Arizona en la mira
X-Caliber, una armería de un inefable barrio en la mitad norte de Phoenix, Arizona, se ha visto involucrada en la inestabilidad de México. El caos allí es producto de la decisión del gobierno mexicano de emprender la guerra contra los cárteles de la droga que campando a sus anchas se enfrentan sobre todo entre sí pero también con secciones de las fuerzas mexicanas del orden que no han sido corrompidas. Operando en el norte de esa nación, satisfacen el apetito de inmigrantes ilegales y sustancias ilegales de ésta.
El procesamiento del propietario forma parte de la tentativa estadounidense por detener el flujo de armas y divisa con destino al sur mientras México combate el flujo al norte de drogas y de seres humanos trasladados por "coyotes”. Pero aunque casi todas las armas de los cárteles proceden de Estados Unidos, los cárteles están ingresando más de 15.000 millones de dólares al año fruto de la droga, la trata de seres humanos y la extorsión. De forma que encontrarán maneras de hacerse con armas — y granadas y demás armamento militar — para sus encarnizados enfrentamientos por el control de las rutas del contrabando de drogas y personas.
Cuando el General Michael Hayden fue relevado como director de la CIA, enumeraba a México entre los mayores motivos de inquietud para la seguridad nacional de América. Pero incluso cediendo a la tensión derivada de la crisis económica global, especular que México, con la decimotercera mayor economía del mundo, se hunde hacia la posición de "estado frágil" es trasnochado, al igual que la idea de que los cárteles pueden soportar el avance decidido del ejército mexicano, asistido por la tecnología militar estadounidense.
La agitación, no obstante, está pasando una considerable factura a Arizona, que comparte frontera con México. Terry Goddard, fiscal general de Arizona, afirma que es "un estado de tránsito", no un "estado destino”. Phoenix sirve de centro de distribución para las drogas introducidas de contrabando destinadas a más de 230 ciudades estadounidenses, y para las personas con las que se trafica. Cada mercancía es escondida en distintas "casas francas”. La gente es mantenida en lo que Goddard llama "condiciones propias del transporte de ganado”. Afirma que aunque un millón de personas al año se desplazan al norte a través de Arizona, sigue habiendo un mercado perfectamente abastecido para los traficantes de seres humanos.
Extrapolando a partir de las transferencias de centenares de millones de dólares de los clientes de docenas de estados estadounidenses a los traficantes que operan en Arizona, Goddard piensa que "los coyotes" que introducen los seres humanos de contrabando son apéndices extremadamente violentos de los cárteles. Una banda se dejará caer con violencia por una "casa franca" en la que hay personas con las que se trafica, o en un camión que transporta personas en esas condiciones en la interestatal que parte de Tucson, y a continuación "negocia" sus propios acuerdos con la gente que cree ha pagado ya el contrabando. Los que ponen objeciones son disparados en la cabeza, lo que es, dice Goddard, "una técnica bastante eficaz" para animar a que los demás a pagar. Estima que la mitad de los 169 homicidios registrados el año pasado en Phoenix están relacionados con el tráfico de drogas o de seres humanos.
México, dice, ya no está importando cuatro veces más isómeros de la efedrina de los que necesita su industria farmacéutica. Esta amina era utilizada para fabricar la metanfetamina destinada al mercado estadounidense. Hoy, por volumen (millones de kilos) y beneficios (más del 70% de los ingresos de los cárteles), el negocio más rentable sigue siendo la marihuana. Se envía en fardos de 2 toneladas en transportes que atraviesan la barrera fronteriza sin tocarla, utilizando "puentes" que pueden ser montados en 90 segundos por encima de lugares identificados por observadores con equipo para vivir en el desierto durante períodos de semanas enteras. Pueden informar del paradero de patrullas fronterizas estadounidenses en cualquier momento.
Todo esto ha encendido el debate — obstinadamente perenne — en torno a estrujar el mercado de marihuana de los cárteles legalizando su producto dentro de Estados Unidos. Cualquiera que puedan ser las ventajas de la legalización — y es seguro que serán gastos — no va a suceder en el futuro próximo, que es donde tienen que vivir los habitantes de Arizona.
Hay más de 6.600 vendedores estadounidenses de armas a lo largo de los 3.000 kilómetros de frontera con México. Deben respetar la ley, aunque la mayor parte de las víctimas de la violencia de los cárteles merezcan serlo.
© 2009, Washington Post Writers Group
- 23 de enero, 2009
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