¿Y nuestra Venezuela?

El Universal

Corría el año de 1933 en la Alemania Nazi, cuando Thomas Mann se exiliaba en Suiza, tras entender que Hitler era un psicópata y que los alemanes estaban dispuestos a seguirlo. Luego de una larga disertación, sentenció: "esta Alemania no es mi Alemania". No podía creer que aquel pueblo, que discriminaba y perseguía a las minorías de judíos, comunistas, homosexuales, etc. fuese el mismo que lo vio crecer.

Hoy, en 2009, asesinan más seres humanos en Caracas que en ninguna otra capital americana. La pobreza persiste, a pesar de ya un siglo de explotación petrolera. La FAN utiliza las armas de la nación para violentar las gestiones de representantes electos y ahoga con gases la posibilidad de diálogo. El Poder Judicial persigue a la disidencia sin sonrojarse, etc. etc… Aún así, millones de venezolanos están dispuestos a seguir a Chávez.

Muchos dicen que es culpa de la dirigencia de oposición y, en parte, es verdad. Pero el país crea a sus líderes y no a la inversa. Tenemos un problema ético como sociedad, una indiferencia patológica al mal, una capacidad inmensa de acostumbrarnos al abuso y una comodidad escapista. La sociedad está llena de resentimientos pasados que sirven para justificar los desmanes del presente y no nos hemos dado cuenta de que no estamos condenados a repetir nuestros errores.

En "El Pasajero de Truman" (buena novela venezolana, les recomiendo leerla), Francisco Suniaga, relata una conversación en la que Diógenes Escalante afirma que los dictadores venezolanos son psicópatas y "psicopatógenos". Afirma que el problema no es que estén locos sino que vuelvan loca a la gente. Creo que eso es verdad y creo que nos estamos volviendo locos como el dictador.

Les confieso que tengo miedo de un enfrentamiento popular, siempre he visto improbable que eso ocurra, pero hace unos días, viendo como la GN impedía a un gobernador hacer una ofrenda floral en una plaza, me pregunté, por primera vez, si esta Venezuela es nuestra Venezuela.