entonces la situación se ve muy bien", afirma Frankel.
Los mercados financieros están apuntando a una recuperación. Un alza en los precios de los bonos de empresas ha provocado una caída en sus rendimientos. La disposición de los inversionistas a asumir más riesgo ha hecho bajar los precios de los bonos del Tesoro y elevar sus rendimientos. El resultado es una reducción en la diferencia, o spread, entre los rendimientos de los bonos corporativos y los de los bonos del Tesoro, un acontecimiento que a menudo es precursor de una recuperación económica.
Los inversionistas suelen anticipar el final de una recesión y los mercados alcistas a menudo proporcionan una clara señal que infunde confianza tanto a los consumidores como a las empresas.
Uno de los factores que ha contribuido al mayor optimismo son los resultados de la encuesta de abril del Instituto de Gestión de Suministros, que muestra que el ánimo de los gerentes de compra del sector manufacturero ha mejorado, lo que indicaría que la desaceleración se ha aliviado. La cantidad de gerentes que dijeron que los pedidos estaban subiendo superó a los que indicaron que estaban cayendo, una señal bienvenida.
Una de las cifras clave del mercado laboral es el conteo semanal de estadounidenses que solicitan seguro de desempleo. El promedio de cuatro semanas fue de 630.500 al 9 de mayo, una cifra aún alta pero por debajo del máximo de 658.750 alcanzado en abril.
La cúspide de esa medición ha sido un indicador confiable de que la recesión terminará dentro de unas seis semanas, señala Robert Gordon, economista de la Universidad de Northwestern y miembro del NBER. "Esta cosa funciona maravillosamente bien", dice. "Aunque estuvieras encerrado en un cuarto oscuro podrías predecir el fin de la recesión".
Pero en una economía azotada por la peor recesión en al menos 25 años, aún hay muchas cosas que pueden salir mal. "Creo que las interpretaciones optimistas de una cantidad de estadísticas recientes son incorrectas, demasiado optimistas", afirma Martin Feldstein, economista de la Universidad de Harvard y miembro del comité. "Se aferran a una buena noticia, pero cuando se excava un poco más allá, la noticia no es buena".
En cada recesión, la economía rompe alguna regla. Aunque a los economistas les gustaría que todos los indicadores se ciñan a sus teorías, reconoce Frankel, "la realidad es siempre mucho más irregular".
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