Los favores cobrados de Obama
Libertad Digital, Madrid
El celebérrimo economista Paul Krugman está dando la espalda a Obama. No es el único keynesiano que lo ha hecho. Joseph Stiglitz ha ido un paso más allá y ha calificado el Plan Geithner de "robo".
Krugman lamenta que Timothy Geithner, secretario del Tesoro americano, esté usando las mismas recetas para esquivar la crisis que su antecesor, el republicano Henry Paulson. Para Krugman, el plan de rescates y de descomunales inyecciones de dinero al sector financiero está condenado al fracaso y no es más que "una salida fácil" a la actual situación. En realidad no es tan fácil, es la única si realmente entendemos los mecanismos por los cuales funcionan las democracias occidentales.
Krugman es una persona que no confía en la libre iniciativa del hombre y por lo tanto da total soporte a los políticos. En una reciente nota en su blog se preguntaba: "¿Quién es el Gobierno?". A lo que respondió: "Básicamente, el Gobierno somos nosotros". Si nosotros somos el Gobierno, y el Gobierno somos nosotros, ninguno de los dos puede hacer algo en contra del otro ya que eso sería como lesionarse intencionadamente o suicidarse. Algo así tiene fallos lógicos por todas partes. De hecho, contradice el principio de identidad (A=A). El Gobierno es el Gobierno y nosotros somos nosotros. Expresado de una forma no tan tautológica, el Gobierno son los medios políticos de Oppenheimer y nosotros somos los medios económicos del mismo autor. El Gobierno es lo opuesto a la libertad, al individuo y a la propiedad privada. Si algo no es el Gobierno, somos nosotros.
Lo que hace que el Gobierno no seamos nosotros es algo básico que todo economista debería saber, incluso Krugman, ya que constituye uno de los pilares de la economía. Me refiero a los incentivos.
El Gobierno no somos nosotros porque tiene diferentes incentivos a los nuestros. Uno de los más importantes es pagar deudas y favores para perpetuarse, aumentar sus beneficios y ganar poder mediante el uso de la fuerza. Las democracias actuales se mueven por la presión de las minorías gritonas y de los lobbies empresariales y sociales.
La clase izquierdista dijo que Obama no sería un presidente vendido a los lobbies porque se había financiado en gran medida de pequeñas aportaciones privadas a través de internet. Es cierto. Pero también es cierto que Obama fue el candidato que más dinero recibió de Wall Street. La bolsa siempre ha estado con él y era su candidato predilecto. Al llegar al poder, Obama vio el poder del sector financiero que no es más que un monopolio orquestado por la Reserva Federal. Las ayudas a aseguradoras, bancos y el resto del sector eran un requisito inevitable para no tener problemas.
Entre pagar los favores prestados al sector financiero o ayudar al hombre medio americano, ¿qué cree que iba a elegir Obama? Pues lo que ha escogido: inundar de dinero el mercado financiero mediante un plan sufragado por los impuestos del americano medio que le votó, del que no le votó y del que está por nacer teniendo en cuenta la deuda que está acumulando el país. Diferente forma, pero idéntico fin, tiene el capitalismo de Estado que ideó Mussolini.
El día que la economía del establishment deje de soñar en oxímorons como "políticos honestos" y "gobiernos bondadosos" para centrarse en los pilares de la acción humana y sus incentivos, entonces habremos recorrido el camino más importante para acabar con toda crisis. La conclusión no puede ser otra que el mejor Gobierno es el que menos gobierna: y el que no gobierna en absoluto, es el mejor Gobierno de todos.
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